C A P Í T U L O 13. «UN RICORDO DELLA MORTE»

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Música: Earned it / The Weeknd

UN RICORDO DELLA MORTE

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No doy ni para hablar. Todo mi cuerpo acaba de ser tomado por una mezcla de miedo, culpa y ansiedad. Acabo de cargármelo todo, joder.

—¿Cómo? —Matteo se me adelanta, poniéndose de pie—. ¿Por qué?

—Porque en mi casa no hay cabida para las putas, por eso.

—¡Angelo! —grita—. ¿Pero qué mierda te pasa?

Y con esa pregunta su primo parece terminar de perder los papeles.

—¡Soy el maldito Boss para ti! —le devuelve Angelo dando un par de zancadas que lo dejan frente a nosotros—. Y no te pago para que te andes enrollando con la hermana de mi mujer en medio del bosque.

Me pongo de pie solo porque no me gusta nada sentirme intimidada con toda su altura.

—¡Nadie se está enrollando con nadie! —me atrevo a decir al fin—. Y aunque así fuera, con quien yo lo haga no es problema tuyo.

—Lo es cuando gastas el tiempo que te concedo para estar con Nicholas, en... esto —dice como si mi mera presencia le produjera ganas de vomitar.

—El niño se quedó dormido hace un rato y decidimos salir a tomar aire, eso no te da el derecho a prohibirme las visitas, maldita sea.

—Me da todo el derecho del mundo, Angelina. —Me mira a los ojos sin un atisbo de pena—. ¿Sabes por qué? ¡Porque esta es mi maldita casa y las reglas las pongo yo! Así que vamos. —Me toma por el brazo y comienza a tirar de mí con una fuerza bestial.

—¡Angelo, maldición, la estás lastimando! —le riñe Matteo con los dientes apretados, siguiéndonos.

Angelo se detiene, me arranca la chaqueta de cuero de los hombros y se la tira en la cara.

—No te atrevas a seguirnos, Matteo —le advierte en un tono que dejaría helado a cualquiera—. Y en lo que yo salga por esa puerta quiero que te largues a Paradigma y soluciones el maldito problema que tenemos ahí. Eso es lo único que deberías estar haciendo.

—Te recuerdo que fuiste tú el que me pidió vigilarla —sisea Matt, mirando con rabia la mano que me sujeta con fuerza.

—Está claro que intentabas hacer mucho más que eso —le devuelve su primo antes de repetirle—: No nos sigas.

Y sin valerle de nada mis gritos, mis quejas y mis súplicas, vuelve a tirar de mí en dirección a la casa y me lleva a rastras hasta el parking, donde le ordena a Stefano que me vende los ojos y me ate las manos.

—¿Quiere que la lleve, señor? —escucho que le pregunta el chico cuando yo ya estoy sumida bajo la oscuridad de la tela.

—Lo haré yo.

—En ese caso puedo escoltarlo en el otro auto, boss.

—No, Stefano. Voy solo.

—Pero...

—¡Que voy solo! —le grita, haciéndome dar un brinco.

—Como ordene, jefe.

Angelo no ha dejado que tome mi abrigo, y sin ningún tipo de cuidado ordena que me tiren en el asiento trasero de su auto como si no valiera nada.

El camino hasta Brooklyn Heights me lo paso conteniendo las enormes ganas que tengo de echarme a llorar. Ni siquiera he podido despedirme de Nicholas, y lo que más me duele es saber que después de esto las probabilidades de que me pueda acercar de nuevo a él son mínimas.

Seducir a la Mafia  [Pasiones Peligrosas #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora