Prólogo

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Las calles de la cuidad del laberinto, Orario, se encontraban llenas de euforia y amargura; pero había un grupo que se encontraba más agitado.

-¡Debemos buscar más pruebas de su inocencia! ¡¡Argonaut-kun no sería capaz de ser un espía!!- una morena chica de cabellos negros y ojos avellana decía esto mientras era secundada por sus amigas.

-Tenemos pruebas suficientes para demostrar la inocencia de Bell-sama; Tiona-sama no tendremos problemas- una pequeña chica castaña hablaba mientras llevaba unos documentos en sus manos.

-Arde-san estás demasiado preocupada por Be... digo, ese humano- pese a no querer admitirlo, la elfa aprendiz de la maga mas poderosa de la ciudad también se mostraba preocupada por el chico condenado.

-Tal y como Lili ha dicho no es momento de mostrar dudas, hay suficiente para decir que el chico es inocente y punto- con una de sus manos sobre sus caderas la otra pelinegra frenó su carrera para recoger uno de los papeles que se resbalaron de las manos de la puntera.

-Debes tener más cuidado con eso, Arde...- a pesar de su inamovible expresión, se notaba la cara llena de preocupacion y remordimiento de la pelidorada.

-¡Ya casi llegamos!- la renard apuntaba a su destino; abriendo la puerta y, casi coincidiendo, las palabras que escucharon las frenaron de golpe.

-Yo me declaro culpable- las esperanzas de victoria de las chicas se vinieron abajo al ver cómo el peliblanco recitó aquellas palabras que lo condenaron a muerte.

-Entonces está decidido... Bell Cranel... ¡Te condenó a pena de muerte por alta traición!- luego de dar su veredicto, el elfo obeso conocido como Royman, dictó la sentencia -¡Se te condena a morir empalado por la Familia que te culpo! Allen Fromel será tu verdugo- antes de dar el golpe final en el estrado, fue deteniendo por el grupo recién llegado.

-¡¡¡ALTO!!!- las voces de las cinco mujeres hicieron voltear las cabezas de todos los presentes.

-Bell-sama no es culpable y tenemos más pruebas de su...- antes de terminar sus palabras un ataque repentino la hizo perder el equilibrio.

-¡¡¡FIREBOLT!!!- pese a sus cadenas la magia de lanzamiento rápido calcino casi en su totalidad la montaña de documentos en manos de la pallum.

-¡Tu ejecución no se retrasará más! ¡Serás ejecutado ahora mismo por atacar a un aventurero!- con un cólera visible el elfo dictaminó, creando cientos de reacciones en los presentes y aquellos que sabían lo que sucedía.

-Bell-kun... ¿¡¡¡QUE RAYOS ACABAS DE HACER!!!?- gritando en sus adentros luego de ver cómo las pruebas de inocencia de su "hijo" eran reducidas a nada, la diosa de coletas azabache y cuerpo desproporcional a su tamaño, sintió como se le venía el mundo encima.

×××

-¡Que diablos hiciste Bell! ¿¡Acaso no querías salir libre!?- en la puerta del Gremio un herrero de cabellos bermellón grito luego de la osadía de su amigo.

-¡Bell-dono...!- el grito de la chica oriental amargo al resto de sus amigos.

-Sin dudas es un idiota...- el musculoso hombre tembló al ver cómo las cenizas del papel calcinado iban a dar al piso.

-...Cranel.. san...- la otra pequeña chica de Oriente se entristeció por las acciones del ojirrojo.

-Bell...- con dolor visible en su rostro el dios de cabello negro atado a una cola de caballo veía ser reducido al chico por algunos aventureros.

-¿Porqué... hacer algo tan estúpido?- preguntando a nadie en específico, la chientrophe castaña se mantenía expectante, observando el portal mágico creado por los dioses.

-¿Que motivo tienes para hacer esto, Bell?- el dios médico pensó, a su vez, el peliblanco era sujetado por varios hombres y elfos.

×××

-¡Niño estúpido!- en la cabeza de la diosa de cabellos rojos y ojos rasgados maldecir fue lo de menos -Todo era por tu bien... ¿¡Que diablos pasa por tu cabeza!?- siguió cuestionando el actuar del chico de cabello blanco.

-¡No, no, no...! ¿¡Que demonios hiciste Bell!?- mordisqueandose el labio inferior y visiblemente frustrada, la diosa más bella de Orario se sintió contra la espada y la pared.

-¡Me niego a aceptar esto!- entre la multitud hallada en la corte del Gremio, una semi-elfa se levantó en protesta -Royman-sama, ¡están equivocados! Estoy segura que Bell-kun... Es decir Bell Cranel es inocente- con una pequeña pausa en su error y las lágrimas saliendo de sus hermosos ojos verdes, la pelicafe declaro -Deme más tiempo para investigar el caso y...- sin embargo fue interrumpida.

-El joven Cranel tuvo demasiado tiempo para ser hallado inocente, y aún si se le hallaba así, no hay excusas para su ataque a esas aventureras- señalando desde el estrado a las chicas que se encontraban en el suelo, con aires de derrota, la semi-elfa cayó de rodillas -¡Por lo tanto Bell Cranel, serás llevado a las afueras de la cuidad y ahí, serás ejecutado por Vana Freya: tu verdugo!!- una vez  más con su sentencia sobre él, Bell fue arrastrado fuera de la cuidad, con todos sus conocidos conmocionados por el resultado.

×××

-Un golpe certero...- con amargura y su arma manchada de color rojo, Allen Fromel dio la espalda al cadáver del peliblanco.

Todos en la cuidad del laberinto sentían diferentes cosas en esos momentos: tristeza, dolor, rencor, odio, miedo. Todo eso por algo que bien pudo ser evitado, pero la obstinación de una sola persona lo había condenado a ser culpable por su propia palabra.

×××

-Ahh~...- suspirando y observando a la lejanía la enorme torre delante de ellos, un encapuchado volteo dentro de su carreta solo para encontrarse con una escena, a sus ojos, bastante linda: una mujer de pelo negro dormida envolviendo sus brazos en una niña pequeña, de aproximadamente 7 u 8 años, también cubierta de la cabeza; con un pequeño brazalete en su mano izquierda -...- en silencio recordó todo lo vivido hace ya casi 8 años -... Pronto nos veremos otra vez... Kami-sama...-

Danmachi-Fiel a mi PalabraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora