|Esa noche|

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Estaba sentada en un sillón blanco individual de la sala. No creía que en serio una casa tan lujosa como esta tenía algo como una jaula gigante en el sótano. Y que si yo no me hubiese liberado, nadie siquiera sospecharía de mi existencia allí abajo.

Todos, los ocho chicos, finalmente me habían mostrado sus rostros. Eran guapos, de diferentes formas, pero eso no significa que confíe plenamente en ellos. Me tranquilizaba un poco, más no sabía sus nombres.

Era algo obvio que el chico de ojos gatunos, pelo negro y mechones rojos, se apellidaba Choi. Por lo que me contó de su hermano, que se llamaba Choi Hyung Sik.

Tampoco creo que vayan a darme muchos detalles sobre ellos, así que me quedé tranquila. Es comprensible que aún desconfíen. No precisamente porque yo fuera o no, una vampira. Sino porque me habían secuestrado bajo cargos poco creíbles, y es ilegal, teniendo en cuenta que también puede ser tomado como trata de blancas.

Están... En una situación complicada.

Estaba sumida en mis pensamientos. Tenía mis manos entrelazadas cerca de mi estómago, jugando con mis dedos pulgares, y cruzadas mis piernas. Inclinada hacia atrás recostando mi espalda en el acolchado del sofá, con la cara seria, miraba a un punto perdido del suelo. Frente a mí sabía que estaba Choi, pero no me gustaba mirarlo. Era incómodo, pues él también me miraba pero no decía nada.

Alguien tocó mi hombro derecho haciendo que volteara, encontrándome con el rubio que hasta ahora es el que mejor me cae.

Me ofreció un vaso con agua y unos dulces de panadería en un pequeño plato.

Gracias. -Dije descruzando mis piernas, agarrando ambas cosas y asintiendo con la cabeza-

De nada. -Dijo para luego retirarse-

Nuevamente estábamos Choi y yo solos, ya que los demás chicos también se habían retirado.

¿Por qué eres así? -Dijo inclinándose hacia atrás y poniendo sus brazos en los reposadores de su sillón individual.

¿Cómo? -Lo miré alzando levemente la ceja derecha-

Suspiró, miró hacia el techo y cerró los ojos.

¿Sabes? -Abrió los ojos y me miró- La idea de matarte todavía sigue rondando por mi cabeza. -Dijo mirándome profundamente serio-

Yo, que ya había dado un mordisco al dulce, me tomé una pausa para no toser y atragantarme por el nerviosismo. Tragué lo que estaba comiendo y hablé.

¿Y por qué no lo haces? -Lo miré seria y agradecí el no haber tartamudeado-

No solo porque eres bonita, y no me gustaría matar a una chica bonita. -Hice una mueca y seguí comiendo, pero un poco más tranquila- Sino que también hay algo que no termina de encajar...

¿Qué cosa? -Lo miré-

Tú. -Dijo mirándome y me sentí incómoda de nuevo-

Se levantó y rodeó la mesa que nos separaba. Se acercó a mí y me tomó del mentón mirándome fijamente a los ojos.

No planeaba hacer nada. Era mi secuestrador, quién sabe si me golpea. Pero si se acerca mucho algo tendré que hacer.

Segundos después habló.

Tu mirada, y la forma de actuar no son las mismas a las que yo recuerdo. -Fruncí levemente el ceño.

Es la primera vez que te veo. No puedes recordar nada con respecto a mí, a menos que llevases años vigilandome como un acosador. -Dije seria-

Yo no lo diría de esa manera. -Se acercó mirándome los labios con una pequeña sonrisa, haciendo que me pusiera nerviosa.

Luego me soltó para alejarse a una distancia prudente.

¿Ella? o... ¿Ella? //Imagina con Choi San//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora