C A P Í T U L O 25. «SEI IMPAZZITO, ÁNGELO?»

7.3K 623 23
                                    

SEI IMPAZZITO, ÁNGELO?

_____________________

Esto es una verdadera mierda.

Nada peor que comenzar la mañana escuchando a tu hermana pequeña chillar como una maldita histérica mientras sientes que la puta cabeza se te va a reventar.

—¡Cállate, joder! —Me giro para encararla. Me contengo de poner los ojos en blanco cuando noto que los suyos están rojos de tanto llorar—. Por el amor de Dios, madura de una maldita vez, Fiorella. ¡Ya esta clase de berrinches no te lucen!

—¡Y una mierda! ¡¿Cómo quieres que esté después de enterarme que la dejaste tirada en la cueva como si fuera un trozo de carne para los carroñeros?!

—¡Ella está en donde tiene que estar! ¡Y si tú no te callas vas a terminar haciéndole compañía!

Mi hermana retrocede, claramente sorprendida con mi amenaza. Pero voy muy en serio esta vez. Y la determinación que se refleja en mis ojos parece estar haciendo un buen trabajo para reafirmárselo.

—No serías capaz —emite en voz baja, incrédula—. No lo serías, ¿verdad?

Me acerco lo suficiente para tomar su rostro entre mis manos.

—Te advertí que te mantuvieras lejos de ella, Fiorella —siseo—. Te dije que no era alguien en quien pudiéramos confiar. Y anoche pude comprobarlo de primera mano cuando casi me vuelan los sesos por culpa suya.

Mi hermana niega con la cabeza, y en el proceso, unos mechones rubios se les pegan a las mejillas empapadas.

—Tiene que ser un error, Angelo... ella no...

—Ella sí, Fiorella. —La suelto y doy un paso hacia atrás—. Entiende que Angelina no es más que una traidora, y sabes que en esta casa no hay cabida para la traición.

—Yo confío en ella, Angelo —rebate, cruzándose de brazos—. No creo que sea una jodida soplona, ¿vale? Tiene que haber otra explicación.

Imito su posición, resoplando.

Me jode tener que repetirle lo mismo que le dije cinco minutos atrás en la cocina, cuando al bajar en pijamas a desayunar, notó la ausencia de la gemela de mi mujer en la mesa y no tardó ni medio segundo en preguntar por ella.

El drama vino después. Y Lia y Stefano también están siendo testigos de él.

—A ver, hermanita, ilumíname. ¿Cuál podría ser esa otra explicación? ¿Qué podría explicar el hecho de que el maldito federal que tiene por novio se apareciera justo anoche en uno de nuestros clubs?

«Cuando nunca antes habíamos tenido actividad policiaca ahí dentro.»

Ella separa los labios, temblorosos, luego de unos segundos los vuelve a cerrar. Y así un par de veces hasta que finalmente termina perdiendo los papeles, batiéndose como cuando tenía cinco.

—¡No lo sé, joder! Pero algo ha de haber. —Se revuelve el cabello—. ¡Si tan solo le permitieras explicarse en lugar de comportarte como un maldito ogro!

—¡Le di una oportunidad cuando llegamos a casa! ¡Maldita sea!

—¿Y qué te dijo?

—¡Nada! Eso fue lo que me dijo, absolutamente nada. Y el que calla otorga, Fiorella.

Ella pone los ojos en blanco, exasperándome.

—De seguro estaba asustada. Con esa actitud de mierda que te cargas quien no lo estaría.

Seducir a la Mafia  [Pasiones Peligrosas #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora