8. Abuela, tengo miedo

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Félix


Todavía le doy vueltas a las palabras de Seo, al momento noto que la cama junto a mí se hunde.

—Oye, estás pasando mucho de mí —protesta divertido Jisung.

—Perdona, pienso en otra cosa.

—O en otra persona —contesta con las cejas alzadas.

Meneo la cabeza divertido.

—Si te gusta mi hermano, tienes mi bendición.

—Oh, muchas gracias, es un alivio, no sabía cómo decirte que me he enamorado de la encantadora personalidad de tu hermano, siempre he querido casarme con un tipo al que no le gusto y que tiene el ego como dos pisos por encima de su cabeza.

Él se ríe, mucho.

—Va a ser tan gracioso cuando te des cuenta de que…

Toc, toc, toc. Se oye en la ventana detrás de nosotras e interrumpe a Jisung. Me giro y veo a Minho que espera a que le abra. Jisung corre hacia la ventana para evitar que me levante, es adorable su forma de cuidarme.

—Seo es imbécil —dice mientras entra por la ventana lo más ágilmente que puede con el uniforme puesto.

—M —le reprendo con la vista en Jisung.

—F, seguro que él lo sabía ya, no le he desvelado un secreto de Estado.

Jisung sonríe.

—No se preocupen, mi hermano puede ser un poco intenso a veces.

—Ves, sabe que es imbécil —concluye Minho y se tira en una butaca junto a la cama.

—¿Por qué se llaman por sus iniciales? —pregunta Jisung curioso.

—Solo lo hacemos cuando estamos con alguien más, es una forma de preservar nuestra identidad— contesta Minho.

—No es que nos movamos en las altas esferas de la sociedad, así que mejor que no sepan nuestro nombre, sería un hilo del cual tirar.

—Tiene sentido, pero yo ya sé que te llamas Minho y tú, Félix.

Minho y yo nos reímos.

—Cierto, intentaremos hablar como personas normales —promete Minho—. ¿Qué tal sigues después de atropellar un coche?

—Ja, ja, muy gracioso, me duele hasta el alma. Creo que voy a tomarme un calmante del ejército porque mañana no voy a poder levantarme.

Jisung me mira preocupado.

—Ardillita, tranquilo que estoy bien, pero me ha dado un golpe importante y ahora mismo me duele hasta lo que no tengo —le digo para tranquilizarlo.

—¿Seguro?

—Oh, sí, pequeño, no te preocupes por él, ha aguantado golpes peores —le suelta Minho sin más.

Ruedo los ojos porque es incapaz de quedarse callado.

—Sí, me preocupa más de lo que hablamos antes en la cafetería.

Mira a Minho queriéndome hacer callar.

—Se lo puedes decir tú o se lo puedo decir yo, aun así, se va a enterar, él sabe todos mis secretos.

—¿Todos? —pregunta sorprendido.

—Todos. —Afirmamos ambos a la vez.

Jisung toma aire y nos sentamos de nuevo en la cama frente a Minho. Le cuenta lo mismo que a mí y añade algún detalle que no sabía, Minho lo escucha como siempre, sin mostrar ningún tipo de reacción para que él no pare y se sienta cómodo con él.

BASTARDO || ChanglixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora