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Cintia James.

— Señora Cross —me llamó unos de los empleados de la empresa—. Este sobre es para ti.

Me entregó un sobre amarillo, completamente sellado —¿Quién lo dejó?

— Solo dijeron que era una sorpresa y que le iba a gustar mucho.

«Así que reunión»

¿Qué sorpresa me darás Alexander?

— Muchas gracias — sonreí antes de empezar a caminar pero una voz conocida me llamó.

— ¡Cintia! — era Emma, la noche anterior le había pedido un favor y le dije que viniera.

— Emma —nos dimos un abrazo— ¿me conseguiste eso?

— Está en mi bolso.

— Vamos.

#
— ¿Y bien?

— Emma, me pones nerviosa deja de preguntar cada cinco segundos.

— Bien, ¿pero ya?

— Ay por Dios —chillé— es si, Emma.

— ¡Que bien!

— No entiendo cómo ocurrió — estaba entrando en estado de shock.

— Pero ocurrió Cintia y me alegro mucho —me volvió abrazar.

— Si pero es Alexander Cross —comenté entre sus brazos— sabes cómo es él.

— Pero también se que tú le quieres y eso está bien —intentó tranquilizarme— ¿Qué piensas hacer ahora?

— De hecho tengo que irme, recibí un sobre, es una sorpresa o algo así. No sé.

— La sorpresa se la va a llevar él— comentó animada.

Despedí a mi amiga y le indiqué al chófer de la empresa que me llevará a la dirección del mismo sobre, me sorprendió mucho cundo observé por la ventanilla que no era más que un hotel.

— Hola, estoy un poco confundida, mi marido me dijo que estaría aquí y ahora estoy llamando pero no contesta —le hablé a una morena que estaba en recepción.

— ¿Eres Cintia Cross?

— Si esa soy yo —le sonreí.

— Sígueme Alexander te está esperando, pero creo que empezó sin ti.

— ¿De que habla?

— Es por aquí — señaló una puerta y me entregó la llave.

Introduje la llave, agarré la manija y entré lentamente, paredes pintadas de blanco me recibieron, en el suelo había un camino de pétalos de rosa, algunas velas aromatizante encendidas.

— Alexander — llamé pero nadie respondió.

Caminé hasta el final del pasillo, había una puerta entreabierta, decidí entrar llevándome la peor sorpresa de mi vida.

— Cintia no sabía que ibas a venir —susurró esa voz que tanto odio—, pensé que lo tuyo era ser sumisa, creí que esto no te gustaba.

Un nudo se formó en mi garganta, mientras intentaba procesar lo que veían mis ojos.

Alexander está completamente desnudo, su cabeza descansaba sobre el pecho de una mujer que desconozco, tenían los ojos cerrados como si durmieran y sentada sobre la cama con una sonrisa triunfar en el rostro estaba Elena con su cigarrillo en su boca y nada de ropa.

— Disculpa si llegué tarde — respondí con ironía — para ver cómo follaban con mi marido.

— Ex marido —dió una larga calada—, para llamarlo de algún modo porque realmente el matrimonio siempre fue falso.

— ¿Cómo sabes tú eso?

— Querida, yo siempre voy a estár primero que tú en la vida de Alexander —se encogió de hombros—. Obviamente me lo dijo él porque confía en mí.

— Elena usted, debo llamarte así porque eres casi de la edad de mi madre no me gustaría ofenderte.

— No querida, no me ofendes — fingió un puchero— se que en el fondo estás dolida, pero no es tu culpa yo sé que Alexander Cross es irresistible.

Estaba dividida por un lado quería confiar en él, pero Elena tenía razón y la escena ante mis ojos lo confirmaba.

— ¿Quieres que le diga que estuviste aquí o vas a esperar que despierte?

— No querida no hace falta que usted le diga nada.

Mi madre me crió como toda una reina, si las intenciones de Elena eran verme destrozada y sufriendo la tenía difícil yo no le iba a dar esa satisfacción.

Con paso firme, la cabeza en alto y mi corazón quebrado salí de aquel maldito lugar. Mi cabeza estaba caliente quizás fue la rabia quien me llevó o tomar ciertas decisiones.

Lo primero que hice fue marcar a mi madre para avisarle que recogiera lo necesario para ir de vacaciones. Me dió pena con ella su voz por teléfono se notaba emocionada y esto estaba muy lejos de ser unas vacaciones.

Luego llame a Alejandra.
Ale…si yo estoy bien. Escucha necesito que el dinero de la sección de fotos que hice para ti se lo des a tu hermano…no, no pasa nada, luego te cuento…ok. 

Con eso será suficiente, no quería tener ningún asunto pendiente con Cross, aún me quedaba uno y ese era el más importante.

— Me llevas al hospital —le pedí al chófer.

Una hora de camino, mi teléfono no paraba de sonar, al parecer Alexander había despertado de su magnífica experiencia sexual.

— Llegamos —su voz me trajo a la realidad.

Desde que mi padre murió, odio entrar en los hospitales, es solo sentir este ambiente esterilizado, pulcro, los pasillos blancos los enfermeros y los pacientes de arriba abajo me ponen nerviosa.

— Estoy buscando a la doctora Elizabeth Mark.

— ¿Tiene cita?

— ¿Cintia?— me volteo y ahí estaba mi antigua conocida.

—¿Cómo has estado Elizabeth?

— Yo estoy muy bien cariño —me tomo del brazo para empezar a caminar— ¿Sucede algo?

— ¿Recuerdas cuando íbamos al instituto juntas y yo te ayude con un chico?

— Como olvidarlo Cintia, tu y yo éramos inseparables.

— Muy bien —asentí—, me dijiste que me debías un favor.

— Siempre que este en mis manos.

— Llegó el momento — di un largo suspiro y lo solté de golpe — Estoy embarazada y

— Felicidades —me interrumpió.

— No me felicites —debo confesar que lo siguiente que va a salir de mi boca no le va a gustar a nadie y es la decisión más difícil que he tomado en mi vida pero es lo necesario—. Quiero que… interrumpas mi embarazo.

— ¿Estás segura? — analizó mi rostro.

— Estoy segura —di por terminada la conversación.

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Amor Por Contrato✓ [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora