Los puntos.

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Narra Vegetta
Me sentía atrapado en una de esas pesadillas aterradoras en las que tienes que correr, correr hasta que te arden los pulmones, sin lograr desplazarte nunca a la velocidad necesaria. Mis piernas parecían moverse cada vez más despacio mientras me esforzaba por avanzar entre la multitud indiferente, pero aún así, las manecillas del gran reloj de la torre seguían avanzando, no se detenían; inexorables e insensibles, se aproximaban hacia el final, hacia el final de todo.
  Pero esto no era un sueño, y a diferencia de las pesadillas, no corría para salvar mi vida; corría para salvar algo infinitamente más valioso. En ese momento, incluso mi propia vida parecía tener poco significado para mí.
Staxx había predicho que existían muchas posibilidades de que los dos muriéramos allí.
Y no podía correr muy rápido...
El reloj siguió dando la hora mientras el sol caía a plomo en la plaza desde el centro exacto del cielo.

Meses atrás...

Estaba seguro de que era un sueño en un noventa y nueve por ciento.
  Me di cuenta por tres cosas. Primera, hacía frío, más frío del que podía haber en España, este clima no era normal. Segunda, Staxx y yo estábamos ¿agarrados de la mano? Y tercera, había una tumba, en ese lugar que solía llamarlo “paraíso personal”. No podía descartar nada, incluso si estaba agarrado de la mano con Staxx. Miré curiosamente al ataúd y ahí estaba, la única persona que jamás pensé que vería en uno. Mi querido Guillermo, pero ¿como? ¿porqué? Esto no estaba bien.

— ¡Tú, tú lo mataste! —Dijo una voz furiosa señalándome, entonces vi que era su madre.

— ¿Yo? ¡¿Yo porqué?! —Mi facción fue de horrorizado, totalmente devastado.

— Vegetta, por favor. Vámonos —Refunfuñó Frank.

Lo ignoré y deje que la mamá de Guille siguiera hablando. Su mirada era penetrante e intrigante. No podía con tanta tensión.

— ¡Si hubieras manejado con más cuidado esto no habría pasado! —Alebestraba su madre.

Entonces, logré abrir los ojos... Todo fue un sueño, un sueño de mal gusto. Nada parecía tener sentido. Me senté en la cama un instante a meditar mi sueño, luego entendí que nosotros no tenemos el control de esas cosas, que sólo ocurren porque sí.
  Me levante como siempre, buscando que desayunar  ya que mis padres parecían estar dormidos. Al pasar a la concina miré el calendario y obsereve algo que mes dejo perplejo. ¡Mañana cumplía años Guille! Corrí hacía mi móvil para ver los mensajes que Staxx me había dejado. Decían que querían hacerle una fiesta sorpresa, con mi ayuda. Rubius, Lana y Luzu aún no sabían de la existencia de mi noviazgo con Willy, aún así, para serlo lo disimulábamos muy bien.
Llamé a Frank para ponernos de acuerdo.

— ¡Hola, Frank! —Saludaba con entusiasmo.

— ¡Hola, Samu! ¿Que hay?

— Nada, hombre —Suspiré—, quería saber si ¿podrías ayudarme con lo de la fiesta de Guille? Tú y los demás.

El silencio nos rodeó por unos segundos, casi pensé que la llamada se había cortado, si no fuera porque Frank suspiró profundamente.

— Claro, Vegetta ¿Dónde nos vemos? —Susurró lo último como en forma de pena.

— Pues... ¿Te parece en la plaza?

— Sí, por supuesto. Ahí te veo —Se despidió cordialmente.

Me alisté y envié un mensaje a Guille diciéndole que tenía que hacer varias cosas hoy, y que quizá no nos veríamos. Quería que su fiesta fuera única y especial. De camino a la plaza me encontré con varios anuncios, cientos de ellos.

                       SE ELEVA EL NÚMERO
                    DE VÍCTIMAS MORTALES
         LA POLICÍA TEME LA IMPLICACIÓN
                   DE BANDAS CRIMINALES

Supuse que sólo era uno de esos nuncios tontos que, al final de cuentas terminarían atrapándolos. No presté tanta atención y continúe hacia donde estaba Staxx.

— Hola, chaval —Le dije estrechándole la mano.

— Hola, Vegetta ¿Como está eso del cumpleaños?

Le expliqué a detalle como sería.  Quería que fuera único, del color que siempre le ha gustado, de que más ama. De todo aquello que lo hace feliz y sé que es bueno. Staxx parecía no prestar atención, pero lo hacía y mucho. Su mirada se quedaba clavada en mí cuando hablaba y parecía un poco incómodo. Pero al final de cuentas entendió todo lo que le dije, nos pousimos de acuerdo con Luzu, Rubius y los demás para la fiesta, a lo cual ellos accedieron.
  Era de noche, había quedado con Willy de verlo en su casa. Llegue hasta la puerta y saqué la llave debajo del tapete. Sin hacer ruido, me quité los zapatos y subí las escaleras lentamente para no despertar a nadie, y abrí la puerta del cuarto.

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Hasta aquí el primer capítulo, espero les guste, ya saben si les gusta voten y comenten, se les agradece❤

Cartas a Medianoche  «Wigetta» (Saga Wigetta a Medianoche 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora