Queen's Book (One-Shots)

Dar gracias

En conmemoración al Día de Acción de Gracias. 

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Los adultos caminan de un lado a otro por el dolor y la conmoción, hablan en voz baja, sisean entre ellos y algunos lloran en silencio. La habitación está cargada de muchas emociones fluctuantes y casi con una aguja se puede romper la tensión y el dolor.

Han pasado tan solo un par de días desde que los miembros restantes de Queen le dieron su última despedida a Freddie, por lo que ahora los tres están atravesando por unos instantes de tristeza y angustia, esta última porque ya no tendrán a su querido hermano con ellos.  Fue una vuelta del destino muy injusta e inesperada, ninguno cree todavía que se ha ido, simplemente quieren quedarse con la imagen de un Freddie rozagante, feliz y enérgico. Así es como John, Brian y Roger lo desean ver por siempre.

En casa del baterista se han reunido un par de amigos cercanos a la familia, incluyendo la de John y Brian, debido a que no han querido que los niños estén alterados por los movimientos que la prensa está empezando a hacer alrededor de los espacios privados de la banda. De esta manera, han preferido realizar una pequeña reunión en donde las esposas tratan de mantener a los niños distraídos, mientras sus padres cumplen con algunos protocolos legales que salieron a última hora.

Cuando llega la tarde, los niños están ansiosos por ver a sus padres, entre ellos la pequeña Rory que trata por todos los medios invocar a su padre, ya que ha preparado junto con sus peluches y muñecas una cena especial.

Laura, la hija de 12 años de John, se acerca a ella con curiosidad para ver qué evento organiza con tanta insistencia, teniendo en cuenta que desde hace casi una hora no ha aparecido en los alrededores de la sala de estar donde se encuentran sus hermanos y Felix, el hijo mayor de Roger.

Con cautela pasa al estudio de su querido tío, como ella lo nombra, y se sienta junto a la niña, que hasta ese momento no se había percatado de su llegada.

-¿Estás jugando a la tarde de té? - pregunta señalando la mesa improvisada con utensilios de cocina de juguete.

-No. - responde Rory sin dejar de servir un poco de cereal de colores en el plato de una de sus Barbies - Estoy sirviendo la cena de Acción de Gracias. 

Una sonrisa de suficiencia se dibuja en su rostro, mostrándose orgullosa de su labor ante los ojos de su prima mayor.

-¿Acción de Gracias? Pero si aquí no celebramos eso.

-Lo sé... pero mi maestra dijo que no importa de dónde sea esa fiesta, todos tenemos que agradecer algo. 

Al escuchar esto, Laura sonríe y la abraza, ella sabe que la niña está diciendo algo cierto, sobre todo porque su madre en varias ocasiones ha mencionado lo mismo en casa. 

-¿Quieres que te ayude? 

-¡Sí! Siéntate al lado de Manchas y ayúdalo con su delantal, no le gusta ensuciarse su chaleco. 

La niña asiente y pronto se sitúa al lado del gato de peluche que su padre le trajo de Disneyland, el cual posee un lindo chaleco verde de safari que a Rory le encanta.

-¡Laura, ven a jugar! - grita Felix desde el pasillo.

-¡Ya va, voy a comer!

Las dos niñas ríen cómplices y comienzan a servir los platillos de juguete y los dulces que Rory tomó de la cocina. Ambas juegan y se divierten, pero cuando Laura va a tomar un sorbo de agua de una de las tazas, Rory salta hasta ella para retirarsela de su mano. 

-¡Espera! Hay que bendecir los alimentos. - le reclama con severidad, obligando a la mayor a acomodar todo de nuevo sobre el mantel improvisado - Muy bien, ahora junta tus manos.

-¡Cierto! Tal como lo hacemos en casa.

Las dos niñas juntan sus manos y bajan sus cabezas, aunque la menor rápidamente hace lo propio al inclinar las cabezas de sus peluches y su muñeca. 

Sin embargo, sin saberlo aún, hay una persona que las observa desde el marco de la puerta con una gran sonrisa. No dice nada, solo admira cómo las dos niñas juegan y se alejan de todo el dolor que inunda las vidas de los mayores. Él siente gran ternura al ver a su niña y agradece el poder presenciar ese momento en donde con total sinceridad ella da gracias por todo.

-Doy gracias por mi familia, por mi mami y mi papito. También doy gracias por tener una cama, una casa y comida para comer. 

Roger se apoya en el marco de la puerta y al sentir la presencia de otro acompañante, rápidamente le hace una seña para que se mantenga en silencio. De esa manera, John se une a él para presenciar el momento especial frente a sus ojos.

-Y... ¡Sí! Doy gracias por poder jugar con mi hermano Felix, con mis primos y por compartir con mi nuevo hermanito. 

-¿Puedo seguir? - pregunta Laura con emoción, al mismo tiempo que acurruca en sus piernas al gatito Manchas - Yo doy gracias por mi familia, por mis amigos y por mi tío Roger, mi tío Brian y por mi tío Freddie que ahora está en el cielo.

Al escuchar esto, los dos músicos se quedan helados, casi sin aliento. De inmediato John se voltea y muerde sus labios para evitar que el llanto se haga presente de nuevo, mientras que Roger se cruza de brazos con fuerza y cierra sus ojos para no dejarse caer. Ambos están sufriendo, pero escuchar aquellas palabras de las dos niñas, un calor reconfortante en sus pechos se materializó como un antídoto. 

En cuestión de segundos los dos solo querían abrazar a sus hijas.

-¡Amén! - pronuncia Laura con emoción, siguiendo lo que su madre le enseñó en casa.

-Ahora sí podemos comer. - dice Rory tomando en sus manos su taza de juguete llena de agua. 

Las niñas meriendan y juegan con los muñecos, ajenas a todo lo que sucede afuera. Roger y John no pueden interrumpirlas, simplemente no quieren romper con esa magia en la que ellas habitan en ese momento; así que en silencio regresan por donde vinieron, sabiendo que ahora más que nunca deben agradecer por tenerlas a ellas y a su familia junto a ellos. 

Ahora no está su hermano a su lado, pero no pueden desaprovechar esos pequeños instantes en donde solo deben dar gracias por tener a personas valiosas a su alrededor.

El dolor no se irá rápido, pero podrán estar bien.

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