C A P Í T U L O 26. «DELLA MIA FAMIGLIA»

7.9K 646 89
                                    

Música: Lovely de Billie Eilish y Khalid

DELLA MIA FAMIGLIA

_________________________

—Bueno, figlioccio, adelante. Ponte cómodo. —Massimo señala la silla frente a su escritorio, cubriéndose la boca cuando comienza a toser—. Perdona, hijo. Esto es... cosa del cáncer.

—No pasa nada. Tranquilo.

—Tú puedes tomar asiento por allá —le indica a Stefano un rincón del despacho, sin ánimos de ocultar la tirria que le sigue teniendo al apellido Bonano—. Orazia, tráele algo de tomar a mi ahijado.

—Te lo agradezco, pero no hace falta. Estoy bien así —le aseguro tomando asiento frente a él.

Stefano, ignorando la sugerencia de mi padrino, decide mantenerse de pie a mi derecha, aunque a una distancia prudente del escritorio. No me molesto en ordenarle que se siente, esto será breve.

La empleada se retira cerrando las puertas dobles con mucho cuidado de no hacer ruido, y cuando nos quedamos solos el viejo frente a mí deja escapar un suspiro.

—Habías tardado demasiado en aparecerte por aquí, Angelo. —Massimo se ahorra toda clase de formalismo conmigo. Supongo que es su derecho al ser mi padrino y haberme visto crecer.

Y puede que alguna vez yo pudiese haberlo considerado alguien de mi entera confianza. Della mia famiglia. Pero después de todo lo ocurrido en el pasado, mi núcleo familiar se redujo tanto que tuve que comenzar a ser selectivo. Mi madre, mi esposa, mi hermana, mi primo y Stefano. El resto, solo serían piezas en un juego de ajedrez que se moverían a conveniencia mía.

—No habrás creído que no me tomaría mi tiempo para venir a verte, ¿o sí?

—La verdad, te estoy esperando desde que se dio a conocer públicamente mi estado de salud. Aunque es entendible que con todo el teatrillo que tuviste que armar con la muerte de Evelyn, no tuvieras tiempo para venir a despedirte de tu padrino. —Se me tensa la mandíbula—. Te felicito, por cierto. Hasta yo me lo creí.

—Pues que bien, porque esa era la idea. —Me obligo a fingir una sonrisa, tomando mérito sobre algo que en realidad solo me ha jodido la maldita vida.

—Siempre supe que no dejarías que los Conti se salieran con la suya como si nada. —Se cubre la boca para volver a toser—. No después de haber colaborado con Valentino para matar a tu padre y tortu...

—Entonces, ¿me estabas esperando? —lo corto.

Me importa una mierda que sus intenciones sean buenas. Sacar a colación el apellido Rinaldi en alguna conversación siempre consigue sacar lo peor de mí. Y ahora mismo no es momento para perder el control.

Massimo suspira.

—Sí. Te esperaba, Angelo. Y ya me hago una idea a lo qué has venido.

—¿De verdad? —inquiero con una sonrisa retórica, retadora.

—Tu padre, tu tío y yo fuimos amigos durante toda una vida —rememora con la voz temblorosa—. Pero a Giovanni lo conocía mejor que a nadie, y tú, figlioccio, eres igual que él.

—No del todo —repongo con un sabor amargo en el paladar.

Massimo se deja caer contra el respaldo de su sillón, analizándome como solo es capaz de hacerlo alguien que conoce y ha vivido demasiado.

—Tienes los mismos ojos hambrientos que él —dice—. Y su poder de liderazgo. Pero estás en lo correcto. No te le pareces en todo, Angelo. En ti hay... algo mucho más oscuro y peligroso.

Seducir a la Mafia  [Pasiones Peligrosas #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora