DELLA MORTE
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Entierro las uñas en la piel de su espalda, aferrándome a la sensación que me produce toda su dureza entrando y saliendo de mi interior. Feroz. Intensa. Durísima.
—Oh, joder —gruñe sobre mi oído, embistiéndome otra vez.
Mis ojos, cerrados por el placer, no se resisten a la búsqueda de los suyos, abriéndose. Porque necesito admirar el brillo lujurioso que han adquirido gracias a mí. Necesito mirarlos y comprobar por mí misma, una vez más, todo el deseo que soy capaz de despertar.
—Más, cariño. Vamos, más duro —le pido en un gemido, muy cerca de sus labios, asomando la punta de mi lengua para recorrerlos. Así, húmedos, hinchados y provocativos debido a la presión que ejercen mis dientes en medio de nuestros besos. Él cierra los ojos y mis órdenes no demoran en ser obedecidas por él, llenándome más—. Sí, Dios, así....
Mis gritos solo consiguen excitarlo, aumentando la velocidad de sus estocadas, haciéndome gemir, suspirar y sentir una concentración de energía casi mágica en lo bajo de mi vientre. Una que se vuelve más y más grande. Tan grande como la masculinidad que me la está provocando.
—¿Así es como te gusta? —Una nueva estocada dura y eficaz me hace jadear de puro deleite—. Necesito que me lo digas esta vez, Angie. ¿Te gusta? —Sus ojos no se separan de los míos.
Me muerdo los labios, incapaz de darle lo que me pide. Lo que necesita. Porque aquí, en medio de las sábanas, la que siempre hace las preguntas soy yo.
—¿Te gusta a ti? —Levanto las caderas en busca de esa posición en la que no queda un solo centímetro de su polla que no se termine deslizando dentro de mí.
Su gruñido me responde incluso antes que lo hagan sus palabras:
—Me gustas tú —emite apoderándose de mis labios con fiereza antes de abrazarme por la espalda y alzarse conmigo acuesta.
Su espalda termina pegándose contra el respaldo curveado de la cama y mi cuerpo sobre el suyo, abierta de piernas, dispuesta.
Me aferro con fuerza a sus hombros mientras las venas de su miembro recorren mis paredes con cada movimiento ascendente y descendente, haciendo que me contraiga para sentirlo mucho más.
Estoy tan mojada.
El chico me sonríe, perverso, juguetón, tomándome por las nalgas y comenzando a controlar la velocidad de las penetraciones. Primero lentas, y luego rapidísimas, de esas que convierten nuestras pieles en perlas brillantes.
Como sus ojos, que ahora mismos resplandecen cual piedras de zafiros.
—¿Algún día me dirás lo mucho que te gusta cuando te follo? —pregunta con los dientes apretados antes de levantar las caderas al tiempo que me empuja hacia abajo, contra su polla, haciéndome gritar—. ¿Algún día, nena...?
Aprieto los labios, conduciendo una mano a mi centro para comenzar a tocarme. No aguanto más. Quiero llegar antes de terminar alimentando su ego con una absoluta y completa verdad: me encanta follar con Noah García.
Es un maldito Dios en la cama. Es mucho más de lo que incluso soy capaz de admitir conmigo misma.
—Deja que sea mi cuerpo... el que te de la respuesta, chico sexy —murmuro, sonriendo entre jadeos, enredando una mano en su cabello mientras la otra se sincroniza ahí abajo con las embestidas que me da.
Mis dedos se mueven de forma acelerada, casi violenta sobre el punto de máximo placer que posee mi cuerpo. Echo la cabeza hacia atrás, tirando de su cabello con fuerza, confundiendo sus gruñidos con los míos.
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Seducir a la Mafia [Pasiones Peligrosas #1]
RomanceAngelo Gabriele Lombardi lo único que posee de un ángel, es su belleza. Como líder de la mafia italiana de Nueva York, sus manos portan la sangre de sus más acérrimos enemigos, su piel, las marcas de una bestia, y su corazón, la promesa de proteger...