C A P Í T U L O 28. «LA SEDUZIONE È UN'ARMA A DOPPIO TAGLIO»

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LA SEDUZIONE È UN'ARMA A DOPPIOTAGLIO

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Unos insistentes golpes en la madera son los culpables del mini infarto que siento al abrir los ojos y encontrarme con otro par, negros y oscuros, mirándome fijamente desde la estantería.

«Joder»

Llevo más de una semana durmiendo en esta habitación y me siguen produciendo terror las muñecas de Fiorella. Incluso de día.

Y como si la hubiera estado invocando invocado mientras me levanto y me coloco el albornoz, es con ella con quien me consigo al llegar a la puerta y abrirla.

—¡Angie! —La chica salta sobre mí para abrazarme. Y la falta de coordinación combinada con el sueño casi ocasiona que el suelo también se una a esta muestra tan efusiva de cariño—. ¡Dio mio! Cuando Matt me dijo que estabas en tu habitación no le creí.

—Técnicamente es tu habitación, Fiorella —murmuro sobre todo el cabello rubio que se me está metiendo en la boca.

Ella se ríe mientras murmura un «Vale, vale», meciéndonos antes de separarse para darme dos besos como acostumbran los italianos.

Sus ojos me miran con una mezcla de pena y culpabilidad un segundo después.

—¿Estás bien? ¿No te hicieron daño? —Niego con una media sonrisa en los labios.

—Estoy bien, Fior. Tranquila.

Ella suspira.

—Lo siento mucho, Angie, de verdad. Mi hermano es un...

—Por favor, no me hables de él —le pido, dándome la vuelva para entrar al cuarto de baño. Necesito lavarme los dientes y mojarme la cara para poder sentirme propiamente despierta—. ¿Qué hora es?

—Casi las once.

—¡¿Qué?! —Me vuelvo para mirarla con el cepillo dental y la crema en la mano.

Sabía que ya era tarde cuando Matteo me trajo de vuelta a la casa a través del frío y oscuro bosque de la colina, pero no me molesté en preguntarle mientras me comía los emparedados que él había preparado para mí —asegurando que eso no era lo mejor que sabía hacer sino lo más rápido— y le limpiaba los cortes que le había dejado Angelo en la cara.

—Sí, lo sé. Las dos nos hemos levantado tardísimo hoy. —Se recuesta contra el marco de la puerta con los brazos cruzados. Lleva puesto con un top blanco que le dejan el estómago al descubierto, unos pantalones de chándal rosados, y los pies descalzos—. Hasta mi madre se ha ido a la iglesia sin mí —agrega con una sonrisa que demuestra lo poco que le molesta ese hecho.

Su cabello tiene aspecto de cebolla en lo alto de su cabeza y unos mechones le caen sobre ese par de ojos verdes que se muestran rojos e hinchados. Lo que me hace suponer que al igual que yo ella también estuvo llorando.

Espero que solo se trate de eso.

—¿Dónde está Nick? —le pregunto antes de comenzar a lavarme los dientes, sintiéndome ansiosa de volver a verlo.

No lo hago desde el viernes por la noche, antes de salir de esta casa en el Bugatti de la bestia. Y la verdad es que lo extraño horrores.

«¿Cómo algo tan chiquito consigue producir un sentimiento tan grande?»

—Está abajo con Lia, no te preocupes. Ella siempre ha cuidado muy bien de él. Desde que nació.

—Seguro que sí. —Escupo sobre el lavado y abro el grifo para enjuagarme la boca. Luego me lavo la cara y una vez que he terminado de cercarme, dejo la toalla en el tendedero y le dedico una mirada a Fiorella—. Con el chico vampiro, ¿eh? Quién lo diría. —Ella agacha la cabeza, entendiendo perfectamente a lo que me estoy refiriendo.

Seducir a la Mafia  [Pasiones Peligrosas #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora