Cuando te vea otra vez | Genya Shinazugawa

37 - Promesa cumplida.

Justo cuando aquella luna superior me dedicó esas palabras de despedida, el sonido de un número indefinido de balas disparándose nos desconcentró a ambos. Justo en ese momento me arrodille ya que reconocía el ruido de esa escopeta, ningún otro cazador de demonios portaba un arma de fuego además de Genya.

Ya en el suelo comencé a sentir un dolor y mi propia sangre caer hasta mi hombro. Había cortado toda mi oreja izquierda y rozando mi piel, dejando cortes que al mismo tiempo también causaban que liberará sangre. No me perdonó la vida, me habría matado de no ser por esas balas. Intenté ponerme de pie mientras tenía una mano en dónde ahora caía sangre, también había cortado parte de mi cabello. La sangre no dejaba de salir y no tenía nada para retener el flujo.

Cuando me pare, escuche el mismo sonido con un gran grito que me alarmó. Había cortado todas las extremidades de Genya, estaba alrededor de ellas con un charco de su propia sangre tras haber gritado del dolor que debió hacer sentido. - Estoy cansado de que me interrumpan.

Grité asustada a punto de sacar mi katana con mi brazo tembloroso, sabía que él no moriría por eso gracias a su habilidad, pero igualmente podría cortarle la cabeza en cualquier momento y eso sí que sería su fin. - Ya veo. Así que has estado comiendo demonios, eh... - Observó al pelinegro en el suelo, se encontraba con la respiración entrecortada buscando qué hacer. Era un blanco totalmente fácil.

- Y tu, ________, quédate quieta. Si no lo haces no solo te mataré a ti, sino que lo haré con él también. - Volvió a amenazarme mientras lo señalaba con su dedo luego de hacer lo mismo conmigo. Quedé paralizada, sabía que no lo haría, pero no tuve opción ya que si no obedecía lo haría en ese mismo momento. - Que obediente. Me preguntó si haces todo lo que te ordenan o ahora te diste cuenta que no tienes oportunidad contra mi. - Tal vez podría extender nuestra charla e idear un plan, realmente lo único que podía hacer era esperar a que alguien venga a ayudarnos.

- Él dudó en disparar antes, cuando me encontraba con Muichirou, pero contigo lo hizo sin pensar. ¿No es increíble? Los sentimientos son totalmente inútiles ahora, es lo que te hace cometer errores. - Reflexionó. Lo miré confundido y bajé la vista para intentar ver el estado de mi pareja. ¿De verdad había estado aquí desde antes?

- Hm... ¿No estás muerto aún? La última vez que enfrente a alguien como tú murió cuando corte su cuerpo, entonces debo cortarte la cabeza. - Ya estaría muerta si Genya no hubiera aparecido, ahora que él está bajo peligro debo arriesgarme tal como lo hizo para ayudarme. También puede matarlo y estoy frente a él sin hacer nada. No estoy siendo de ayuda. - No tengo razones para dejar a un demonio falso como tú así que seré rápido. - Cuando escuché eso lo observé por última vez, eso me motivó a sacar mi katana con mucha fuerza y adrenalina para contrariar sus órdenes e ir directo para defender a Genya.

Antes de poder siquiera llegar, el pilar del viento se había adelantado. Se puso justo delante de Genya tras dar un ataque con el que nuestro oponente retrocedió. Ocupe esa oportunidad y usando de Zenitsu di una vuelta completa, llegando tal como la primera vez baje del punto alto donde estaba bajando con mi katana en forma circular para después desplegarla dando la sensación de que se había agrandado.

Ambas katanas impactaron, ya no me estaba esquivando. ¿Ahora está yendo en serio? Escuchamos los insultos que Sanemi había lanzado para el que ahora tenía frente a mí, sin más este se lanzó a él, teniendo que tener vistas en ambos. Al ver cómo se había lanzado entre sus piernas, volví a saltar justo arriba suyo teniendo la idea de que era un ataque doble.

Cuando salto para esquivar la respiración del pilar, aparecí justo arriba suyo dando distintos golpes doblando mi katana con cortes rectos. Habíamos logrado cortar su mejilla, causada directamente por mi, pero fue visible durante apenas un segundo gracias a su rápida regeneración. Tras haber retrocedido, Sanemi fue más rápido y usó una técnica que por la gran fuerza que tenía comenzó a destruir los pilares alrededor.