C A P Í T U L O 20. «LA MIA DONNA, ANGELINA»

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LA MIA DONNA, ANGELINA

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¿Entonces todo se trataba de un teatro, Angelo? ¿El velorio, el entierro, todo? —Mi mandíbula se tensa en respuesta—. ¿Tu mujer no está muerta?

—No. No lo está —digo, sintiendo que las palabras me queman al salir.

«Daría lo que fuera para que no lo estuviera»

Joder, aún no has dejado la manía de utilizar a tu mujer como detonante para la guerra, eh —exclama, y la maldita carcajada que deja salir me pone a hervir la sangre en las venas—. Estás jugando con fuego, niño.

—Mi nombre es Angelo —le recuerdo—. Y está claro que de niño no tengo nada. Sé lo que hago y por qué lo hago.

Esta vida me ha ensañado a jugar sucia e inteligentemente. No me esperaba la llegada de Angelina, mucho menos que ella se convirtiera en el blanco de mis enemigos, pero ahora que ha sucedido, debo tomar ventaja de ella. Aunque su creencia esté siendo completamente errada.

Tienes a todo el puto submundo hablando de ti, Angelo.

—¿Y cuándo es que no lo hacen? —resoplo una carcajada—. ¿Tan rápido te olvidas de quien soy y por qué te conviene tenerme de tu lado, Howland?

Escucho una especie de sonido grave y gutural como respuesta.

Por supuesto que no, así como tampoco deberías olvidar tú por qué te conviene tenerme a mí del tuyo, Lombardi —dice con mayor seriedad—. Si quieres que eso siga siendo así, vas a tener que hacerle frente a los Conti y dar la cara de la mano de tu mujer.

—¿Estás intentando...?

No te duró mucho el engaño, Angelo —me interrumpe—, por lo que ahora debes salir y demostrar que el golpe no ha conseguido echarte para atrás.

—Creo que eso quedó bastante claro el domingo pasado, en el Hell Gate, ¿lo recuerdas?

Mataste a la hija de un policía corrupto, bravo por ti. Pero eso no te confiere una victoria en la guerra que iniciaste en Pandemónium por... ¿por qué mierda la iniciaste en primer lugar? «Porque los malditos mataron a mi mujer, por eso» Pienso en gritarle, pero me mantengo en un silencio peligro—. En serio, Angelo, tenías el poder en tus manos, no logro entender con qué finalidad fingiste la muerte de tu dama.

—Y no es necesario que lo hagas —le devuelvo con mordacidad, porque no tengo una respuesta para algo que nunca pasó, y porque, aunque la tuviera, no estoy en el deber de dársela.

Lo escucho suspirar.

Como sea, ahora debes que dar la cara. Tienen que hacerlo los dos.

—Yo no le debo nada a nadie, Howland —le suelto en un gruñido de pura obstinación.

Por supuesto que lo haces, le debes a todos los clanes que te apoyan, y me debes a mí y a mi gente. Tu dominas la mafia, pero tu poder se mantiene gracias a nosotros. Los que te respaldamos y cuidamos el maldito culo para que sigas estando en el trono. Sal y demuestra que Evelyn y tú siguen siendo un equipo indestructible. Sal y déjale claro a todo el submundo que ahora son más fuertes que nunca.

—¡Deja de darme órdenes, maldición!

No soporto escucharlo decir todo ese montón de mierda cuando no es más que un puto espejismo. Una realidad que dejó de ser tangible en el mismo momento en el que mi esposa dejó de respirar.

Seducir a la Mafia  [Pasiones Peligrosas #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora