Capítulo 16: Enfrentando la realidad.

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—Chicos... —murmuró Seungkwan en un estado de shock.

—¿No es más fácil evacuar a los que están saludables? ¿Por qué sacrificar a hombres de 40 o más años? ¿Para qué mueran? ¿Para qué familias pierdan a, lo más probable, su único ingreso de dinero? —Jihyo habló, empezando a llorar y Taeyong fue a consolarla.

Miré a Nayeon que, apenas empezó el comunicado, empezó a disociar. Decidí hablarle para distraerla un rato.

—Oye... ¿Todo bien? —me acerqué a ella. Volvió a su cuerpo y a la realidad.

—¿Tengo cara de estar bien? —devolvió.

—Nadie tiene cara de estar bien en estos momentos —susurré.

Todos estábamos en silencio.

—Jae, ¿Pudiste llamar a Sana o a Mina? —me preguntó Jihyo.

—No. Seguiré intentando —agarré mi celular y marqué el número de Mina—. Mina no responde, intentare con Sana —busqué el número de Sana y llamé—. Ninguna de las dos responde, deben tener el celular apagado o sin batería —deduje.

—Yo digo que esperes un rato y vuelvas a intentarlo —propuso Taeyong—. Iré a descansar —dijo, yendo a recostarse al pasillo que dirigía a la habitación de Jihyo y a la mía.

—Creo que deberíamos descansar un rato —manifesté, a lo que todos asintieron.

—Pero ¿Y si Sana o Mina llaman? Nadie estará despierto para contestar —alertó Nayeon.

—Subamos el volumen de las notificaciones de nuestros móviles al máximo. Así podremos escuchar cuando suenen, o si no, tendremos que hacer turnos para quedarnos despiertos —apenas Seungkwan dijo lo último, todos subimos el volumen de nuestros celulares, incluyéndome. Nadie tenía ganas de estar despierto.

—"Claramente yo no dormiré en mi habitación" —pensé. Debíamos acomodarnos perfectamente. Éramos cinco y había solamente dos camas y un sillón—. Nayeon, puedes dormir en mi habitación —le dije—. Y Jihyo... —la quedé viendo—. Tú seguirás durmiendo en tu cuarto.

Por la parte masculina, Taeyong se quedó en el sillón y Seungkwan y yo dormiríamos en el suelo. Por suerte teníamos colchones inflables, así que no sentiríamos el frío del suelo.

Luego de media hora inflando las camas, nos trajimos unas mantas y almohadas para nosotros; yéndonos a dormir casi al instante.

Me desperté del sueño... ¿Sueño? Más bien, pesadilla... Esa pobre chica pidiéndonos ayuda no dejaba de ser mi pensamiento principal. "¿Se pudo haber evitado?" Probablemente, pero no la ayudamos. En ese momento elegimos vivir y no morir. ¿Cuántas veces más tendrá que morir alguien para que el resto pueda seguir? Espero que pocas...

No quiero morir de una manera tan cruel. No quiero ser devorado por un muerto viviente, quizá el suicidio sea una opción, pero no la tendré en cuenta... Por ahora.

Me levanté y vi un bate de béisbol en la mochila de Taeyong. Nunca me percaté de que la llevaba con él. Posiblemente nos serviría de algo.

—¿Jae? ¿Qué estás haciendo? —inquirió Seungkwan, somnoliento.

—Lo siento, no quise despertarte —me disculpé. En eso, sonó un fuerte ruido que provenía de afuera, específicamente de la entrada. Quería corroborar que no me estaba volviendo loco y miré a Seungkwan... él también lo escucho.

"El bate", fue lo primero que pensé. Corrí hacia la mochila y le tiré el bate a Seungkwan. Fui a la cocina y saqué un cuchillo.

Pensaran que estaba exagerando, pero fue un ruido muy fuerte. Después, se escucharon unos pasos lentos.

Nos acercamos a la puerta para escuchar si los pasos continuaban. No fue así, en cambio, se escuchaban unos murmullos. ¿Ahora esas cosas podían hablar? Mierda, los científicos se saltearos muchos detalles.

—Son voces de chicas —agregó Seungkwan, apretando el bate.

—¿Hola? —murmuré por las dudas.

—Ábreme o juro que pateare tu lindo y suave trasero, maldito idiota... —amenazó en voz baja una chica con un tono furioso.

—La calle está plagada de esas cosas, y si nos llegan a morder, abriré esta puerta con la poca conciencia humana que me quedará y te morderé a ti y a todos los que están allí adentro —amenazó otra joven desde el otro lado de la puerta. Yo conocía esas voces.

Abrí la puerta y me encontré con...

—¡Sana, Mina! Siempre tan amables —exclamé, alegre. Ahora estábamos todos, otra vez.

I Will Never Leave You AloneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora