C A P Í T U L O 3. «ARMA LETALE DI SEDUZIONE»

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ARMA LETALE DI SEDUZIONE

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Cuando pisé Nueva York por primera vez, no podía creer que el motivo de mi llegada fuese precisamente el de encontrar a mi hermana desaparecida.

Siempre había tenido el sueño de viajar por el mundo. De conocer. De explorar. Crecí viéndome a mí misma como un alma libre.

Quizás haya sido por eso que los sueños de Fiorella consiguieron conmoverme tanto. De alguna forma pude verme reflejada en ella.

Una chica soñadora atrapada en una caja de terrible realidad.

La de ella, una vida condenada a las cadenas de la mafia. La mía, una vida de remordimiento y culpabilidad.

Una vida en la que todos esos sueños de adolescente se veían desplazados con cada lágrima que mi madre derramaba mientras preparaba la cena, intentando aparentar una normalidad familiar que se había esfumado en el mismo instante en el que lo había hecho mi hermana a través de la puerta.

No podía soportarlo. Se me rompía el corazón al ver a mi familia tan destruida. Sin un atisbo de esperanza.

Haberme quedado callada no había servido de nada. Mi hogar se había caído a pedazos con la partida de Evelyn. Y a esas alturas, contarle lo que sabía a mis padres..., lo que estaba escondido en el celular que seguía manteniendo lo mejor resguardado posible, no les habría traído más que dolor.

¿Qué sentido tendría cuando en ese momento sentía que todo lo que estaba pasando carecía por completo del mismo?

Ya habían pasado un mes desde que mi hermana había desaparecido. Las probabilidades de que apareciera viva para entonces eran casi nulas. La policía, de forma subliminal, había tratado de hacernos entender aquello. Pero yo no tenía intenciones de quedarme de brazos cruzados.

Estábamos hablando de mi gemela. Si ella hubiera muerto, yo lo habría sentido. Estaba segura de eso.

Pero al mismo tiempo sabía que no podía seguir causándole más preocupaciones a mis padres. Tenía que comenzar mi carrera universitaria, tenía que fingir que mi vida seguiría su rumbo pese a todo.

Fue entonces cuando lo supe, supe que ya no sería capaz de dedicar mi vida a viajar por el mundo. Ahora tenía que cumplir con un deber moral: el de encontrarla.

Dedicarme al campo investigativo a través de una carrera policiaca me llevaría años de estudio y entrenamiento, pero sobre todo de experiencia y excelencia en el campo para llegar a ser como ese detective que nos había visitado un par de veces en casa para hacernos preguntas relacionadas a mi hermana.

Yo le mentí en casi todas las que me hizo.

Deseaba ser él para no tener que hacerlo. Para tener acceso a todas sus herramientas y, por consiguiente, a la oportunidad de encontrarla.

Pero también era realista. Y fue precisamente por eso que decidí tomar la carrera de periodismo. Necesitaba aprender a investigar, a seguir las pistas, a sonsacar información.

De lo contrario sentía que me volvería tan loca como me sentí aquella noche cuando regresé a mi habitación y descubrí que ella ya no estaba.

No quise alertar a mis padres con su ausencia de inmediato. Me dije a mí misma que debía haberse ido con Arthur, que esperaría hasta la mañana para buscarla y hacerle saber que mi boca se mantendría cerrada, pero cuando pregunté por ella en la recepción de Moon White Company —la empresa pionera en fabricación de trajes de vestir de todo Reino Unido—, me informaron que ella no se había presentado a trabajar.

Seducir a la Mafia  [Pasiones Peligrosas #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora