EXTRA: MARTA Y MARIO

80 4 96
                                    

MARIO

Hace mucho tiempo que no tenemos un día entero para estar juntos. Así que en cuanto tuvimos la oportunidad, ni siquiera pensamos la respuesta.

Marta y yo llevamos casi un mes viéndonos clandestinamente después de conocernos en un crucero. Acordamos ser una especie de "amigos con derechos" y disfrutar de nuestra compañía. Sin embargo, los límites cada vez están más difusos entre nosotros y últimamente nos dejamos llevar más por el momento. Lo bueno es que, por ahora, eso no se ha convertido en un problema para ninguno.

Giro la cabeza hacia mi izquierda y veo a Marta con las manos sobre el volante, con las gafas de sol puestas y tarareando la canción que suena en la radio.

Me mira de reojo cuando nota que la observo.

—¿Estás pensando a dónde te estoy llevando? —dice con una sonrisa ladeada.

—No hay muchas opciones.

—¿Cómo que no? —Levanta las cejas—. Estoy conduciendo un coche en medio de Barcelona el día de tu cumpleaños, hay muchos sitios donde ir.

—Ya, pero teniendo en cuenta que estamos en pleno agosto y que las calles están abarrotadas, están careciendo las opciones cada segundo que pasa.

—¿Apostamos algo? Me estás subestimando más de lo que deberías. —Su sonrisa se ensancha con seguridad, como si estuviera segura de que no adivinaría el plan ni en mil años.

—Vas a acabar perdiendo, rarita. Créeme cuando te digo que te conozco lo suficiente como para saber a dónde nos dirigimos.

Empieza a indignarse y se coloca las gafas a modo de diadema.

—¿Te has convertido en un gallina?

—Solo lo decía para que no tuvieras que pasar por el momento de admitir que yo tengo razón y que eres más predecible de lo que crees.

—¿Sabes que todavía puedo parar en medio de la carretera y echarte del coche la autopista, verdad? —Me dirige la mirada cuando se para en un semáforo en rojo.

Levanto las manos en son de paz.

—Pero ser predecible no es malo, tómatelo como una oportunidad para mejorar la creatividad —digo para fastidiarle un poco más. Una sonrisa surca de mis labios cuando vuelve a colocarse las gafas y sigue conduciendo como si supiera que tengo razón.

—Si gano yo, adquiero el derecho a secuestrarte durante un día para hacer un maratón de Harry Potter. —Su mirada sigue fija en la carretera.

—Bueno, si te soy sincero, me gusta esa idea de que me secuestres durante un día. —Me acerco más a ella y paso mi mano por su hombro intentando coquetear—. Pero no precisamente para ver tantas películas seguidas.

No es la primera vez que me propone ver una saga de películas de golpe, pero no me tienta mucho la idea de pasarnos un día entero solamente para ver la televisión sin hacer nada mientras podemos ir a otros lugares. Sin embargo, sé que tarde o temprano aceptaré su oferta con tal de estar con ella.

—Te aguantas, es un precio justo por perder. —No me da tiempo a replicarle, ya que sigue hablando—. ¿Qué pasa si pierdo? —Me echa una mirada por encima de las gafas.

Pienso durante unos segundos y no se me ocurre nada, así que recurro a la respuesta segura.

—Prefiero decírtelo en el mismo momento que lo tengas que cumplir.

Niega la cabeza levemente como si me hubiera pillado.

—Estoy entre dos sitios: playa o montaña. —Y en ese momento es cuando se me ocurre mirar sus zapatos para determinar mi respuesta—. Llevas unas deportivas, lo que significa que me vas a llevar a la montaña. Y es más, te puedo decir hasta lo que vamos a hacer.

AMOR E INTERROGANTES [DISPONIBLE EN AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora