9

32.7K 2.1K 200
                                    

Alexander Cross.

Estaba loco o si había escuchado fuerte y claro como Cintia había dicho mi nombre entre gemidos, de solo pensarlo ya mi pene estaba duro.

Cuando terminó de ducharse entró en la habitación a oscuras intentando no hacer ruido y se acostó a mi lado.

—Cintia —le llamé, en un susurro.

—Intento dormir —bramó.

—En este hotel las paredes son muy finas —dije de manera juguetona, intentando provocarla.

— ¿Qué? —se notaba apenada. Quizás avergonzada.

—Cintia — hablé lentamente—, escuché como decías mi nombre. Acabé con la distancia que nos separaba, y comencé hablar sobre su cuello— ¿En que pensabas Cintia? ¿Te imaginas ser tocada por mí?

—En nada— se retorció un poco intentando acomodarse, pero debido a la cercanía restregó su trasero contra mi pene.

— Mejor no te muevas Cintia— susurré sobre su piel desnuda—. No me hago responsable de lo que pueda llegar a pasar.

Se giró de manera repentina, su boca quedaba a centímetros de la mía, sus profundos ojos me miraron, una sonrisa apareció en su rostro y mi erección estaba apretada contra su muslo—. No es un delito tocarme pensado en mi esposo Alexander — su aliento chocaba en mi cara.

— ¿No prefieres que sea tu esposo quien te toque, Cintia? — deslicé mi mano sobre su pecho trazando círculos hasta su vientre y me detuve en el borde de su braga.

Tragó en seco y cuando fue a gesticular, un teléfono comenzó a sonar, se apartó abruptamente y contestó.

—Si mamá...¿está todo bien?... ¿Te tomaste la medicación?... Mañana voy...Te amo mamá...

—Te puedes correr un poco la cama es bastante grande— me ordenó —. Estás invadiendo mi espacio personal. Quiero dormir.

Bipolar le dicen.

Y como arte de magia se rompió todo el contacto entre nosotros. La atmósfera sexual que se estaba formando se desapareción.

Los rayos de sol me despertaban, intenté levantarme  y para mí sorpresa estábamos durmiendo abrazados, Cintia tenía su mano sobre mi pecho y su cabeza descansaba sobre mi brazo, me encontré a mi mismo acariciando su cabello.

Abrió los ojos poco a poco.

—Alexander —me gritó, cuando se dio cuenta de lo unido que nos encontramos.

—Shh cállate —le ordeno— es temprano, somos una pareja recién casada.

— ¿Puedes soltarme? —preguntó molesta.

—Es la primera vez que duermo con una mujer y no pasa nada —empiezo a reírme solo.

—Alexander Cross está perdiendo sus encantos.

— Yo creo que no —dije frotando mi miembro contra su muslo —, sigo en perfectas condiciones.

—Eres un imbécil —masculló.

— Cintia esa boca —en un movimiento ágil me coloqué sobre ella  y aguanté sus manos sobre la cabeza dejándola inmóvil — debes hablarle más bonito a tu esposo. Merezco respeto.

—Eres un imbécil amor mío —me sonrió de manera desafiante y se mordió el labio inferior.

—Debo hacer que cambies de opinión sobre mi —dije acercando mi rostro al suyo.

— Ni se te ocurra Alexander— comentó al ver mis claras intenciones. Deseaba hacer eso.

—¿Ni se me ocurra qué, Cintia? — comencé a darle cortos besos por su cuello. La agarré con una sola mano y la otra la deslicé hasta su  vientre.

Amor Por Contrato✓ [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora