ARCANGELO GABRIELE
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Lia nos observa mientras Matteo y yo atravesamos el mismo salón donde estuve sentada la primera vez que pisé esta casa, pero rápidamente aparta la mirada y continúa con la tarea de quitarle el polvo a las pinturas que están colgadas en la pared
Me fijo en la chimenea encendida y en el mini bar de la esquina, con todas las botellas reluciendo contra la luz del sol. A través del ventanal puedo ver la piscina reluciendo en aguas cristalinas y a una serie de hombres vestidos con trajes negros que parecen de combate caminando por ahí, pero los pierdo de vista cuando atravesamos el umbral que lleva hasta las escaleras de madera.
El rellano en la planta de arriba se divide en dos pasillos que forman una «L», y Matteo me conduce por el de la derecha, deteniéndose en la penúltima puerta de la izquierda.
La última ocupa la pared frontal al final del pasillo, y supongo que esa es la de Angelo. Lo he supuesto desde la primera vez que subí.
—Aquí —señala abriendo la puerta, y aunque ya conocía el lugar, me sigo asombrando con lo hermosa que es la habitación de mi sobrino.
Está decorada con un tema de marinero en azul y blanco, con dibujos de anclas y barcos adornando la alfombra y la pared, una mecedora en la esquina, una cuna preciosa en el centro contra la pared, y miles de peluches y juguetes perfectamente ordenados en los estantes.
—Está rendido —digo al ver que ni se queja cuando lo acuesto de ladito en el interior de la cuna. Le toco el pañal para comprobar que no necesite un cambio antes de cubrirlo con la manta hasta las costillas y ver como comienza a mamarse el dedo de una manito mientras aprieta el puño en la otra—. Te quiero, bebé —susurro besando su frente antes de separarme de él.
Me doy media vuelta y miro a Matteo, que parece haber estado estudiando todos mis movimientos apoyando en el marco de la puerta.
Se ve tan guapo, y sus ojos azules me recuerdan tanto a los de Noah, que de pronto la ira comienza a apoderarse de todo mi cuerpo. Ningún mafioso podría compararse con él.
—Te queda bien el roll de mamá, Angelina, ¿lo sabías? —Pongo los ojos en blanco.
—¿Qué hacemos ahora? —inquiero, ignorando su comentario.
—¿A qué te refieres?
—Bueno, Nick se ha dormido, y para cuando despierte ya serán más de las once, ¿no? —Él parece caer en cuenta y se saca el móvil del bolsillo para comprobar la hora.
—Diez y media —dice mirando la pantalla—. Técnicamente te queda media hora en esta casa. ¿Te apetece, no sé, dar un paseo por la propiedad?
Matteo se muestra nervioso, y por alguna razón siento que su propuesta esconde algo más. Pero, ¿cómo decirle que no?
Esta es una oportunidad que no puedo desaprovechar. Necesito estudiar la casa y encontrar algo que me ayude a ubicarla en un plano geográfico tanto o más de lo que necesito indagar sobre la muerte de Corina Conti.
—¿Por qué no? —digo encogiendo los hombros para no mostrarme tan desesperada.
—Vale, toma el monitor de bebés, así sabremos si se despierta. —Señala la mesita detrás de mí.
Me acerco, tomo el aparato y lo enciendo comprobando que muestre la imagen en tiempo real de su cuna y proyecte los sonidos. Cerramos la puerta procurando no hacer ningún ruido y sigo a Matteo hasta las afueras de la propiedad.
El frío otoñal consigue que me estremezca y maldigo el haber dejado mi abrigo dentro de la casa. Sin embargo, cuando el hombre que camina conmigo a través de las áreas verdes de la casa, me ofrece su chaqueta, me niego a recibírsela.
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Seducir a la Mafia [Pasiones Peligrosas #1]
RomanceAngelo Gabriele Lombardi lo único que posee de un ángel, es su belleza. Como líder de la mafia italiana de Nueva York, sus manos portan la sangre de sus más acérrimos enemigos, su piel, las marcas de una bestia, y su corazón, la promesa de proteger...