C A P Í T U L O 30. «TI SONO MANCATO, RAGAZZA?»

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TI SONO MANCATO, RAGAZZA

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—Vamos, preciosa, sé que puedes hacerlo mejor —asegura en un susurro sobre mi oído, tomándome por las caderas para estabilizarme—. Solo... tienes que moverte un poco más rápido, ¿sí?

—Lo intento —jadeo, sudorosa—. Pero es que... está muy duro, Matt.

—Siempre va a estar así de duro, Angelina. —Su tono de voz se escucha demasiado sugerente—. Tendrás que ir acostumbrándote, ¿no crees?

—Entonces además de entrenador experto también eres payaso de profesión —Me vuelvo para mirarlo con las cejas alzadas—. ¿Cuánto te pagan por eso, Matteo?

Él se echa a reír.

—Vamos, mal pensada, estaba hablando del saco —dice, pegándose más a mi cuerpo para demostrarme todo lo contrario.

Contengo la maldita respiración al sentirlo contra mis nalgas.

«Joder»

Desde la noche en la que Matt me sacó de la cueva, nos hemos estado acercando mucho más. Yo casi siempre estoy con Nicholas en su habitación, o en el salón de juegos, haciendo un esfuerzo sobrehumano para no trasmitirle toda la tristeza que me ha embargado desde aquella maldita noche en Euforia.

Aunque todavía me está costando definir a que se debe mi nostalgia en realidad. Puede que se trate de una combinación de todas las cosas que han estado pasando en mi vida desde que recibí esa llamada.

Justo cuando mi vida había dejado de girar en torno a recuperar a mi hermana gemela, cuando había aceptado que esa era la vida que ella había escogido, que tenía que aceptarlo y continuar con la mía, olvidarme de esa obsesión y la culpa.

Justo cuando comenzaba a perdonarme por lo que le había hecho, el nombre de Loren apareció brillando en la pantalla de mi celular.

Y todo dentro de mí se renovó.

—Hola, bomboncito —pronunció con la voz apagada al otro lado de la línea. Mi corazón ya se estaba preparando para lo que se venía cuando cerré la puerta de mi oficina.

Sabía que solo había una razón para que me estuviera llamando después de tantos años: una promesa por cumplir.

—Le sucedió algo, ¿verdad? —dije, y me dolió saber que nuestra conexión estaba ya tan perdida y oxidada, que mi sistema no pudo ni siquiera avisarme con anterioridad que algo andaba mal.

Que andaba peor de lo que ya me había imaginado.

—Lo siento, querida. Pero tu hermana se quitó la vida ayer en su habitación. Cuando Angelo la encontró ya era demasiado tarde.

Algo en mi interior se retorció, algo doloroso y amargo. Y lo primero que se me vinieron a la cabeza fueron las marcas que había observado sobre su cuello la única vez que nos habíamos visto desde que yo estaba en la ciudad.

La tristeza de sus ojos.

—¿Ella... se suicidó? —Tuve que apoyarme contra la pared para no venirme abajo, mis lágrimas ya comenzaban a bañarme la cara.

Frente a mí se vislumbraba la ciudad de los sueños, a través de los ventanales de cristal. Pero todos los míos acababan de romperse.

Todos la creían muerta desde hacía años, todos la dejaron atrás, incluso mis padres, mientras yo seguía ahí buscándola. ¿Y todo para qué? ¿Para enterarme que al final había muerto siendo infeliz?

Seducir a la Mafia  [Pasiones Peligrosas #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora