Capítulo 13: Apuestas y confesiones.

235 27 2
                                    

Y como era de esperarse, terminamos de cenar, para luego acomodarnos para ir a nuestra hora feliz, la muy aclamada: "Hora de dormir".

Mientras dejábamos los platos en el lavaplatos, vino a mi mente una muy intrigante incógnita.

—Chicas... —musité.

—¿Qué ocurre, oppa? —dijeron ambas al unísono, para luego mirarse con demasiado enojo.

—T-tenemos un pequeño problema —enuncié—. Solo tenemos dos camas.

—Puedo dormir en el sofá —sugirió Nayeon.

—No —negué—. Ese sillón, aunque parece acogedor, no lo es —señalé aquel mueble—. Parece una roca en forma de sofá —agregué al final de mi pequeña oración.

—Hmmm, parece que tendremos que compartir cama... —propuso Nayeon tratando de sonar sexy, o algo así.

—No, no lo creo —negó Jihyo exactamente en el momento que Nayeon exclamó aquellas palabras.

Justo en ese momento, un espantoso estruendo retumbó en el cielo. Había empezado a llover de forma estrepitosa.

—Jae oppa... —Jihyo me habló tímidamente, aferrándose a mí con fuerza.

—¿Sí? —dirigí mi mirada hacia ella, se veía muy tierna actuando de esa manera. Cuando Jihyo quiere algo, hace hasta lo imposible por conseguirlo, y, en este caso ella me quería a mí.

—T-tengo miedo —tartamudeó un poco para decir aquella oración, lo que me daba a entender que ella posiblemente no estuviese mintiendo—. ¿P-puedes dormir conmigo? —me miraba fijamente mientras colocaba su mano en mi mejilla.

—Ay, Jihyo... —bufé, disgustado—. Hay veces que no te entiendo en lo absoluto.

—Ay, Jae oppa —comentó Nayeon a mi lado—. Y-yo también tengo miedo —miró con odio a mi mejor amiga.

—Creo que dormiré en el sofá —acepté—. Nayeon, puedes dormir en mi habitación... —pronuncié, acercándome hacia ese incómodo y molestoso mueble.

—¿Y si mejor hacemos una apuesta? —nos preguntó mi invitada.

—¿Una apuesta? No te entiendo —respondió Jihyo, mirándola con extrañeza.

—Tú y yo jugaremos piedra, papel o tijera —explicó Nayeon a Jihyo—. Y la que gane dormirá con él.

—Acepto —confirmó mi compañera de departamento sin siquiera hesitar.

—Ay no, esto se va a poner feo —murmuré a lo lejos—. Muy feo...

Aquellas dos empezaron a jugar, 3 rondas era el límite. Si Nayeon ganaba estaría perdido, y si Jihyo ganaba, igual. Fue ahí cuando quería que la tierra me tragase por completo.

Unos segundos después, ellas se encontraban en un empate, una victoria más y alguna de ellas dos ganaría. Tenía miedo y un poco de intriga.

—¡Gané! —Jihyo gritó justo en el momento en el que Nayeon había puesto piedra y ella papel.

—¡Demonios! —gritó la segunda, furiosa consigo misma y con Jihyo.

—Parece que dormiremos juntos, cariño —exclamó Jihyo acercándose hacia mí para luego darme un rápido beso en mi mejilla.

—¡Eso no es justo! —vociferó Nayeon con bastante enojo.

—Tu pediste que apostáramos, ahora cumple con tu palabra —respondió sin dejar de mirarme.

—Arreglen sus asuntos, tengo mucho sueño —bostecé, a la par que iba a mi habitación.

Entré a mi cuarto solamente para caer rendido en mi cama, y, con la flojera por los cielos, me tapé con las suaves sabanas.

Al despertar, noté que Nayeon y Jihyo estaban durmiendo plácidamente sobre mi pecho, en ese momento me pregunté "¿Cómo demonios se acomodaron para dormir así?", es más, "¿Cómo rayos acordaron dormir conmigo?"

Con mucho cuidado me levanté de mi cama para después abrir mi armario en el que saqué la ropa que usaría para irme a la universidad.

Fui a ducharme lo más tranquilo posible porque faltaban cuatro horas para que iniciara la primera clase, por lo que al terminar mi relajante ducha y vestirme, me senté en uno de los incomodos sofás solamente para checar mis redes sociales.

—Solamente hay noticias de lo que ocurrió ayer en el parque y de aquella infección. Esto me da muy mala espina —hablé para mí mismo.

De la nada, unas grandes manos me taparon la vista.

—Adivina quién soy —habló una voz que todos podemos reconocer.

—Nayeon... —contesté.

—¿Cómo supiste que era yo? —hizo un lindo puchero.

—Tu voz... —dije—. Y tus grandes manos —agregué con una leve carcajada.

—Muy gracioso, eh.

—No te enojes por eso —reí.

—Jae... —me vio directo a los ojos—. Tengo que decirte algo.

—¿Qué cosa? —pregunté. Mi intriga por saber no era tanta, pero si era algo.

—M-me gustas, me gustas mucho —confesó, y, en un abrir y cerrar de ojos, me besó.

Fue un beso tierno y con muchos sentimientos. No quisimos dar el siguiente paso ya que nos sentíamos muy bien así.

Cuando nos separamos, un fuerte silencio abundó durante varios segundos, ninguno de los dos dijo nada al respecto, solo nos mirábamos fijamente; era como si el tiempo se hubiera detenido.

—N-Nayeon... —dije con timidez por lo que acababa de suceder.

—Shhh —Nayeon puso su dedo índice en medio de mis labios—. Quiero que esto quede entre nosotros —aclaró sin decir nada más.

—E-está bien —le respondí sin más.

Justo en ese momento escuchamos como la puerta de mi habitación se abría, por lo cual nos separamos. Nayeon se fue a la cocina, mientras que yo seguí sentado en el sofá.

—¡Buenos días! —Jihyo bostezó fuertemente mientras se estiraba.

—Buenos días —saludamos Nayeon y yo.

—¡Buenos días, cariñito! —rápidamente Jihyo corrió hacia mí, dándome un fuerte abrazo.

—Vayan a prepararse, esta vez yo cocinaré —avisé, levantándome del sofá.

—Espero que no se vaya a quemar el departamento —rio Jihyo.

—Digo lo mismo.

I Will Never Leave You AloneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora