Capítulo 36

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Narrador omnisciente

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Narrador omnisciente. 

Los chicos se acomodaron, tomando asiento uno al lado de los otros y Kim dio comienzo a su historia. 

— Tengo veintiún años — comenzó el chico de pelo negro a presentarse ya de forma más correcta y convencional. — Mi nombre es Kim Ji-won. 

— ¿Puedo hacer una pregunta? — intervino el menor tratando de comprender bien la historia, pero al mismo tiempo sintiéndose mal por tener que interrumpir nada más dar comienzo la narración. 

— Por supuesto. — respondió el coreano. — No te sientas mal por preguntar. Tú pregunta todo lo que quieras. 

— ¿Cuál es tu nombre y cuál es tu apellido? — quiso saber esta vez a lo que recibió una carcajada por parte de los otros dos chicos. — ¿Qué ocurre? — preguntó de nuevo sin entender nada de lo que ocurría. 

— No es nada pequeño. — comentó Zeta acariciando la cabeza de Ed. 

— Mi nombre es Ji-won, y mi apellido es Kim. — le aclaró las dudas al chico. — Aunque como habrás notado Zeta me llama por mi apellido. 

— Sí. Supongo que se deba a porque es más fácil de pronunciar, ¿no?

—Efectivamente. — y tras dar un bocado de aire continuó con la narración. — Llevo viviendo aquí durante muchísimos años, por lo qué... —y acto seguido fue interrumpido, pero la persona que lo hizo se calló de inmediato. 

—¿Cuántos? — perdón, perdón, soy muy impaciente. 

—Tranquilo, no pasa nada. — y después de eso prosiguió con la historia. — Lo que venía diciendo. Llevo muchos años aquí, por lo que por eso hablo tan bien el idioma. —hizo una pausa para beber agua. — Supongo que ahora te estarás preguntado el porqué me he ido de Corea, ¿no? — cuestionó mirando a Ed, el cual se encontraba con los ojos abiertos como platos y atento a todas las palabras que Kim decía. 

Por su parte, el castaño asintió con la cabeza de forma continua, sin siquiera pensarlo, para que así, su nuevo amigo, prosiguiera con la conversación. 

— Bien. — reconoció el más mayor de los chicos. — ¿Por donde empiezo? — y acto seguido se tocó la barbilla con el pulgar y el índice haciendo como que pensaba.  — Con once años conocí  a un chico. Este no sólo era, educado, amable, simpático y una buena persona, sino que también era el único que me ayudaba a evadir todo lo que mis padres trataban de imponerme. —hizo una pausa, tomó aire y continuó. — Mi familia es una familia de una clase social alta, por lo que allí en Corea tenía la obligación de ser un hijo ejemplar, cosa que no iba mucho conmigo, dado que no me gustaba el trato que tenían hacia las demás personas. 

— Sí, entiendo.  — comentó Ed haciendo ver a Kim que realmente estaba interesado y le prestaba atención. 

—Volviendo a mi amigo. Como ya he dicho este era el único que, de una forma u otra, hacía que mi mente dejara de pensar en lo tercos y estrictos que eran mis padres. También he de aclarar que su familia también pertenecía a una buena clase social, cosa que facilitó que mis padres me dejaran verme con él. No obstante, este tenía un gran secreto y una gran presión sobre sí mismo, pero a eso volveré más adelante. — y haciendo una pausa se levantó de donde estaba sentado y fue a por un refresco. — Con el paso del tiempo nos empezamos a hacer muy buenos amigos. Nuestras familias pasaron a conocerse, pero eso duró relativamente poco, dado que a los meses de que ambas familias se conociesen mi amigo reveló su orientación sexual, y entiendo que sabes cómo es vista la homosexualidad en el continente asiático. 

— Y no sólo en ese, sino en todos lado. — intervino por primera vez Zeta. 

