«Tengo que comer» pensaba, intentaría hacer una herramienta de caza como pudiese. Varias horas de intentos fallidos le fueron suficientes hacer una lanza muy primitiva para poder cazar algún animal, una piedra filosa que encontró y algo de enredadera frágil, haciendo que la punta quedara floja.
—Es mejor que nada..., supongo —Miraba con atención la lanza, a esta se le cayó la punta, no la había amarrado lo suficientemente fuerte —. Un fallo de diseño —Tomó de nuevo la punta y la colocó en su sitio, esta vez la amarró lo más fuerte que pudo sin romper la enredadera en el intento, esta vez mantenerla fija en el lugar y quedó conforme.
Caminó por el bosque un largo rato, mirando atentamente su alrededor, desde la grama hasta las grandes copas de los árboles. Distinguió entre la hierba, los árboles y arbustos un animal pequeño, un conejo, lo rodeó hasta estar fuera de su campo visual, intentó acercarse con lanza en mano procurando mantener el silencio, había una rama seca entre la grama, al estar completamente concentrado en el conejo, se descuidó y pisó la rama, rompiéndola, el crujido rebotó en las orejas del conejo, alertándolo, por instinto natural corrió lejos, Makoto se desalentó, suspiró y clavó su lanza en el suelo.
—Debo estar al tanto de mi alrededor, de otra forma no lograré nada... —Dijo, sacó su lanza del suelo y empezó a caminar en busca de otra presa.
Aproximadamente 15 minutos después, encontró un venado, pensó que podría lanzarle de lejos la lanza para poder matarle sigilosamente, se escondió detrás de un árbol esperando el momento perfecto, cuando el venado volteó la mirada salió rápidamente para intentar acertar, pero vaciló, se quedó mirando cómo el animal pastaba, tranquilamente. «¿Por qué no puedo lanzar...?, ah, siento lástima por él» Fue su pensamiento, se sentía mal por tener que matar a un animal inocente, no le gustaba eso, pero su sensación de hambre volvió, haciéndolo recapacitar, si no lo mataba, moriría de hambre, una vida por otra, así era el ciclo. Makoto estaba sudando, había caminado un buen rato.
—Lo lamento... –Susurró, respiró profundamente, una gota de sudor corrió por su mejilla hasta su barbilla, oyó la chispa proviniendo de su brazo derecho, con él hizo su lanzamiento, por supuesto, no lo controló él.
La lanza salió de la mano de Makoto a una velocidad increíblemente rápida, el aire que empujaba hacía que las hojas de algunos arbustos se movieran, cuando la lanza estaba a punto de impactar, el venado volteó la mirada y para su sorpresa, vio un objeto volando hacia él, directo hacia su cuerpo, impactó y perforó la piel de su costado izquierdo, le quebró un par de costillas y perforó uno de sus pulmones.
— ¡Le di! —Exclamó, corrió intentando llegar al venado.
El venado comenzó a correr, intentando huir, pero no le serviría de nada, cada segundo que pasaba corriendo aumentaba su pulso haciendo que la sangre llegara más rápido hacia dentro de su pulmón, impidiéndole respirar cada vez más, haciendo que bajara la velocidad. Makoto le seguía de cerca, esperando a que el venado se cansara, o muriera. Pasados tres minutos de persecución, el venado ya había bajado mucho su ritmo, hasta que en un punto paró, su pulmón estaba lleno de sangre y no tenía fuerza para seguir corriendo, Makoto esperó que el venado cayera, se encontraban en una zona con cierto desnivel hacia la izquierda en su superficie que no se notaba a simple vista por lo densa que era la vegetación del suelo, haciendo que este cayera hacia la izquierda, cuando la parte inferior de la lanza tocó el suelo, el peso del animal provocó que siguiera su curso por el interior del cuerpo, terminando de atravesar al completo su pulmón, atravesando su corazón y el otro pulmón restante, el corazón quedó clavado en la punta de la lanza, salió por el otro lado, dejando a simple vista el corazón, el venado gritó repetidas veces por dolor, Makoto cerró los ojos ante tal escena, los gritos cesaron, el animal ya estaba muerto, Makoto se abrió paso entre arbustos hasta donde estaba el cuerpo del animal, que hubiese muerto de esa manera no era su intención, quería matarlo de una forma menos dolorosa y lenta, pero ocurrió todo lo contrario. Makoto pudo apreciar el corazón clavado en la lanza de cerca, la madera llena de sangre le asqueó pero tenía que recuperar su lanza, la sujetó con ambas manos, llenándolas de sangre en el proceso, se sentía tibio y resbaladizo.
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ActionLa humanidad se vio obligada a resguardarse en la seguridad de una islas flotantes creadas artificialmente para mantenerse a salvo de unas criaturas de inmenso tamaño que invadieron la tierra, como método de defensa formaron una fuerza militar espe...