Capítulo 25

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Elle Montaner

Estoy en el campus de la universidad con Adam y su amigo Zack, acabamos de salir de nuestra última clase así que caminamos hasta el estacionamiento. He pasado casi todos mis recesos con Adam y parte de sus amigos, así ha sido en las últimas semanas. Son agradables y respetuosos, me incluyen en la conversación y me hacen reír.

—¿Qué sentido tendría ir al club de campo? —Pregunta Adam —. El verano acabó hace mucho, no es igual con este mal tiempo.

—Pero yo quería ir —defiende Zack como si fuera un niño —. Elle quiere ir también —añade.

Adam me mira queriendo saber si es cierto y la verdad si no va Adam tampoco quiero ir, ya que soy más cercana a él que al resto.

—Yo no dije que quería...

El pelinegro hace un gesto de decepción y luego me encara de forma divertida.

—Mientes —dice y me sonrojo al ser descubierta —. Dijiste que querías aprender jugar billar. —Lo mencioné una vez —. Además... El club de campo tiene áreas techadas y calefacción para el invierno. No hay excusas.

—¿De verdad quieres jugar billar? —Pregunta Adam con una mirada amena —. ¿Entonces quieres ir?

Soy muy indecisa, necesito que decidan por mí de vez en cuando, por ejemplo ahora.

—Iremos —declara Zack —. Es viernes, cancelaron nuestro entrenamiento, la semana fue pesada y no vendría mal algo de diversión. —Me ofrece su brazo para ser entrelazado con el mío.

Entrelazo mi brazo con el suyo porque él me cae bien, caminamos al estacionamiento, mientras Adam nos sigue... y no es solo Adam quien nos sigue, más atrás viene Derek, no quiero que venga al club de campo, yo quiero pasar tiempo con mis amigos sin ser espiada o protegida como mamá le llama.

—Adelántense, necesito hablar con alguien —digo y me dirijo hasta donde está Derek.

Se supone que Derek debería ser invisible, pero él recibe constantes miradas de la gente, no pasa tan desapercibido como cree, es guapo y todos lo saben.

—Pasaré el resto de la tarde con unos amigos, y bueno... quiero ir sola, ¿podrías solo tomarte la tarde libre? —Le digo sin sonar mandona.

Sus ojos ámbar me miran decididos. Meto mis manos dentro de los bolsillos de mi abrigo de invierno pues mis manos se estaban congelando.

—Claro que no puedo, tú mamá, mi jefa —aclara —, me dijo que te cuidara en todo momento, es mi trabajo.

Pienso en rogarle, pero eso sería demasiado extremo así que tomo una mejor decisión.

—La llamaré. Si ella lo acepta ¿te parecería bien?

Derek asiente, saco mi celular y le marco a mamá, no tarda más de dos segundos en responder.

—Hola, hija. ¿Ya vienes a casa?

—Eh, no. Mamá quiero salir con unos amigos, podrías decirle a mi guardaespaldas que no venga, por favor. Me avergüenza que descubran que me cuidan como a una niña.

—¿Qué amigos son?

—De la universidad, no los conoces. Excepto por Adam, conoces a Adam.

—No lo sé, si algo te sucede no me lo perdonaría.

Ella sigue preocupada y sobre protegiéndome por lo que pasó en el cementerio.

—Nada sucederá, mamá. Han pasado meses desde que me atacaron, sigo pensando que fue cosa de una vez, algún tipo de broma.

Dulzura Disfrazada [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora