Un detalle para ti.

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Dedicado a todos los padres del mundo. Gracias por su paciencia y amor. ¡Feliz Día!

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La casa estaba llena, los nietos corren de un lado a otro y los adultos hablan hasta el cansancio. La música está suave, pero las risas e historias de los recién llegados hacen que la primera planta del hogar de los Deacon esté hasta el tope de volúmen y energía.

Sentado en una esquina está el mayor de todos, viendo con asombro como uno de sus nietos le muestra su nuevo sable de Star Wars que su padre le regaló por su cumpleaños. El niño hace movimientos exagerados para enseñarle a su querido abuelo como él enfrenta las fuerzas del mal. A todas estas, John solo ríe con nerviosismo y de reojo ve como su nieta hace volteretas en la alfombra como si estuviera practicando una rutina de gimnasia.

-¡Cuidado! - con un brazo sostiene el sable justo cuando está por rozarle a un florero que trajo como recuerdo de uno de sus viajes a Japón. Una reliquia que Verónica todavía mantiene para su sorpresa.

-Niños, ya su abuelo vió suficiente. ¿Por qué no van al jardín a jugar? - la presencia de su hijo Joshua llega como salvador y su padre le agradece con una simple sonrisa - Lo siento papá, debes estar aturdido.

-No hijo, no lo suficiente. - responde apenado, queriendo evitar mostrarse afectado por el exceso de ruido y de personas en un mismo lugar.

Al ser el día del padre es normal que la familia se reúna, sobre todo este año que pudieron hacerlo de nuevo tras haber pasado la mayoría del año pasado separados por motivos de la pandemia.

John vio a la cuarentena como unas extensas vacaciones, pero al final terminó con más ansiedad y un par de cuadros gripales que le sacaron uno que otro susto. Al final solo quedó en eso y ahora está sano, pero igualmente le queda el temor de estar junto a tantas personas y no poder mantenerse tranquilo para evitar angustias.

-¡Ahí estás! Te estaba buscando... - Laura hace acto de presencia con una bandeja de galletas en su mano, mientras que en la otra sostiene el teléfono celular de su hermano con una llamada en espera - Joshua te llaman desde hace minutos, debe ser importante.

-Gracias, debe ser Tom. Ya vuelvo papá.

John sonríe de medio lado y pronto se le acerca su hija, quien le da un beso fugaz en la mejilla, para luego ser llamada por la esposa de Robert desde el jardín.

-Estamos preparando la comida, en unos momentos estará lista.

-¿Sabes algo de Luke? ¿Ha llamado?

La mujer se voltea y se tropieza con su sobrina, a quien la toma por el hombro para estabilizarse.

-Todavía no ha llamado... tal vez viene  en camino. Seguro se distrajo.

El mayor asiente y suspira resignado. Se supone que Luke llegaría temprano, siempre lo hace y nunca falta a una celebración familiar. Su penúltimo hijo es uno de los más cercanos a él y aunque últimamente no se reúnen como antes, de igual modo comparten ya sea por una llamada o por Facetime. Sin embargo, desde ayer no sabe de él y ya falta poco para que la familia se siente a comer, por lo que no quisiera hacerlo sin que su hijo no esté presente.

Los minutos pasan y ya Robert llama a todos a la mesa. Los platillos están servidos y la familia Deacon se organiza para disfrutar de la cena. John se sienta en la punta de la mesa y sus hijos hablan sin cesar mientras sirven la comida en sus platos.

A su lado está Verónica y en sus piernas sienta a su nieto más pequeño para ayudarlo a cortar su trozo de carne. John le da un vistazo al lugar y nuevamente se angustia al no saber del paradero de su hijo Luke. Pronto se siente nervioso y busca en su bolsillo el teléfono celular para marcarle, pero de repente ve una mano que lo aleja de su objetivo.

-Aquí está tu plato, papá. - su hijo Joshua le coloca el plato con la comida servida, pero nota el cambio de humor de John al verlo guardar su teléfono en el bolsillo - ¿Pasa algo?

John lo ve con desconcierto y luego se sobresalta al escuchar un fuerte silbido que viene desde la casa.

-¡Llegó el que tanto esperaban!

-Este idiota. - susurra su hermano mayor al reponerse del susto.

Luke entra acelerado junto con una bolsa de regalo bajo el brazo. Su cabello está despeinado y en una oreja le cuelga el tapabocas, el cual se quita para saludar a su hermano Cameron que está en la esquina más cercana.

-Lo siento por la tardanza, tuve unos inconvenientes de venida.

-¿Seguro? Saliste esta mañana temprano.

El chico le lanza una mirada envenenada a su hermana y rápidamente le sonríe a su madre a quien le da un beso en su mejilla.

-Tardaste mucho, hijo.

-Lo siento, estaba resolviendo unas cosas y... buscando esto. - extiende frente a John la bolsa de regalo que tenía bajo el brazo, acompañando la acción con una sonrisa apenada - Feliz día papá.

John se levanta de su silla y va a abrazar al recién llegado, quien acepta el gesto con emoción. El mayor acepta el regalo y por el rabillo del ojo ve como el chico se sonroja por algo.

-Fue algo improvisado, el antiguo regalo sufrió un percance y tuve que resolver...

Al abrir la bolsa se da cuenta que hay un objeto emponjoso dentro de color azul. Por la textura se da cuenta que es una especie de peluche, por lo que saca el regalo de la bolsa con sumo cuidado y expectación. Cuando está a la vista de todos no tarda en escuchsr la risa de los presentes y coincide ante la reacción de los demás, quedando con un signo de interrogación tatuado en su frente al tener en su mano a una ballena de peluche.

-¿Recuerdas el peluche de Fliper que perdí en el hotel de Orlando? Pues, esto no será un delfín, pero es lo más cercano que encontré a ese muñeco que te hice ganar en ese tonto juego del parque acuático.

John aguanta la risa al recordar ese momento vergonzoso en donde tuvo que lanzar pelotas a toda una hilera de sardinas para poder ganar el premio mayor: un gran peluche de delfín que Luke cargó durante todo el viaje en Orlando, hasta que lo perdió el día que debían volver al aeropuerto. Verónica y John tuvieron que regalarle otro peluche con la esperanza de que el pequeño niño dejara de llorar, así que no les quedó otra que comprar un par de delfines en oferta que pudieron reemplazar por el gran mamífero marino.

-¿Todavía recuerdas eso? Tenías ocho años. - ríe Michael con ganas y es secundado por sus hermanos.

-Sí lo recuerdo y por mucho fueron las mejores vacaciones familiares que tuvimos.

El padre muerde su labio y asiente coincidiendo nuevamente con él, a lo que reacciona con abrazarlo nuevamente y en esta oportunidad es John quien le da un beso en la mejilla.

-Gracias hijo, buscaré espacio para ponerlo en la habitación.

Luke sonríe satisfecho y más alegre.

-¡Perfecto! Porque no me decidí a tiempo y compré un calamar que estaba en oferta. Así le hace compañía.

Los ojos de John se abren de par en par y los demás ríen al unísono al ver como Luke corre hacia la casa de nuevo.

-Y bien, ahora vamos a comer que me muero de hambre. - dice el chico con algarabía regresando a la mesa con un calamar de peluche sobre su cabeza.

Sin duda, John todavía tiene que lidiar con 6 niños en casa, incluso en su día.

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Queen's Book (One-Shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora