Intruso.

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Narra Vegetta

Frank y yo regresábamos con un silencio sepulcral de aquel prado al que habíamos ido. Supuestamente, ninguno de los dos hablaría de eso a nadie, ya que, por obvias razones era justo.
Rubius y Mangel que pasaban por la plaza nos encontraron y nos saludaron.

- ¡Hola, hombres! ¿que hacen por aquí? -Rubius era el único casi tan tonto como para saber que Willy y yo andábamos, o que Staxx quería algo más.

- Pues nada, chaval. Sólo pasábamos a timar un café -le mintió Frank.

Eres tonto, Frank. Ni Mangel ni Rubius se creerán eso. Preguntarán porque y dirán que es raro. Eres tonto.

- ¿En serio? ¡Genial! ¿Podemos ir? -dijo Mangel entusiasmado.

Quizá me había equivocado, quizá eran más todo tos de lo que pensé. Bah, lo bueno es que no se han dado cuenta. Nos costó mucho y trabajo encontrar una cafetería ya que, en realidad no íbamos a eso.
Finalmente entramos en el Starbucks para tomarnos un café.
Las miradas no eran lo más incómodo, si no el silencio tan vacío que se escuchaba, parecía que estábamos viendo a la muerte o algo por el estilo. Mi mente no dejaba de pensar en que daba la casualidad de que Rubius y Mangel estuvieran ahí por casualidad, más bien, estaban ahí porque iban a una cita. O al menos eso pensé yo.
Una corazonada me invadió por completo, sabía que Rubius era la única persona en la cual debía confiar, aunque eso significara que sacara sus chistes en mal momento, eso lo hacía menos incómodo.
Saqué a Rubius de ahí y fuimos al baño.

- Rubius ¿Me acompañas al baño? -dije para sacarlo de ahí.

- Sí -dijo levantándose y dejando a Staxx y Mangel solos.

Entré a toda prisa, como si me estuvieran correteando al baño, Rubius me siguió el paso y entró un segundo después.

- ¿Samuel que tienes? -dijo preocupándose.

- Escucha, te voy a decir algo y no es para que pienses mal.

- ¡Pero sueltalo de una vez, tío que me desesperas -dijo impaciente.

Su mirada chocó con la mía, el impaciente y yo nervioso. Este era el momento, lo que haría que todo cambiara.

- Pero antes, dame tú palabra que no dirás nada -dije para asegurar el secreto.

- Te doy mi palabra.

Suspiré profundamente y él volvió a mirarme impaciente.

- Bueno, Willy y yo... Llevamos siendo novios más de un año, más o menos.

Rubius abrió los ojos a más no poder, sus facción fue de asombrado, pero nunca de molesto, o refunfuñoso. Más bien, fue sólo de sorprendido, poniendo su boca en forma de "O".

- ¡Llevan un año y jamás nos dijeron nada! -reclamó-, pues, lo ocultan bien.

- Lo que pasa es que no sabíamos como reaccionarían -me defendí.

- Pues, al menos para mí, eso no tiene nada de malo.

Al decir esas palabras me dedicó una sonrisa amable y yo bajé la mirada perplejo por lo que acababa de escuchar. Todo este tiempo mintiendo para que la respuesta fuera la más natural y libre que hay. Quizá no era tan malo decirlo.

- Bueno, ese no es el problema -continué.

- Y... ¿cual es?

- Staxx.

Me miró desorientado. No parecía cuadrarle la situación. Le expliqué como estaba la cosa para no hacérsela de enredos.

- ¡Oh! ¡Un triángulo amoroso! Que mal -exclamó.

- Lo sé, pero eso no es lo peor.

- ¿Ah no? ¿y qué es?

- Creo que igual me gusta.

Rubius volvió a sorprenderse volviendo a poner la boca en "O". Bajé la mirada ante su tenacidad, no tenia congruencia esto, yo en verdad amaba a Guillermo, pero también quería a Frank. Estaba en un lío.

- Haz lo que tu corazón te diga.

- Eso ya lohabía esuchado.

Salimos del baño y platicamos con los demás, fueron casi horas, después de eso, me despedí de Magel y Rubius.
Frank me llevó a mi casa donde todos estaban afuera. Estaba la policía, bajé inmediatamente del carro de Frank y corrí hacia ellos.

- ¿Mamá, papá, están bien? -les pregunté viéndolos.

- Sí, si, hijo. Es sólo que se han metido a robar a la casa, nada grave.

¡Mierda, mierda, mierda! ¡las cartas! Esto no podía estar pasando. Si la banda que vino a robar mi casa era la misma banda que buscaba a la madre de Guille entonces habría problemas.

- ¡No! -grité.

Entré rápidamente a la casa, atravesando todo lo que había a mi paso. Yo veía todo en su lugar. La mesa, el televisor, los jarrones y pinturas. Al entrar a mi cuarto donde guardaba las cartas bajo la repisa en los cajones, estaba abierto.
Miré a ver si encontraba algo, pero, para mí mala suerte. No había ninguna carta, era lo único que se habían llevado. Estoy casi seguro que si hubiera estado en ese momento no viviría para cotarlo.
Pero ahora había algo más importante que eso, Guillermo y su familia corrían peligro.

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Salseitoooo!!! Bueno si me dio tiempo de subirlo xd ya casi se verán ¿que pasará con Staxx?:c Vote y comenten mis queridos lectores, se los agradezco mucho❤❤

Cartas a Medianoche  «Wigetta» (Saga Wigetta a Medianoche 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora