Nada es lo es lo que parece

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OK, ÚLTIMOS CINCO CAPITULOS
(Voten o cancelo la serie ahre)

Capitulo cuarenta y siete (Veintiseisavo, segunda temp)

Manuel

 Como siempre, de los cuatro yo era el primero en despertar, quizás tenga alma de viejo o algo así, pero amo disfrutar la mañana. Sin hacer ruido salí del cuarto de Mia y baje a la cocina, Sonia ya no estaba, Franco me dijo que iba a estar en su oficina y que si necesitaba algo que se lo diga.

Ya me sentía como en mi casa, siempre fue fácil entrar en confianza para mí, a penas llegue de México al tercer día de estar en la casa de Marizza yo ya hasta ponía la música a todo volumen y bailaba solo en la sala de estar. Siempre fui así, con mis amigos, amigas, novias, con todo el mundo y la casa de los Colucci no era la excepción, siempre me sentí cómodo en este lugar, cuando era novio de Mia pase dos semanas acá, y ahora por más que no seamos nada me hacen sentir bienvenido de todas formas.

 Me preparé un café, Franco nos había dejado tres docenas y media de medialunas sobre la mesa, él mismo había ido hasta la panadería a primera hora para elegirnos las mejores. Me parecía una exageración esa cantidad, ya que somos solo cuatro personas pero luego recordé que soy un pozo sin fondo para comer así que esa cantidad era perfecta.

—¿Por qué siempre nos despertamos al mismo tiempo?— rio Mia detrás de mí, es hermosa cuando recién se despierta, llevaba aún su ropa para dormir, sus ojos estaban achinados pero su cabello estaba impecable, solo ella podía ser hermosa a la mañana.

—Tal vez estamos conectados— le guiñé un ojo —ven siéntate, te prepararé un café—

Vivir con Marizza es despertarme a las ocho de la mañana y que ella recién aparezca a las dos de la tarde, convivir con Pablo resultó ser casi lo mismo, con la diferencia de que él se despierta a las doce del mediodía, pero Mia y yo hasta en esto coincidíamos, nos levantamos a la misma hora, nos gusta desayunar lo mismo y hasta nos gusta ver las noticias mientras comemos. Amaba tener a alguien con quien desayunar.

Ella y yo éramos como una pareja de ancianos, dos jubilados que disfrutaban desayunar juntos en silencio, viendo las noticias. Éramos tan felices... fuimos tan felices esas dos semanas... y durante toda nuestra relación.

—Es mi casa, yo te tengo que atender a vos me parece— 

—Dejame atenderte, quiero hacerlo, a demás ya estoy re canchero con la cocina, me siento en casa— tomé una taza y le serví lo que quedaba en la cafetera, le puse tres cucharadas de azúcar y lo deje frente a ella.

—Muchas gracias Manu— le dio un sorbo a la bebida —Perdóname por no haberte invitado ayer, estuve mal en no invitarte pero al final fue una buena idea que vengas, me alegra que lo hayas hecho— dijo algo nerviosa

—¿Realmente te pareció una buena idea?— alcé una ceja

—Claro, siempre me divierto mucho con vos— sonrió —Aparte, si no fuera porque viniste vos, papá les hubiera tirado agua bendita o algo así a Mar y Pablo, él es medio anticuado— dijo avergonzada

—Me gustó estar con ustedes, tus padres son muy divertidos— dije —ellos son lo más y tu también lo eres, aunque creo que tu mamá me odia—

—Si, quizás un poco, pasa que Sonia es una mujer complicada, pero es buena, tendrían que conocerse mejor— explicó apenada

—Te ves muy bien con ellos— sonreí —se ve que se llevan bien—

—Es que estoy muy bien con ellos, me siento segura acá en casa— dijo inconscientemente, luego cambio de tema —¿Cómo encontraste a tu hermanita? no me habías contado nada—

Enredado(s) 2Where stories live. Discover now