30 - Otra vez.

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El frío hizo que pudiera sentir mi nariz tan helada como la nieve, llevando también ese rubor de frío a mi nariz y mejillas, trayendo con la primera algunos mocos que escapaban de mi nariz.

Creo que cuando él empezó a llorar ambos entramos en pánico. - Yo ahora... Ahora estoy aquí, no me importa cómo actúes siempre que seas tú mismo. - Acaricie su mejilla, mi mano no estaba helada así que sabía que no lo hice sentir escalofríos.

Genya respiró hondo inhalando y exhaló calmando su pequeño llanto, sintiendo su pecho tembloroso al inhalar y liberando el aire teniendo más control sobre sí mismo. Observaba su rostro detalladamente mientras esperaba a que se calme, aceptando mentalmente que mi rubor no era solo por el frío y sospechando que el suyo también.

Cuando la noche llegó a su pico, la mitad, lo que significaba que faltaba mucho menos para el amanecer, nos sentamos como antes en el gran árbol con una leve diferencia. De verdad hubiera preferido dormir de otra manera esta noche, pero es lo que tengo, mejor dicho, lo que elegí.

- Oye... - Es como si estuviera haciendo una guardia, en realidad solo intentaba mantenerme despierta por si algo le pasaba a Genya, todo estaba en mi imaginación pero aún así era mi propósito ahora. - ¿Te has dormido? - Preguntas sin respuestas, literalmente. Moví mi cabeza hasta presenciar lo que me esperaba, no más que un Genya dormido junto a mi.

Dormido entre lágrimas, la tristeza podía ser agotadora. - Podría llevarte cargado hasta la finca, no tardaríamos mucho y nos ahorraríamos el frío. - Susurré a punto de levantarme, posicionando mis manos en el suelo impulsando el resto de mi cuerpo, pero justo cuando estaba por flexionar mis piernas un peso cayó sobre mi.

La cabeza de Genya había recaído sobre mi hombro, era normal perder el equilibrio cuando duermes sin estar apoyado en algo en una posición así.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo al sentirlo por completo, quedé estática por unos segundos y lentamente voltee mi cabeza y ojos para poder verlo de una manera más atenta.

Con una mano rasque mi cabeza, teniendo la del hombro donde el chico estaba apoyado inmóvil, lo ví claramente dormido y con rastros de lágrimas secas sin lavar. Lentamente volví a como estaba, sintiéndome más cómoda levanté la cara y entre los grandes y largos pinos observé el cielo resplandeciente.

- Esto es como un enigma. - Me dije a mi misma. - Aún tengo tiempo para hablar con él, hablar sobre eso... - La luna. ¿Confesarle mis sentimientos? Claro que no podía hacerlo ahora, con tanto peso emocional consigo el no podría tener pareja ahora. ¡Nunca! Si lo hiciera y no me quisiera responder sería un golpe para los 2.

- Algún día lo haré y él entenderá. - Es vergonzoso recordar esa noche después de tanto tiempo, tampoco era difícil de olvidar en lo absoluto. Volví a a mover mi cabeza haciendo que nuestros cabellos se froten, el suyo tiene mucho volumen.

- O eso espero... Dos declaraciones fallidas sería muy fastidioso. - Podía motivarme y hacer lo contrario al mismo tiempo en cuestión de minutos.

Ahora mismo en esta situación no podía hacer mucho, si me movía lo despertaría por lo que crearía otro juego mental dónde estaría en juego la cordura de Genya, por lo tanto nuestra comodidad. El se veía tranquilo mientras dormía, lo comparaba con un gato secretamente y esta no era la excepción. Pase mi mano por mi rostro, con los ojos cerrados frotando mi puño cerrado ahí.

Cuando te vea otra vez | Genya ShinazugawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora