CAPÍTULO 17

300 20 11
                                    

VALERIA

Los dos están parados en frente de la puerta del restaurante. No saben dónde ir, pero ninguno lo dice hasta que Valeria vuelve a hablar.

—¿Adónde vamos? Los bancos siguen mojados y sinceramente no me apetece dar vueltas por el crucero otra vez.

—Yo sé un sitio. Sígueme. —Le dice yendo hacia la sala de ascensores. La chica se deja guiar por él.

Atraviesan algún que otro pasillo hasta llegar a una puerta con un cartel gigante.

—¿Teen Club? —Pregunta la joven frunciendo el ceño cuando lee el cartel.

—Sí —afirma con una sonrisa en su rostro. Valeria sigue con la misma cara de no entender absolutamente nada, así que decide explicarle qué es ese sitio—. Tiene sillones y música. ¿No te gusta?

La joven abre los ojos cuando se da cuenta de que no ha respondido.

—Sí, sí, me gusta. Puede estar chulo —asegura esta dando un paso al frente para abrir la puerta, pero en vez de hacerlo se da la vuelta para mirar al chico que hay tras ella—. ¿Suele haber mucha gente?

El joven encoge los hombros y responde.

—Alguna que otra, ¿por qué?

—¿No estaremos un poco marginados?

—Tengo contactos, no estaremos solos —responde el joven guiñando un ojo y una sonrisa pícara en sus labios.

—Qué tonto —espeta ella con una sonrisa divertida. Lo ha dicho sin darse cuenta, le ha salido solo.

—En realidad solo tengo a una amiga, y la conocí ayer —confiesa el chico alzando una ceja esperando la reacción de ella.

—Una amiga... —dice Valeria, hace una pausa mirando fijamente a los ojos de Marcos, y sigue hablando—. ¿Solo una amiga?

—Sí, solo una amiga. —mantiene la sonrisa—. ¿Tanto te interesa?

—Simple curiosidad. —afirma la chica, pero su voz suena más insegura de lo que le gustaría.

—Ya... Claro —dice él poniendo los ojos en blanco.

Valeria nota cómo se le está yendo la sangre a las mejillas. De repente ambos empiezan a reírse dejando atrás las sonrisas torcidas y las poses firmes.

—Venga, vamos —dice Marcos cuando acaban de reírse, aún respirando desordenadamente por las risas.

Abre la puerta y Valeria se queda estupefacta al ver todo el interior de la sala. El inmobiliario en general y el buen ambiente que se respira hace que a la joven se le cree una sonrisa de felicidad. Se siente a gusto con tan solo haber dado un paso hacia dentro de ese lugar.

—¡Qué pasada! —Exclama cuando pasan por al lado de las máquinas recreativas. A Marcos se le escapa una sonrisa divertida. Es gracioso ver como Valeria se comporta como una niña pequeña que está viendo algo tan nuevo para ella pero conocido para los demás.

Cuando la joven acaba su tour por el lugar, ambos se sientan juntos en un sofá blanco que hay en la parte izquierda del lugar.

—¿Cómo decías que se llamaba? La chica que conoces.

—Sandra.

—Sandra... —susurra para ella misma el nombre otra vez mientras aparta la mirada de él. Aunque la vuelve a fijar cuando su voz le saca de sus pensamientos.

—¿Qué pasa, tampoco te gusta el nombre? —Pregunta con una sonrisa torcida. Sabe que eso le pondrá nerviosa, la va conociendo poco a poco.

Y efectivamente, a Valeria le da un poco de vergüenza decir lo que está pensando, pero los nervios no le dejan otra escapatoria.

AMOR E INTERROGANTES [DISPONIBLE EN AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora