La Fiesta.

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Narra Willy
Me estaba quedando absolutamente dormido, hasta que escuché el rechinar de la puerta del cuarto. Vegetta había venido a verme, mi cara se llenó de resplandor al verlo entrar en mi cama conmigo, juntos tapados por el frío me rodeaba con sus brazos y me daba besos en la mejilla. Este momento ersa uno de los más perfectos, no dejaba lugar a dudas.

— Sabes algo, Samuel —Le dije en tono tierno.

— Dime, Guille.

— Te amo, te amo más que a nada en el mundo —me miró y suspiró, me besó en los labios y me estrechó en su pecho.

— Yo te amo más mi Guille, eres el mejor.

Por un momento me sentí protegido, especial. No había mejor calma que estar entre sus brazos suaves y fuertes. Deseaba con todo el corazón estar así con él para siempre, no importa lo que pase o opinen los demás, esto era cosa de nosotros.
   Samuel entre cerraba los ojos para quedarse dormido a ratos, despertaba y me besaba, sólo se oía el ruido del viento que soplaba por la ventana.

— Quieres que te dé tú regalo ahora ¿o prefieres esperar hasta mañana? —Preguntó seductora y románticamente.

— Bueno... Son las doce con quince, no tengo porque esperar más —Contesté con dulzura y separándome de él.

— Feliz cumpleaños, mi Guillermo.

— Gracias, mi Samuel.

Sus labios se unieron contra los míos besándonos apasionadamente, el sueño pareció irse por completo para ambos. Su mirada cálida sobre la mía hacia que esto pareciera un sueño, un sueño del que nunca quisiera despertar. Pegó su cintura contra la mía mientras mis suspiros inundaban sus oídos de placer, de excitación.
  Sentía su miembro erecto rosar en mi cintura, ese era mi regalo, el regalo perfecto, el que siempre quise, el que esperé todo este tiempo. Se quitó su camiseta y contemplé su pecho muy bien marcado, sus brazos fuertes, todo él era perfecto, un ángel.
  Me quitó los boxers de un jalón dejandome al descubierto, él quitó los suyos arsa estar a la par. Empecé a frotar su miembro hacia arriba y abajo mientras soltaba gemidos que me pedían que no me detuviera. Cuando despegué mis labios de los suyos inmediatamente baje hasta sdu miembro para emopaparlo de mi saliva, Samuel sé quedó inmóvil, parecía que no respiraba por lo que le hacia, sus gemidos me decían que él estaba con vida. Movía mi lengua al rededor de la cabeza de su miembro, era grande, extremadamente grande como para metermelo todo a la boca.

— Madre mía, Guillermo. Haz mejorado —Gemía de placer ante tal acción.

— He practicado.

Movía su cintura mientras tenía su miembro en la boca, se sentía aún más rico de lo que imaginaba. Cerraba sus ojos de excitación, lo miraba mientras lamía todas y cada una de sus partes. El con una mano me sostenía la cabeza y con la otra me agarraba el trasero apretándolo, sus manos heladas por el frío en mi trasero se sentían tan excitante, no comparaba placer alguno.
   Me levantó de golpe y presionó sus labios sobre los míos, su aliento era caliente, muy caliente, con sus manos recorría mi cuerpo totalmente desnudo mientras yo frotaba su miembro preocuparme — Por favor —Supliqué.

— Dime lo que quieres, Guille. Dímelo.

Suspiré profundamente y gemí.

— A ti... Ahora —Gemí de placer.

Samuel me tumbó en la cama y abrió mis piernas a un ángulo que entraran sus caderas en ellas. Introdujo lentamente su miembro erecto en mí. Lo hacía lento, muy muy lento, ponía los ojos en blanco cuando sentía su miembro invadirme por completo, exquisito, único, lo sentía hasta el estómago y vaya que Samuel lo tiene grande. Embistió más fuerte, cada vez más por minuto. El sudor nos tenía bañados, totalmente exhaustos. Pasó su lengua sobre mi garganta y mi boca humedeciéndola con lu lengua. Mordía la almohada para no gemir alto y despertar a mis padres, Samuel me pegó una nalgada y gemí apretando con los dientes la almohada.
  Finalmente,  se corrió en mí y cayó a mi lado recostándose en mí, cansado. Lo tapé y me introduje en el mismo sueño que él.
Cuando desperté Vegetta ya se había ido para alistarse a mi fiesta, Staxx y los demás me enviaron felicitaciones por mensaje y que más al rato venían. No perdí el tiempo e inmediatamente me metí a la ducha... Al salir me puse una playera verde y unosw jeans de mezclilla. Iban a ser las tres, ya faltaba poco para mí cumpleaños así que bajé, mi mamá me felicitó.

— ¡Felicidades hijo! —Me dijo dándome un gran abrazo.

— Gracias, mamá. Ya falta poco para que vengan —Le recordé.

— Sí, tengo que comprar unas cosas más. Si no estoy aquí a la hora, empiezas.

— Está bien, mamá.

— Cuida a Carol.

Salió y la casa se quedó sola, a excepción de Carol que se arreglaba para la fiesta. Busqué discos de baile pero al parecer no teníamos ninguno.
  Sonó el timbre y eran los De Luque, me asomé por el picaporte y los vi a todos, venían muy elegantes. Eso era obvio, son los De Luque. Abrí la puerta y empezaron a felicitarme, Emmett, el papá de Samuel y su esposa, sus tíos y de más.
  Después llegaron Rubius y Alex con discos de música. ¡Habían salvado la fiesta! Después Staxx y Luzu, como siempre todos nos pucimos a hacer un mega alboroto mientras Carol educadamnte hablaba con los De Luque.
  Había pasado ya más de una hora y mí madre no había vuelto, empecé a preocuparme cuando llegó. Azotó la puerta muy fuerte y al voltiar tenía una gran herida sangrante en la cabeza.

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Bueno hasta aquí les dejo este capítulo... Se aproxima el salseito!! Voten y comenten si les gusta❤

Cartas a Medianoche  «Wigetta» (Saga Wigetta a Medianoche 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora