4

38.3K 2.5K 292
                                    

Cintia James.

Me levanto con la peor resaca de mi vida. Por suerte recordaba casi todo y no hice el ridículo, soy una borracha decente. Tengo el recuerdo de unos ojos azules que me pidieron matrimonio.

—Espera ¿qué? —me sobresalté intentando recordar. Pensé que había sido un sueño.

En el bolsillo trasero de mi pantalón tenía una tarjeta con un número telefónico, que obviamente no iba a utilizar.

¿Qué tipo de loco va por ahí pidiendo matrimonio?

Luego de una ducha, preparé el desayuno y atendí a mi mamá. Tocaron a la puerta y para mi desgracia cuando abrí solo eran peores noticias. Todo se me a juntaba.

—Señorita James —era el casero. El universo conspira en mi contra— Usted me debe meses de renta, me veré en la obligación...

—Lo siento muchísimo, no volverá a pasar —le rogué— Le prometo que le pagaré cada centavo, lo antes posible.

—Sus palabras no tienen mucho valor para mí —expresó con desapruebo—. Si dentro de tres días no me pagas, te echaré a ti y a tu madre. No tengo nada más que hablar.

Bueno al parecer creo que sí hay boda, no me queda de otra.

Agarré la tarjeta y marqué el número telefónico. Me encerré en mi cuarto.

—Si, dígame —era una voz ronca y sexi.

—Hola —pensé en presentarme, pero él no me conocía— Soy la chica a la que usted le propuso matrimonio.

—Ah, claro. Llevo esperando su llamada todo el día.

—Tenía que reflexionarlo, es un poco descabellada la situación. Uno no va por ahí, casándose con el primero que le ofrece matrimonio.

—¿Señorita acaso está usted diciéndome que si?

—¿Conoce usted el café de la zona 36?

—Sí, lo conozco.

—Pues nos vemos ahí en media hora.

Esto era una decisión precipitada, pero no había de otra. Entre las deudas y la enfermera de mi madre, me estaba ahogando. 

Me termino de arreglar, me coloqué un short de mezclilla con un pulóver, unas sandalias y un par de lentes de sol para esconder las ojeras.

La cafetería me quedaba cerca por lo que fui andando, eso y que no tenía dinero. Llegué y tomé asiento en unas de las mesitas redondas del local. Un rato después llegó aquel hombre, cuando mis ojos se encontraron con los de él, lo reconocí al instante.

Alexander Cross el multimillonario de veinticinco años que todas las mujeres desean, me pidió matrimonio a mí. Esto definitivamente era una broma del destino.

Aquel hombre desprendía fuego.

Era alto, extremadamente guapo, sus ojos azules te transmitía seguridad, su pelo castaño y su estupenda barba eran indescriptible, para no hablar de su sonrisa.

Te juro, que este hombre te sonríe y a ti se te mojan las bragas.

Caminó a paso firme, con su traje azul claro y tomo asiento en mi mesa. Se quitó sus lentes oscuros y me observo descaradamente. 

—Que bueno que me llamó — comentó con una sonrisa en sus labios.

—¿Por qué Alexander Cross me está proponiendo matrimonio a mí?

—¿Me conoces?

—Dime de alguien en esta ciudad que no lo conozca.

—Tienes razón —soltó una risita por lo bajo—¿Me dices tú nombre?

Amor Por Contrato✓ [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora