QUESTO È UN INICIO
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Un año.
El primer año de vida de Nicholas Gabriele Lombardi White dentro de la mafia italiana de Nueva York.
Hace menos de dos meses ni siquiera sabía de su existencia, y ahora estoy disfrutando el sabor agridulce que me produce celebrar el día de su nacimiento en víspera de Navidad.
—Todavía no sé por qué Angelo decidió invitar a los Montiglio —pronuncia Fiorella sobre mi oído, mirando con recelo al chico de ojos bonitos y sonrisa perversa que, al otro lado de la mesa, comparte con nosotros una cena a la que me he visto obligada a asistir con lentillas.
Yo también lo miro, y las palabras que dijo Angelo aquella noche en Euforia comienzan a tomar más fuerza que nunca en mi interior. Un mal presentimiento se asienta en mi estómago como piedras.
—No lo sé —decido mentir a pensar de tener una idea bastante clara de lo que Angelo está planeando hacer con su hermana.
Fiorella le dedica una última mirada asesina a Alexei antes de regresar a su plato, refunfuñando un «No lo soporto» por lo bajo.
—Figlioccio mio —pronuncia Massimo captando la atención del que ahora sé que es su ahijado—. ¿Por qué el underboss no nos ha honrado con su presencia esta noche?
—Tenía asuntos que resolver —le responde Angelo con una seriedad que no lo ha abandonado desde que tuvimos aquella conversación en la fuente del ángel, un par de días atrás.
Días en los que ni siquiera hemos hablado. Días en los que me ha jodido saber que pese a toda la historia que le conté, es posible que siga sin creerme.
Que haya preferido confiar en la palabra de su esposa y no en la mía.
—¿En víspera de navidad? —inquiere el hombre, cubriéndose los labios antes de toser.
Esa enfermedad parece estar acabando con él.
—Nuestros negocios nunca descansan, padrino —le responde Angelo, tomando mi mano para dirigirla a sus labios.
El beso que deja sobre mi dorso envía una corriente de electricidad por todo mi cuerpo, pero intento disimularlo mejor de lo que Beatriz disimula su incomodidad, removiéndose en su silla.
Sin embargo, sé que no lo ha hace porque le resulte bizarro ver a su hijo adorando a una mujer que no es con la que contrajo matrimonio tantos años atrás, sino porque al igual que yo, sabe que la ausencia de Matteo se debe a que no soporta compartir mesa con un integrante de la familia rusa que hizo picadillo a su madre.
Alta, estilizada, y con una cabellera dorada que parece la de una reina, Alexandra Petrova podría definirse como un epítome de la belleza. Pero sus ojos... esos parecen un par de esmeraldas frías y crueles.
Aparto la mirada cuando ella se vuelve en mi dirección y el resto de la cena transcurre en una enervante tranquilidad.
Siento que esta noche las cosas podrían terminar muy mal si no me esfuerzo en fingir que soy la letal y perfecta «Dama de la Mafia», lo cual resulta bastante difícil cuando no digo más de dos palabras seguidas durante todo el rato.
Por suerte, Lia entra al comedor con el pastel de cumpleaños cuando las preguntas de Massimo me están azotando como un vendaval. Y mientras le cantamos «Happy Birthday» a Nicholas, me olvido de todo lo que me rodea.
Me olvido de lo mucho que me ha afectado la distancia de Angelo, la ausencia de Matt, y mi temor por el destino de Fior.
Pero no puedo hacer demasiado por lo último, ya que es el mismo Massimo quien trae el tema a colación cuando nos ubicamos en el salón de la estancia para comenzar a abrir los regalos.
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Seducir a la Mafia [Pasiones Peligrosas #1]
RomantikAngelo Gabriele Lombardi lo único que posee de un ángel, es su belleza. Como líder de la mafia italiana de Nueva York, sus manos portan la sangre de sus más acérrimos enemigos, su piel, las marcas de una bestia, y su corazón, la promesa de proteger...