Conociendo a los Colucci

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Capitulo treinta y nueve (dieciochoavo, segunda temp)

⚠️Contenido sensible⚠️

Mia

Siete años atrás (10 años)

—Mamá ¿es necesario que vayamos todos? sabes que no me gusta estar en esa casa, no quiero ir— dije mientras la veía maquillarse en su cuarto, Mercedes pasaba horas preparándose para ir a la casa de los Spirito, siempre era la misma historia.

—Vamos a ir a cenar Mia, sabes que tu papá y su jefe son muy amigos, tenemos que ir y punto— dijo sin mirarme —A parte no vas a estar sola, va tu hermano y se que tiene una hija de tu misma edad también, se pueden hacer amiguitas, no dramatices hija—

—La rarita esa nunca esta cuando vamos, me caen mal mami no quiero ir— me quejé —Son aburridos, prefiero quedarme acá en casa—

—¡Mia Bustamante! en lugar de quejarte tanto anda a cambiarte, pareces cualquier cosa— me retó, siempre era lo mismo cuando íbamos a cenar con los vecinos, mi mamá se pone de mal humor y eso nos altera a todos. Era intolerable.

—Ya estoy cambiada ¿Qué tiene de malo mi ropa?— había elegido yo misma una remera rosa pastel y una falda blanca, también tenía mis sandalias de brillo plateadas

—Mi amor te pedí que te pongas el vestidito negro, sos grande ya, tenes que darte cuenta solita— dijo mirándome de arriba abajo, con cierto asco y preocupación en su rostro

—¿De qué me tengo que dar cuenta?— pregunté confundida

—Mia yo ya te lo expliqué varias veces, el color negro en la ropa oculta los kilitos de más— dijo mirándome con pena —Y vos tenes muchos kilitos de más ¿entendes? por eso tenes que usar el vestidito negro—

—No me gusta el negro mamá, me gusta el rosa— suspiré —siempre uso el vestido negro—

—¿Y vos pensaste qué van a decir los vecinos si te ven así? ¿vos queres que los demás se rían de vos, Mia?—

—No, no quiero mamá— baje la cabeza 

—Dolores tiene un cuerpo perfecto y ella nos puede criticar ¿sabes mi amor? por eso tenemos que vernos bien, no queremos que alguien como la vecina y su hijita nos juzguen—

—Lo se mamá, me lo dijiste miles de veces— puse los ojos en blanco

—Entonces haceme un favor y anda a vestirte como te lo pedí— di media vuelta y comencé a caminar hacia la puerta —Espera, Mia—

—¿Qué paso?— pregunté con tristeza, tratando de evitar las lagrimas

—Compórtate esta noche ¿si? come como una señorita, no pidas más de lo que te ofrecen y seguí la dieta como te enseñe— suplicó —Sabes que todo esto es por tu bien—

Presente

Desperté con una angustia en mi pecho, dolía como si me hubieran golpeado, sentía que me estaba ahogando. Lamentablemente los recuerdos no dejaban de aparecer, desde que comencé terapia los recuerdos estaban más presentes que nunca.

Tener diez años y tener obesidad no es fácil, iba a la escuela y mis compañeritos se reían de mí, volvía a mi casa y mi familia también se reía. Lo puedo entender de niños de diez años ¿Pero de los adultos que debían protegerme? la persona que se supone que era mi madre fue la que más me daño, Mercedes estaba rota por dentro, y con el tiempo sus inseguridades las reflejó en mí.

Desde los seis años hice todo tipo de dieta, todo tipo de deporte, lo que sea para poder adelgazar pero ninguna de todas las cosas que hice fueron por mi decisión. Tenía ocho años y hacía spinning, era una nena rodeada de mujeres mucho mayores que yo en un deporte que claramente no era para alguien de esa edad ¿a qué mente retorcida se le ocurre enviarme a un lugar así? solo a mi madre, Mercedes.

Enredado(s) 2Where stories live. Discover now