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«Emma»

Aterricé en Londres sin novedad aparente, me tomé algún tiempo para acomodarme en el hotel y almorzar con calma antes de iniciar la maratón de reuniones que tenía con los queridos inversionistas de mi padre

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Aterricé en Londres sin novedad aparente, me tomé algún tiempo para acomodarme en el hotel y almorzar con calma antes de iniciar la maratón de reuniones que tenía con los queridos inversionistas de mi padre. Terminé el día bastante tarde y una vez que estuve en la paz y quietud de mi solitaria suite, tomé mi teléfono y empecé a revisar las notificaciones.

Sonreí con fascinación al escuchar las notas de voz que me había dejado Marinette, contándome cada detalle de su día, agradeciendo la sorpresa y compartiendo conmigo las ganas que tenía de verme nuevamente.

Luego abrí mi correo y leí el mensaje de Nino, quién había cumplido con enviarme todas las fotos del evento el mismo día.

Las tomas eran tan prolijas, mi adorada azabache se veía absolutamente hermosa y radiante en cada una de ellas...

Hice una leve mueca de fastidio al ver a Couffaine en unas tres o cuatro fotos con el brazo sobre los hombros de Marinette y otras tantas acariciando su pancita...

Suspiré con frustración, el maldito sonreía como si lo hiciera adrede para enfurecerme...

Claramente el mensaje no había quedado claro cuando le envié mi último presente, esta vez tendría que ser algo más... amedrentante...

Marinette era mía y yo suyo, contra el amor que nos teníamos nadie podía objetar, sin embargo, aún así, ese maldito periodista continuaba con sus ridículas provocaciones...

Puede que él haya contribuido a nuestra causa en su momento, puede que tan solo sea un amigo cercano de Marinette, pero a pesar de todo ello no podía lidiar con el hecho de que él sentía algo por mi esposa, se notaba a leguas... y el solo hecho de saber que él estaba revoloteando a su alrededor en mi ausencia, ganándose su confianza y esperando cualquier error de mi parte para sembrar la semilla de la discordia entre nosotros, me volvía loco.

Luka Couffaine no representaba más que un estorbo para mí, uno que debía ser removido de una forma u otra...

Con ese círculo vicioso de pensamientos, recorté digitalmente una de las fotos donde aparecía el susodicho y empecé a garabatear su rostro con cuernos, bigotes y dientes filudos, algo bastante infantil debo admitir, pero muy efectivo al momento de descargar mis crecientes celos...

Ya pasaban de las once de la noche, pero aún así decidí enviarle la foto editada a mi hermosa esposa para hacerla reír por la mañana.

Estaba por colocar el artefacto en modo "no molestar" cuando una nueva notificación apareció en mi pantalla, era ella, a través de facetime.

Sin perder más tiempo, me acomode en mi sitio y contesté la videollamada.

- Hola gatito - saludo con voz melosa, necesitada...

- Hola princesa - respondí contemplando su hermoso semblante en la pantalla, ya estaba en la cama, recostada de lado, solo con la luz de la lámpara encendida - ¿Que pasó, hermosa? ¿No puedes dormir?

(1) Deux coeurs, un battement - MLB +18 [Dos corazones, un latido]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora