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Alexander Cross.

Llego a mi apartamento muy tarde, me pasé el día entero trabajando solo porque se me ocurrió la idea de enviar a Alejandra con Max y que sea lo que Dios quiera. Las opciones son pocas.

«Terminan follando o se matan entre ellos»

— ¡Cintia! —arrojé las llaves a una mesita y comencé a buscarla.

— Estoy aquí —chilló, apareciendo con una bata roja muy corta y una fresa en su mano.

— ¿Qué hacías? —me acerqué a ella dándole un abrazo.

— Tengo mucha hambre.

— ¿De mí? —susurré contra su cuello.

— Quita Cross —me empujó—, te conozco y se por donde vas.

— Es culpa tuya por recibir a tu marido vestida así.

— Te recuerdo que estamos divorciados.

— ¿Somos novios? —asintió—, con más razón los novios se desean.

— Déjate de estupidez Cross que no somos unos adolescentes hormonales.

— Puedo ser tu estudiante y tú mi caliente profesora —le cogí la fresa y me la comí—. Me gusta el juego de roles.

— No estoy de humor — sentenció.

«Estás odiosa Cintia»

— Ah por cierto —se volteó a verme mañana tengo una sección fotográfica en tu empresa.

— ¿Cuál es el problema?

— Bueno como es de lencería —bajó el tirante de su bata— me gustaría mucho que me dieras tu opinión —dejó caer el otro—, sobre mi cuerpo. —la tela cayó completamente al suelo.

«He visto tu cuerpo ciento de veces y es perfecto»

— Tus pechos están hinchados al igual que tus caderas —recorrí con la vista todo su cuerpo.

— Sabes Cross está noche duermes en el sofá.

— Cintia —puse los ojos en blanco—. Solo intentaba jugar contigo.

— Y yo solo intentaba follar — contraatacó.

— No era más fácil pedirlo.

— No era más fácil decirle a tu mujer que está perfecta en vez de gorda.

— Tú no eres mi mujer — respondí burlón.

— Alexander Cross definitivamente te has ganado el sofá —bufó y desapareció moviendo las caderas aún desnuda.

— ¿Y ahora quién se encarga de esto? —alcé la voz.

— Te inclinas y te la mamas — gritó furiosa. —hoy duermo en el sofá.

Número desconocido.
Hola Alexader, quiero hablar contigo. Deberíamos vernos decide tú. Búscame, Marlene

#
Nuevo día, temprano en la mañana, comienzo a caminar haciendo el mayor ruido posible, con una intención claro está.

— ¡Pero que cara… — y apareció — ¿Por qué estás desnudo, haciendo tanto ruido Alexader?

— Intentaba cocinar —mentí.

— ¿Ahora cocinas desnudo?

— Yo cocino como quiera, pero ya me quitaste las ganas.

— Has lo que te venga en gana Alexader.

Pasé por su lado en dirección al baño — No me mires el trasero Cintia.

— ¡No te estoy mirando!

Entro en el baño dejo la puerta abierta, abro el grifo y conteo regresivo.

— 3…2…1 — corren la cortina — Sabía que vendrías.

— Tampoco te creas importante Cross solo vine a ducharme —Cintia se mantuvo firme ante mi.

— Claro solo a ducharte — se quitó la bata y se acercó.

— ¡Ups! — nuestros cuerpos estaban a centímetros —, lo siento, esto es muy chiquito.

— Vivía solo, para mí el espacio era perfecto.

— ¿Me puedes bañar Alexader? —me entregó una esponja y me dió la espalda.

«Otra vez jugando Cintia»

— Claro —frote suavemente su piel, dí pequeños besos sobre sus hombros y una leve mordida en su cuello.

Se giró rápidamente y empujó mi cuerpo contra las baldosas de la pared—. Eso no viene incluído Cross —me señaló con un dedo levantado y pegó completamente su cuerpo al mío.

— Si sigues así no voy a poder contenerme.

— ¿Así como? — tomó mi masculinidad entre sus manos y le dió un leve apretón—. Yo no estoy haciendo nada —bajó por mi abdomen dejando pequeños besos y mordidas hasta mi pelvis.

Agarré su nunca y la alcé para estampar mis labios contra los suyos— No quieras tener el control Cintia.

— Perdona Alexander, siempre se me olvida que el único que puede tener el control eres tú —tiró de mi labio con sus dientes e invadió mi boca con su lengua.

— Yo no quise decir eso —abrí mis brazos— has conmigo lo que quieras menos dejarme.

— ¿Te da miedo perderme? —abrió sus ojos como platos.

— Como nada en esta vida —una sonrisa se dibujó en su labios —¿Qué?

— Lo que quiera —repitió.

Bajó lentamente, sus labios rodeando mi masculinidad, su lengua recorriendo mi hinchada punta. Se tragó mi longitud  entera, chupando con habilidad.

Enrosqué mi mano en su cabello,  moviendo mis caderas para enterrarme más profundo en ella, gruñidos escapaban de mi garganta y mi cuerpo comenzaba a vibrar.

— No. —sacó mi pene de su boca, se puso de pie— Quiero que te corras en mi interior.

Envolví su cuerpo con mis manos para atraerla. La alzo contra la pared de la ducha y le separo los muslos  para dejarla caer sobre mi erección.

Succiono el agua que corre por su piel, bajando por el cuello hasta los pezones, dejando algunas mordidas, acelero el ritmo de mis acometidas.

Alcanzamos juntos el clímax. Los gemidos hacen eco en el baño, mientras me libero en su interior, me retiro y la giro en brazos para que el agua caiga sobre si. Terminamos de bañarnos juntos.

— Voy arreglarme un poco.

— No te demores salimos en diez minutos.

Aproveché que Cintia se arreglaba, para responder el mensaje que me habían enviado. Estoy segura que ella sabe algo sobre mi supuesto accidente. Esto no era mentir era ocultar la verdad, Cintia se pondría nerviosa si lo supiera.

Alexander Cross.
Lo siento Marlene estaba un poco ocupado, mándame la dirección y ahí estaré.

Llegamos a la empresa en unos segundos y ya Marlene me había mandado otro mensaje.

— Regreso en una hora, tengo una reunión —le mentí.

— ¿Todo bien?

— Si todo bien — se inclinó un poco, besó la comisura de mis labios y bajó del auto.  

Llegué a la dirección que me había mandado Marlene, cuando ví que era un hotel y que ella no venía sola, ya sabía yo que algo malo iba a pasar.

— ¿Qué hace ella aquí? —pregunté.

— En realidad Alexander fui yo quien te mandó a buscar —
comentó Elena, con los brazos cruzados— Necesitamos hablar.

Amor Por Contrato✓ [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora