|Vergüenza|

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¿Por... qué lo dices? -Pregunté nerviosa imaginándome lo peor.

Sonrió y me tomó del antebrazo para meterme en su habitación rápidamente y cerrar la puerta a sus espaldas.

San, yo solo vine a buscar mi teléfono. —Me quejé retrocediendo cada vez que él avanzaba.

Y lo tendrás. —Me mostró mi teléfono y luego lo metió en el bolsillo de su jean azul oscuro— Luego de que hablemos.

¿Sobre qué? —Pregunté inocente.

Lo que pasó ayer en tu habitación. —Habló cruzándose de brazos.

No sé de qué hablas. —Me hice la desentendida.

¿Te encanta que te recuerde las cosas, no? —Dijo caminando hacia mí nuevamente.

¡No, no! —Negué con las manos— Ya me acordé. —Sonreí un poco nerviosa y él se detuvo.

¿Entonces? Explícame. —Ordenó con sencillez.

Yo... —Suspiré— Soñé contigo. —Dije un poco sonrojada y él alzó las cejas por un momento, sorprendido— Me desperté asustada y por eso grité. Luego llegaste tú, y... pasó lo que pasó. —Jugué con mis manos para evitar mirarlo.

¿Qué soñaste? —Preguntó curioso.

No te diré. —Me crucé de brazos mirando hacia otro lado.

No quieres tu celular, entonces. —Asumió y yo lo miré con el ceño fruncido.

Pero puse mi dedo índice sobre mis labios y luego señalé la puerta cerrada.

Él entendió y lentamente se dirigió ahí.

Bueno yo... —Hablé para no levantar sospechas.

San abrió la puerta rápidamente, y tal como había pasado esa vez en la habitación de Yeosang, los chismosos casi se caen.

Es en serio que no tienen un mínimo de respeto. —Me quejé y San se rió.

Váyanse que esto es privado. —Dijo San, y Mingi, Yeosang y Yunho se fueron refunfuñando.

Yo me acerqué rápidamente a San, quién no me miraba por estarlos mirando a ellos, y agarré mi celular de su bolsillo.

¡Oye! —Salí de la habitación y bajé las escaleras rápido pero con cuidado.

Sentía sus pasos detrás de mí pero llegué a mi habitación, entré, cerré la puerta y le puse seguro.

Pronto se escuchó un golpe en la puerta.

Yah, Se Rim. —Se quejó San— No terminamos de hablar, eres injusta. —Me reí.

Te dije que no te diré, y ya tengo mi celular. —Sonreí agitandolo a pesar de que no me veía.

Ah, ¿en serio? —Por el tono que usó pude suponer que estaba sonriendo— Espero que te diviertas con tu teléfono sin carga entonces, linda. —Se rió un poco y yo abrí los ojos como platos.

Intenté encender el celular pero no logré nada. Estaba más que muerto.

¡AAAAGH! —Grité enojada tirando el aparato inútil a la cama.

Se escuchó la risa de San fuera de la habitación, lo que me molestó más.

Él estaba recargado de brazos cruzados en el marco de la puerta, con una sonrisa.

Abrí la puerta y quedamos a centímetros, ya que estaba totalmente de frente. Solo estaba recargado en su hombro derecho.

Tú... —Lo señalé enojada avanzando hacia él amenazantemente, y él se rió mientras retrocedía con las manos un poco levantadas.

San quedó pegado a la pared mirándome con una sonrisa, mientras que yo tenía mi ceño fruncido mirándolo aún enojada, a un paso de él.

¡Dame el cargador! —Exclamé apretando mis puños.

Me enoja mucho que jueguen conmigo.

¡No lo tengo! —Dijo riéndose.

Quería hacerle alguna maldad.
Pero no encontraba qué.

Bufé alejándome de él, rodé los ojos, y me crucé de brazos para mirar a un costado.

Pero puedo conseguirte uno, si me dices sobre qué soñaste conmigo. — Manipuló poniendo sus manos detrás de su espalda e inclinándose hacia mí con una sonrisa.

Lo miré.

No necesito tanto ese cargador, ¿sabes? —Dije sonriendo falsamente, volteandome para volver a mi habitación.

Esp- —Dijo San pero fue interrumpido.

Chicos, ya llegaron. —Avisó Yunho serio, contagiandonos a San y a mí el mismo semblante.

Nos miramos por un momento para luego seguir a Yunho hacia la sala.

¿Ella? o... ¿Ella? //Imagina con Choi San//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora