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Cintia James

Estaba con uno de los hombres más deseados del país y por una extraña razón mi cabeza lo único que hacía era pensar en tonterías. Aunque tampoco tenía que tomarlo tan a pecho, la relación era falsa.

Por otra parte, mi teléfono no paraba de sonar, ya me estaba cansada, pero sabía que si contestaba, eso traería grandes problemas.

Respiré hondo y terminé contestando.

—¿Qué mierda quieres? — bramé con rabia. Este era un capítulo de mi vida que quería mantener cerrado.

—Deberías hablarme con más respeto, Cintia. Tú y yo tenemos una historia, merezco respeto.

Era solo escuchar su voz y mis piernas comenzaban a temblar.

—Te hablo como me dé la gana, te recuerdo que ya no tienes ningún poder sobre mí.

—Necesito verte, Cintia —dice y comienzo a comer las uñas de mis dedos, nerviosa.

No, no y no, mierda ya estaba sonriendo con la idea.

—¿Para qué quieres verme?

—Asuntos pendientes, recordar buenos tiempos, no sé.

—No creo que sea buena idea —ahora jugaba con mi cabello, este hombre me ponía de los nervios

—No te hagas de rogar —susurró— nos conocemos muy bien, y sabes que será un momento agradable.

—Está bien te veré, pero solo será una vez. Tienes que prometeme que no me buscarás más.

—Te enviaré la dirección de un bar...

—En un lugar público no puede ser —le interrumpí.

—Mandaré a unos de mis hombres a recogerte.

—Okey —mi cabeza decía que no, mis bragas eran más fuerte.

Colgué la llamada.

Unos de los choferes de Jonas me pasó a recoger a la media hora y como me lo supuse me trajo a la misma cabaña, pero no es una simple cabaña de campo como cualquier otra, no está ni de cerca a eso. La puerta estaba abierta así que entre sin avisar y la cerré a mi espalda.

—Cintia —esa voz dominante me provocó un escalofrío en todo el cuerpo—. Suéltate el cabello —me ordenó.

Pueden pasar dos, tres o hasta diez años y este hombre siempre va a tener el control absoluto sobre mí.

Cómo mismo lo había pedido me solté el cabello y fijé mi vista en las escaleras y ahí estaba él. Descalzo, solo con un short que no llegaba ni a las rodillas. Su porte elegante sus oscuros ojos sobre mí, sus labios carnosos y su pelo estaba más largo la última vez que lo vi.

—Bienvenida a casa, mi flor.

—Esta no es mi hogar y yo no soy tu flor —le recuerdo— No hace falta formalidades, ahórralas- rodé los ojos en blanco— Me conozco este lugar como la palma de mi mano.

—Tengo juguetes nuevos— comentó de manera divertida

—¿Para qué me querías Jonas? No tengo tiempo para tus juegos.

—Antes te gustaban.

—Ya no.

—Ven —me invitó a subir las escaleras—¿Estás apresurada?

Quería hacerme la fuerte y en estos momentos mis piernas tenían vida propia y subí las escaleras.

—Te vas a casar con Alexander Cross —dijo a carcajadas cuando llegue hasta él— No me lo puedo creer.

Amor Por Contrato✓ [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora