Capítulo 30

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Elle Montaner

¿Cómo se supone que debería sentirme con respecto a Aleksander? Su sonrisa es encantadora y está claro que intenta ser amable, lo cual hace obvias sus intenciones. Quizás pensó que ser grosero conmigo no funcionó e intenta una nueva táctica para acercarse... o tal vez le di lástima por lo que le conté frente a la chimenea, ambas opciones no me gustan.

Según lo que dijo Lucca mañana en la mañana será seguro conducir por la carretera y volver a nuestras casas; así que, mi tiempo con Aleksander se agota y debo soportar la fuerza que ejerce su presencia sobre el aire que respiro.

—Terminé de lavar los trastes. —Seca sus manos con un trapo de cocina.

Abro la boca para decir un "gracias" pero él suelta un "cállate" antes de que pueda hacerlo. Podría estar molesta pero ya entiendo su tipo de humor y la manera sarcástica que tiene de hacer comentarios, no parece grosero.

—Oye —me quejo, sin quejarme en absoluto.

Llevo varios minutos sentada en el mueble de cocina, simplemente viendo su espalda en tanto él se hacía cargo de los trastes.

—No te iba a dejar hacer todo, soy un adulto también —dice y sale de la cocina, sin antes soltar un: —¿Vienes?

—Sí, sí.

Lo sigo, sigo quedándome a su lado y queriendo ir a donde sea que vaya por alguna razón. Mi lógica me hizo creer que iría hacia dónde están todos los chicos, pero en su lugar camina por un pasillo a una puerta que tiene un candado puesto. Ayer noté que en el segundo piso también hay una habitación con candado.

—¿Por qué tantos candados?

—Porque no quiero que entren a mis lugares favoritos de la cabaña.

Una vez lo abre, deja la puerta abierta esperando mi ingreso. Entonces yo sí puedo entrar... ¿por qué?

Ingreso, pero casi caigo al toparme con unas escaleras que bajan... es un sótano. Su mano aterriza rápidamente en mi codo, sosteniéndome. Dudo unos segundos en bajar. ¿Es inteligente ir con un chico en el cual no confías a un sótano? Claro que no, pero como no me considero inteligente lo hago.

Bajando me doy cuenta que la temperatura desciende. Es un lugar amplio y más bien bonito, hay un par de sofás, una mesa de pinpong, una cama saltarina pequeña, una pantalla gigante en la pared y pósters de autos y también autos pequeños a escala. Supongo que es ese tipo de sitios en los que te relajas con amigos y tiene ese efecto en mí porque la tensión que sentí antes me abandona, al menos la asustadiza.

Aleksander se deja caer sobre un sofá color rojo mirándome sin pedir que me siente con él, aunque no es necesario solo debería ir y hacerlo, pero me llama la atención un estante gigante lleno de libros. Corro ahí y comienzo a leer los títulos.

—¿Canción de hielo y fuego? ¿Leíste estos? —Indago interesada porque sé que en ellos está inspirada la serie juego de tronos.

—No, los compré porque me gusta la serie y pensé que podría leerlos pero nunca los leí. Me aburre leer.

—¿Y por qué tienes todos estos libros?

Se demora en responder para finalmente decir:

—La mayoría son de mi madre, ella leía mucho y todos estaban en... mi otra casa. Los traje para acá antes de que se deshicieran de ellos.

Su madre debe ser la persona que él más ama por cómo habla de ella. Estos libros deben ser muy valiosos, en serio muy valiosos.

—¿Te molesta si tomo uno para leerlo?

Dulzura Disfrazada [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora