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Alexander Cross.

La cabeza me dolía horrible, abro los ojos poco a poco, no reconozco nada de este lugar, nunca había estado aquí. Me incorporo y me sorprendo al verme desnudo y solo en la habitación. Gracias a Dios.

¿Qué mierda había pasado? 

Tengo algunos recuerdos que se reproducen como si fuera una película en mi mente. Me levanto y recojo todas mis cosas del suelo.

Me pongo mi camisa y la imagen de Marlene me golpea haciendo lo contrario, desvistiendome. Busco mis bóxer, Elena me viene a la cabeza arrodillada ante mi quitando mis pantalones.

«¿Pero qué carajos?»

Recuerdo sus risas, pequeños detalles de nuestra conversación, que me bebí un café que me brindaron y ya. Luego todo estaba confuso.

— Si Cintia se entera de esto va odiarte — recuerdo como Elena se desnudaba y yo no tenía el control de mi cuerpo, solo me mantuve tumbado en la cama y ella no paraba de hablar.

— Ya firmamos el divorcio, pero es un secreto no le digan a nadie —me reí como si fuera un niño de seis años.

¿Por qué le confesaría algo así?

— ¿Si están divorciados por qué viven juntos?  —habló Marlene terminando de quitar su vestido.

— Ella necesitaba dinero y yo una mujer para mantener tranquilo a mi padre. Todo era una mentira.

— Siempre supe que todo esto era una falsa —comentó Elena.

— Todo era una falsa hasta que yo me enamoré de Cintia.

El resto del día es como si lo hubieran borrado de mi cabeza. Miré el reloj y eran más de las tres de la tarde.

«Mierda Cintia»

Héctor Cross
Te espero en la empresa no tardes. Tenemos que hablar.

Todo llega junto, ¿ahora que quiere Don perfecto?, ¿Y por qué carajos Cintia no contesta el maldito teléfono? Tengo que verla primero que Elena porque estoy seguro que montó todo este numerito con alguna intención.

Llego a la empresa y ni rastros de Cintia, nadie la había visto. Tomo el elevador y Alejandra entra corriendo junto a mí.

— ¿Cuál es el apuro hermanita? —analizó su rostro y está nerviosa.

— Padre está en la sala de reuniones y quiere vernos ahora — movió algunas carpetas que tenía en las manos—. Nadie sabe cuál es el motivo de su visita.

— Tranquila, él es así.

— Casi lo olvido ya envié todo el dinero que Cintia me pidió a tu cuenta.

— ¿Qué dinero?

— La paga de su sección de fotos me dijo que la ingresara en tu cuenta.

«Es decir que ya no me debe nada»

— ¿La has visto?  

— En la mañana junto a su amiga, pero luego se fueron sin decir nada.

Entramos juntos en la sala de reuniones y nuestro padre nos esperaba con algunos socios.

Amor Por Contrato✓ [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora