31 - Amor en soledad.

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Corrí lo más rápido que pude a dónde sabía que estaba, o al menos tenía una corazonada de que estaría ahí. Fue el único lugar en el que pensé, honestamente no es como si pudiera sentarme a pensar, todo era acción tras otra acción más rápida que la anterior.

Ahora podría ver con más claridad los grandes árboles que medían varios metros que no podría deducir fácilmente. Volví a caminar hasta donde creí que estaría, dónde estuvo anteriormente. Yendo cada vez más rápido, se notaba gracias al sonar de mis zapatos, me detuve en el momento dónde quedé frente al árbol más grande de todos.

Respire hondo esperando poder encontrarlo. - ¿Estás aquí?... - Y observé el antiguo asiento vacío, totalmente abandonado. La preocupación de mis ojos se volvía cada vez más evidente, la intriga de saber dónde estaba, querer ayudarlo en este momento dónde sabía más que nadie que simplemente estaba mal. Podría estar llorando en este momento.

Me encamine otra vez en busca del mismo azabache que protagonizó una escena junto a Tanjiro y su hermano mayor delante de todos. Si hubiéramos llegado antes probablemente no lo estaría buscando, estaría junto a él, solo con él, ayudándolo en un momento tan crucial para él.

- Teruko, por favor, dime que has encontrado algo... - Pedí mientras veía llegar a mi cuerpo, no había encontrado absolutamente nada, como yo. Pedí que lo hiciera de nuevo recorriendo la otra parte del pueblo.

Mientras que mi cuervo mensajero se iba emprendí otra caminata a paso rápido, con los ojos bien abiertos en busca de al menos una sola cosa. Llegué al sector donde había estado anteriormente con Kanao, cerca de la finca de Shinazugawa, mientras me iba acercando a aquel punto la misma música que había escuchado con Kanao seguía sonando exactamente igual.

Me acerqué un poco más siguiendo el ritmo de la música sin intenciones de encontrar quien era el autor de esa melodía, estaba concentrada en otra cosa, hasta llegar a un callejón donde simplemente observé a un hombre tocando el instrumento de viento que tanto había escuchado. Camine hasta él, ví el pequeño gorro volteado que había al lado suyo.

¿Quería reunir dinero? Probablemente la seguridad local no permitía esta clase de emprendedores callejeros, por lo que no tenía más opción que estar escondido y retar a la suerte para ver si conseguía un par de monedas o no. - Disculpe... - Saque de mi bolsillo un poco de dinero, lo puse en el gorro y este sorprendido por el sonido de las monedas caer levantó la vista.

¿Era ciego? El iris de sus ojos no tenía color, como las del pilar de la roca, pero aún así me sonrió sin dejar de tocar su instrumento pero ahora dando una melodía más alegre. No podría preguntarle si vio a Genya, sería demasiado ofensivo.

Salí del callejón y volví a andar rápidamente por las calles hasta que ví a Teruko sobrevolar mi alrededor, llegando a estar un poco más alto que yo. ¡Encontró algo! Automáticamente salió volando y yo fui tras él tan rápido como pude.

Hasta que llegamos a la otra punta del lugar que básicamente recorrí durante probablemente más de media hora, había un río que abrazaba al pueblo de un lado, debía ser perfecto para toda clase de actividades.

Volví a caminar separada de esté, escuchando como el agua venía y venía, chocaba contra rocas de por medio y distintas cosas como las hojas de los árboles eran llevadas por la corriente, era lo normal de un río. Mi camino se detuvo cuando pude verlo, pero él estaba del otro lado, aquel río separaba nuestros cuerpos del otro.

- ¡Genya! - Sentado contra una roca, al gritar conseguí su atención y se volteó levantando la cabeza. Levanté mi brazo y trague la saliva de mi boca ahora observando el río. - ¿¡Cómo llegaste ahí?! - Pregunté con mi voz en alto, ahora con sus bien abiertos podía observar el rojo que dejaba como evidencia sus lágrimas.

Cuando te vea otra vez | Genya ShinazugawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora