VI

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«Qué pequeño es el mundo»

Apenas puse un pie fuera del auto, los flashes de las cámaras me abordaron

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Apenas puse un pie fuera del auto, los flashes de las cámaras me abordaron. Era uno de los primeros en llegar.

Entré al gran salón y me perdí en los detalles de mármol y pan de oro de las decoraciones. Era aún más bello de lo que recordaba. En las noticias ví la explosión y me lamenté porque era uno de los hoteles más bellos que había visitado. Supe que tardaron casi 2 años en reconstruirlo, pero veo que valió la pena.

Descendí las escaleras y visualicé algunos rostros conocidos.

Conocía a Chloé y a la pequeña Zoé desde que éramos niños, sin embargo fue hace tanto que no estaba seguro si me reconocerían al verme.

- Bonsoir Madame Bourgeois - dije con un gesto adulador besando la mano de Audrey, la madre de ambas rubias - Vengo en representación de mi padre, gracias por invitarme a tan espléndido evento.

- ¡Oh Adrien querido! ¡Eres todo un caballero! - exclamó con ese molesto tono de voz que recordaba tan bien mientras me examinaba de pies a cabeza - ¡Y te has puesto aún más guapo de lo que eras! Tienes que tener cuidado querido... estas chicas te van a comer vivo.

- Muchas gra... - ni siquiera terminé de hablar cuando Chloé me interrumpió.

- ¡Adribuuu! - dijo Chloé con una voz aún más chillona que la de su madre invadiendo mi espacio personal y plantando un beso en cada mejilla - Ha pasado demasiado tiempo, tenemos que ponernos al día - agregó tirando de mi brazo para que la siguiera, sin embargo me safé elegantemente antes de que me arrastrara a quien sabe dónde.

- Tendrá que ser otra noche - dije declinando su proposición lo más cortez posible - Hoy tendrás que compartirme con el resto de invitados

- Bien, pero me lo debes - dijo haciendo su clásico puchero

Detrás de ella, apareció la pequeña Zoé, que aparentemente ya no era tan pequeña. Ahora era tan solo una cabeza más baja que yo y lucía como toda una señorita. ¿Cuántos años tendría? ¿15? ¿16?

- ¡Zoé! ¡Qué maravilla! Estás hermosa - le dije con una sonrisa que la hizo sonrojar - Te recordaba de este tamaño - agregué colocando una mano a la altura de mi cadera - Y ahora mírate, toda una dama.

- Gracias, Adrien - respondió encantada.

Ella no era igual de escandalosa que su madre o su hermana. Era mucho más discreta, dulce y sencilla. Si hubiera tenido una hermana menor, me hubiera gustado que fuera como ella.

(1) Deux coeurs, un battement - MLB +18 [Dos corazones, un latido]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora