Enredado(s) 2

Fama, celos y cartas

Capitulo veiticuatro (cinco, segunda temporada)

Narrador universal

Mía se encontraba en su habitación haciendo ejercicio como todos los días, saltaba la soga hasta que tuvo que frenar ya que sintió un repentino mareo, se sentó en su cama y bebió de su botella de agua. No recordaba cuanto tiempo llevaba haciendo gimnasia, más de dos horas seguramente, su dolor de cabeza era horrible y los mareos eran cada vez peores. 

Odiaba sentirse tan débil. Ya no tenía resistencia alguna, estaba perdiendo fuerza, y lo sabía.

—¿Amor puedo pasar?— Manuel entró al cuarto con los ojos cerrados

—Si bebe— río —Estaba haciendo ejercicio solamente—

—No estás exigiendo de más ¿verdad?— dijo abriendo los ojos —No quiero que te excedas—

—No más de una hora— afirmó sintiéndose culpable, ellos habían puesto esa regla, no más de una hora de ejercicio para no sobre exigir su cuerpo.

—¿Cómo te sientes?— se sentó en la cama

—Cada vez mejor, no te preocupes— sonrío falsamente —Llena de energía—

—¿Tienes ganas de ir a merendar con tu novio? así recargas aún más energías—

—No me gusta comer con vos, siempre me haces comer de más— hizo puchero —Sos malvado—

—Es mi manera de ayudarte, piénsalo así, el nutricionista estará orgulloso cuando vayas— rió —No soy malvado, soy tu novio, y quiero verte bien, se lo prometí a tu papá, realmente quiero agradarle a mi suegro—

Reí por lo bajo, Franco Colucci amaba a Manuel, y no solo por ser mi novio, sino que también por todos los años que Manuel trabajó en una de las empresas Colucci allí en México 

 Al final le contó sobre el nutricionista a Manuel, decidió que era lo mejor, el comenzó a sospechar cuando la veía irse dos veces por semana una hora, por lo que le contó que empezó una nueva dieta para engordar un par de kilos, nunca se animó a decirle que en realidad era anorexia lo que tenía. De todos modos, Aguirre no era ningún distraído, y notaba lo que sucedía.

Ella no se atrevía a confesarlo, él no se animaba a decir lo que sabía. 

—Dejemos de hablar de esto mejor, vayamos a tomar algo— se levantó y tomó su mano mientras se dirigían al bar

Se sentaron en una mesa vacía y se les acercó el nuevo chico del bar

—¿Qué paso con Cata?— preguntó confundido el mexicano

—No la conozco, yo no se nada, pero me presento soy Gonzalo... Lalo— sonrío

—Yo soy Mía y él Manuel, es un gusto—

—¿Qué van a pedir?—

—Yo quiero un café y... una porción de tarta de chocolate— sonrío Manuel

—Yo quiero solo un energizante—

—¿Solo eso? Mi amor tienes que comer, ya lo sabes—

—Prefiero comer más en la cena, además, aún estoy llena, no te preocupes—

Lalo se retiró y ellos siguieron charlando de lo primero que se les ocurría

—Manu ¿pasa algo? últimamente te siento raro ¿esta todo bien?— preguntó algo confundida

—Si es que...— 

—¡NO ME VAN A CREER QUIEN ESTA EN LA PUERTA!— gritó Vico— SONIA REY ESTA EN LA ESCUELA—