LA MELODÍA DELLA BESTIA
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La luz de la luna que se cuela a través de las cortinas me confirma que afuera sigue siendo de noche.
Mis parpados luchan por despegarse y mi vejiga por resistir la presión. Aun así, me tomo mi tiempo buscar entre las sábanas a la bestia culpable de que todo el maldito cuerpo me duela.
Me trago la punzada de decepción que me atraviesa el estómago al descubrir que me encuentro acompañada únicamente por el aroma a sudor y perfume que ha dejado impregnado por toda la habitación.
Igual que la noche anterior, y la anterior a esa. Y todas las jodidas noches de la última semana.
Apoyo los pies en el suelo, fijándome en la hora que marca el reloj de la mesita de noche: «03:04 AM».
Dejo escapar el aire, y me encamino al cuarto de baño cubierta únicamente por los chupetones que el muy maldito dejó regados por toda mi piel.
—Me estás marcando, maldita bestia —le reclamé en un jadeo mientras se hundía muy profundo en mi interior.
—Eso es precisamente lo que deseo hacer, angelito —me respondió él con una sonrisa tan divertida y sensual que a punto estuvo de desencadenarme otro orgasmo—. Quiero que cada vez te mires al espejo, recuerdes que de ahora en adelante me perteneces.
—Todas las marcas se borran con el tiempo, Angelo.
—Quizás, pero para cuando eso ocurra, yo ya estaré listo para marcarte de nuevo, maldita ragazza. Tu castigo será que nunca podrás librarte de mí.
Mi cuerpo se sacude ante ese recuerdo, y me jode que no sea por las razones moralmente correctas.
Después de vaciar mi vejiga en el inodoro me meto en la ducha, decidida a arrancarme su olor de la piel. De lo contrario creo que terminaré volviéndome loca.
No voy a mentirme a mí misma diciendo que me arrepiento de todas las malditas veces que hemos terminado follando entre besos apasionados e insultos mordaces, pero sí que me siento decepcionada por la poca fuerza de voluntad que he demostrado cada que ese imbécil se escabulle a media noche en mi habitación.
Lo peor es que en durante el día ni siquiera le veo la cara, y por la noche me deja tan exhausta que nunca consigo quedarme despierta el tiempo suficiente para echarle en cara lo bestia que es.
Desde que pisé esta casa supe que Angelo Lombardi no podría ser, ni por asomo, mi presa, pero nunca sopesé la idea de que yo terminaría convirtiéndome en la suya. Que con todo el desprecio que me tiene, querría que lo fuera.
Siendo sincera, todavía no puedo fiarme completamente de él. Así como estoy segura, él tampoco puede hacerlo de mí.
Cuando salgo de la ducha me coloco una bata limpia, el albornoz, y me calzo unas zapatillas antes de abrir la puerta con cuidado de no hacer ruido.
Me asomo en la habitación de Nick, pero como lo suponía, su cuna se encuentra vacía. Le doy un vistazo a la puerta de Angelo sintiéndome tentada a pegar la oreja en la madera para comprobar que se encuentre ahí, dormido, desnudo, y con una erección que gustosa metería de nuevo en mi boca hasta que desaparezca.
«Joder».
La rapidez con la que me muevo en dirección a las escaleras solo refleja el miedo que me da cometer una idiotez más grande de las que ya he cometido. De modo que intento convencer a mi cuerpo de que toda el hambre que acaba de despertarse en mi interior se debe a las calorías que he perdido con él en la cama con la bestia y no las ganas que tengo de volverlo a probar.
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Seducir a la Mafia [Pasiones Peligrosas #1]
RomanceAngelo Gabriele Lombardi lo único que posee de un ángel, es su belleza. Como líder de la mafia italiana de Nueva York, sus manos portan la sangre de sus más acérrimos enemigos, su piel, las marcas de una bestia, y su corazón, la promesa de proteger...