Música: Into You / Ariana Grande
MI SEI MANCATO TANTO
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Con uno de los soldados delante y el otro detrás, Angelo y yo comenzamos a subir las escaleras que conducen a la azotea de Euforia, tomados de la mano.
Intento no mirar hacia atrás, pero puedo sentir los ojos de quienes permanecen en el palco, persiguiéndome hasta que las puertas dobles se abren para nosotros y el cielo nocturno de Nueva York nos recibe.
Uno donde las estrellas se ven opacadas por las luces de la ciudad que nunca duerme.
La ensordecedora letra de Zedd con Clarity se queda atrapada tras las puertas cuando se cierran para ser sustituida por otra mezcla que no reconozco.
El Empire State Building se alza imponente frente a nosotros, brillando hasta la cima de la antena con luces multicolores que casi parecen estar a punto de rozar un cielo que es tan oscuro y profundo como el alma de mi acompañante.
El espacio acá arriba es igual de enorme al que sigue vibrando bajo nuestros pies, y cuenta con las mismas divisiones clasistas. Reservados con las mejores vistas para los más ricos y poderosos, y otros más sencillos para aquellos que no tienen dinero para comprarse una isla completa, pero sí una mansión en The Hampton.
Una barra de cristal reluciente se encuentra a un costado, y al otro extremo, toda una esquina dispuesta para el DJ y su equipo. En el centro se aglomeran aquellos que buscan entrar en calor bajo el sonido de una música que se pierde entre la inmensidad de la noche.
Me acerco casi corriendo hasta la barandilla de hierro y cristal que bordea toda la azotea, ignorando las quejas de Angelo cuando gruñe algo sobre tener que revisar primero el perímetro.
Necesito ver y respirar. Necesito sentirme libre después de la sensación que me ha perseguido durante toda la semana de ser una prisionera en aquella casa tan grande y hermosa.
Y cuando finalmente lo hago, cuando mis manos se posan sobre el gélido metal y mis pulmones se llenan con el frío otoñal que cala con más intensidad desde las alturas, me doy cuenta de cuánto se pueden llegar a apreciar los pequeños placeres de la vida después de que se nos han privado de ellos.
Miro la ciudad a través de unos ojos que no son míos y descubro que desde que llegué a Nueva York nunca antes había tenido unas vistas de Midtown Manhattan tan hermosas como estas.
Sin poder evitarlo, en mis labios aparece una sonrisa. Y todo el calor que estaba sintiendo minutos atrás, desaparece.
—Euforia tiene las mejores vistas del Empire State en toda la ciudad. —Su voz consigue sobresaltarme cuando aparece a mi lado, haciéndome entrega de otro Cosmopolitan—. Eso era lo que mi padre solía decir, lleno de orgullo.
—¿Acaso tu familia también es dueña de ese edificio? —inquiero dándole el primer trago a mi copa.
—No. Pero resulta que mi tatarabuelo trabajó durante su construcción en 1930.
—¿Antes de convertirse en mafioso? —Lo miro con una ceja enarcada.
Angelo sonríe, divertido.
—Al contrario, ragazza. Siendo uno. En sus inicios su trabajo consistía en la venta y distribución de tabacos entre los más de tres mil cuatrocientos obreros que se partían el lomo pegando bloques y cargando vigas.
—Ya lo veo —bufo—. Se nota que tú familia ha escogido desde siempre el camino más fácil.
—Yo no diría que fácil sea la palabra correcta, angelito —repone—. Yo diría que «lucrativo» es la mejor manera de describirlo.
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Seducir a la Mafia [Pasiones Peligrosas #1]
RomanceAngelo Gabriele Lombardi lo único que posee de un ángel, es su belleza. Como líder de la mafia italiana de Nueva York, sus manos portan la sangre de sus más acérrimos enemigos, su piel, las marcas de una bestia, y su corazón, la promesa de proteger...