— Claro, claro. — respaldó Kim la afirmación de su amigo. — Debido a eso nuestras familias se separaron por completo, mis padres no me dejaron ya verlo, por lo que tuve que apañármelas y encontrar lo medios — indicó al mismo tiempo que señalaba un portátil en la habitación.  — para poder seguir hablando con él. Estuvimos comunicándonos de esa forma durante dos o tres años, quizás. A él le llevaron a un internado para que su conducta mejorase. —dijo eso último haciendo comillas con los dedos. — Tuve que apañármelas para poder dejarle un teléfono con el cual mantener el contacto con él, cosa que fue algo complicado. En el correccional tuvo varios intentos de suicidio, al igual que ocurrió en el momento que mis padres se percataron de que pasaba demasiado tiempo en mi habitación y decidieron sacarme del instituto y contratar profesores particulares para así dar las lecciones en casa. Mi vida, todo lo que hacía, comía, tenía o tocaba era inspeccionado antes por ellos, pasando a estar bajo su control todo lo que yo hacía. — apuntó el mayor. — Pasado un tiempo me enteré de que mi amigo salió del correccional, y, con la poca libertad que me habían dado mis padres, de poder utilizar el ordenador durante una hora para hacer lo que yo quisiera, me puse en contacto con ella. 

— ¿Ella? ¿No era un chico? — cuestionó el más bajo de los tres atónito. 

— Lo era, pero fue en el internado cuando finalmente expuso como era en realidad. 

— ¿Y cómo que a ti no te lo dijo? — peguntó de nuevo Ed. 

— Tenía miedo de perderme a mí también. — musitó Kim mientras su voz ya comenzaba a quebrarse. — Tenía miedo de que si me contaba eso yo también iba a alejarme de ella. Esperé un par de meses. La pedí que me diera ese tiempo para poder irnos y comenzar en un nuevo lugar donde ella pudiera ser ella misma. Para eso estuve durante todo un mes planeando y hackeando las cuentas de familiares cercanos, obteniendo cantidades de dinero no muy llamativas. Al mes siguiente conseguí hacer dos pasaportes falsos y conseguir dos vuelos. Convencí a mis padres mintiéndolos, diciendo que iba a dormir a casa de unos primos, con los cuales se llevaban muy bien ellos. El control en el aeropuerto lo pasamos, y conseguimos huir, sin embargo, al poco tiempo de llegar al nuevo lugar ella enfermó. Cunado quisimos saber qué la ocurría nos enteramos de que tenía leucemia, en concreto del tipo mieloide, que es el más mortal de todos. Tras fallecer, sus cenizas las tiré al mar. Ella siempre me dijo que le hubiese gustado poder contemplar una apuesta de sol, a mi lado, junto a su único amigo. — dijo con un nudo en la garganta aquello, al mismo tiempo que sentía una punzada tras otra en el corazón y sus ojos revelaban el dolor que había acumulado. — Tras eso cambié innumerables veces de pasaporte para hacer perder el rastro de cualquier persona que tratase de seguirme, y finamente opté por el apellido de mi amiga y por mi nombre original. Así siempre estarían juntos. 

Continuará...

Y hasta aquí la historia de Kim, ¿Qué os ha parecido?

¿Cómo ha ido vuestro comienzo de semana? 

¡Y muchas gracias por leer!

De nuevo un capítulo con música. No sé si hay alguien que lo escuche al mismo tiempo que lo lee, pero esta al ser sólo instrumental (y una de mis favoritas) supongo que es mucho más fácil atender a la lectura. De verdad que esta canción siento que es uña y carne con el capítulo de hoy, con la vida de Kim y su mejor amiga, con todo lo que ha contado nuestro amigo coreano sobre su pasado. Sinceramente estaba con los sentimientos a flor de piel mientras escribía. Quizás no haya llegado a transmitir del todo lo que sentía, pero espero que al menos hayáis disfrutado.

Hasta el próximo lunes, ¡qué me lio a contaros cosas y no me callo!


Zeta (Gay/+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora