4. Sí, Seo, nuestra

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Félix


Changbin me tiene por el cuello y yo aún le apunto con el arma, pero ya no me mira, mira el cuerpo del tipo que se presentó en mi hotel y trató de matarme. Bajo el arma en señal de paz y él suelta su agarre.

—¿Quién es este? —pregunta pateando el cuerpo para girarlo y verle la cara.

—Vino hace unas horas a nuestra habitación a matarme.

—¿Nuestra? —Me vuelve a mirar.

—Sí, Seo, nuestra. —Minho se pone a mi lado.

—Recuerdo que me dijiste que no eran novios.

—Lo dije —lo miro a los ojos—, lo que no recuerdo es haberte dado permiso para preguntar sobre mi vida privada.

Seo sonríe. Me gusta su sonrisa.

—¿Hola? —Oigo a Jisung hablar y me giro a mirar al rubio—. ¿A alguien más le parece raro que traigan a un muerto en una maleta o solo es a mí?

—Jeongin,Hyunjin, llevense a estos dos y averiguen todo lo que puedan—ordena Seo—, y que alguien venga a limpiar el maldito desastre que ha dejado él dulce jovencito.

Miro hacia dónde está el tipo que acabo de matar y veo un reguero de sesos bastante asqueroso.

—Perdón.

Él vuelve a sonreírme mientras recoge su pistola de la mesa y la mete en su sitio. Algo me atrae de él, no sé si es su aura de peligro o que veo en sus ojos reflejada la muerte tal y como veo en los míos cuando me miro al espejo.

—Vayamos al otro despacho —dice Jisung y lo seguimos para dejar a los hombres de Seo con los cadáveres.

Cruzamos por un par de pasillos oscuros, pero con guardias apostados a ambos lados cada pocos pasos. La seguridad de este tipo es propia de la realeza. Jisung va delante y Minho después. Nunca me deja ir primero si no conocemos el terreno, luego voy yo y tras de mí, Seo.

Llegamos a una puerta blindada con un tablero alfanumérico, Jisung teclea un código de diez posiciones y abre, pasa y el resto le seguimos. Siento a Seo pegado a mi espalda, pero no me giro.

Este despacho es mucho más acogedor, tiene una gran mesa con un sillón ejecutivo, un minibar, televisiones que muestran los distintos puntos de la discoteca y unos sofás al fondo con una mesa en medio. Nos dirigimos a los sofás y tomamos asientos enfrentados. Minho y yo, por un lado; Jisung y Seo, por otro.

—¿Y bien? —comienza Seo a la espera de que diga algo.

—Changbin, deberías primero agradecerle que mi cerebro siga en el mismo sitio que esta mañana, dentro de mi cabeza —lo reprende Jisung.

Lo había visto en foto, pero en persona es mucho más impresionante. Es rubio, alto, ojos azules y un porte de modelo incomparable. Al contrario que Seo que es de piel pálida, ojos verdes y cara de ser el encargado del infierno.

—Lo tenía controlado —contesta irritado.

No enfadado, su relación es de hermanos según leí en el informe de Minho, aunque no lo son, aun así, los entiendo. Minho y yo no tenemos nada que ver tampoco en cuanto a sangre se refiere, aunque nadie puede negarnos que somos familia.

—Perdónalo, es difícil ser él —se excusa Jisung.

—Lo sé, M es igual,ser como ellos debe ser agotador —le contesto, Jisung se ríe y yo me uno a él.

—Gracias por la parte que me toca —contesta Minho dándome un empujón.

—Es así, no lo niegues.

BASTARDO || ChanglixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora