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Cintia Cross.

— Ah, pero que mierda —hablaba sola en el asiento trasero del auto—. Ya lo tuyo no da para más Cintia, no te bastó con lo ocurrido y ahora terminas follando en un elevador.

«Estúpido Alexander Cross»

«Estúpido sexo»

«Estúpido contrato»

«Estúpida yo»

— ¿Señorita decía algo? — preguntó el chófer. Lo que me faltaba, ahora quedaba como demente.

De verás parecía una loca hablando sola. Para qué me voy arrepentir, ya lo hice, ahora  tengo que vivir con ello.

— Solo pensaba en voz alta —le sonreí y este asintió.

Yo no soy así. No me considero  una mujer fácil, tampoco voy por ahí con cualquiera, pero ese es el problema Alexander Cross no es cualquiera.

—¿Puede llevarme a otro lugar?

— A dónde usted me diga señorita.

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— Pensé que no vendrías más a visitar a la mujer que te dió la vida y ese pedazo de culo.

— Ay madre eres muy exagerada —le abracé—, tampoco me demoré tanto en visitarte.

— Siéntate quiero hablar contigo.

— ¡¿Te sientes bien mamá?! —me preocupé.

— Estoy bien hija —nos sentamos en sofá—. Solo quiero hablar contigo.

— De acuerdo.

— Alexander vino aquí…

— ¡¿Cuándo?! —pregunté furiosa.

— Hoy en la mañana te estaba buscando. Te vimos en las noticias con Jonas Parker y salió que soltaba humo por los oídos —se rió a carcajadas—. Lo traes loco.

— No lo creo mamá solo estamos… fingiendo.— ¿En serio estamos fingiendo?, después de todo lo que ha pasado entre nosotros.

— Te gusta Cintia —fue más una afirmación que una pregunta.

— Mamá yo… yo

— Cariño te conozco —me interrumpió—. Se que te gusta y aunque no entienda su relación, se que también le gustas a él. Nadie se pone celoso por una persona que no le importa.

Mi madre tenía razón, me gustaba mi marido falso, quería creer en nosotros, quería estar con él, pero por cabezota no lo iba aceptar nunca. Además estamos hablando de Alexander Cross el mujeriego mayor. Es imposible tener una relación verdadera con él. Sexo si, pero formalidad lo dudo.

— Yo debo irme.

— Huye de esta vieja loca —se burló— pero tus sentimientos siempre van a estar ahí —señaló  mi pecho.

— ¿En mi busto? —me burlé. Sabía muy bien de lo que hablaba.

— No eres tonta Cintia —me dió un beso en la mejilla—, ya sabrás lo que haces.

Antes de irme entré un momento a mi antigua habitación y me coloqué unas bragas. En qué estaba pensando cuando le di las mías a Cross. Me despedí de mi madre. Me gustaba hablar con ella, digamos que me aclaraba un poco, aún me quedaba otra persona que quería visitar.

— ¿Señorita desea ir a otro lugar? —preguntó el chófer abriendo la puerta del auto para mí.

— Si al Club Rojo.

Amor Por Contrato✓ [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora