CAPÍTULO 18

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MARCOS

Miércoles 7 de julio

Nunca le ha gustado mucho la idea de levantarse tan temprano. Tampoco es de esas personas que se levantan a las tantas de la mañana, pero levantarse antes de las 8 de la mañana para hacer una excursión por Génova le parece innecesario.

Es el primer puerto y la primera excursión que hay desde que han llegado al crucero. Su padre les dio ayer a él y a sus hermanos la tabarra con que se tenían que levantar temprano esta mañana. A pesar de las quejas de los dos hermanos mayores, Javier no les hizo mucho caso y ni siquiera se planteó la opción de salir más tarde.

Por otro lado, Marcos no soporta la idea de tener que aguantar toda la santa mañana a Carolina y sus nervios de la esperada llegada de la boda. Hoy por la tarde ella y el padre de los jóvenes contraerán matrimonio en medio del Mar Mediterráneo. Y, cómo no, su madrastra está insoportable. Lo único que el joven espera es que no le toque soportarla mucho durante la excursión.

Tras apagar por tercera vez consecutiva la alarma, se revuelve en su cama dejando que sus labios den un bufido y se da la vuelta para mirar la hora en su teléfono. Solo son las 7 de la mañana. Mientras maldice por lo bajo y empieza a intentar volver a acomodarse entre las almohadas, un gigantesco rayo de luz atraviesa la ventana del camarote, haciendo así que toda la habitación quede iluminada.

Cuando el joven lo nota levanta la cabeza y poco a poco abre los ojos para ver quien ha sido el culpable de aquel foco de luz solar. La silueta de su hermano mayor en frente del cristal y admirando las vistas, por desgracia, no le sorprende para nada. Algo en el interior de Mario siempre ha existido y vivido a base de sacar de sus casillas a su hermano mediano.

—¿Qué haces? —Pregunta Marcos bastante molesto.

—Buenos días, hermanito —responde el hermano, alejando la vista del cielo y de los edificios que se pueden ver desde el puerto. Una sonrisa se instala en su rostro—. ¿Preparado para visitar esta preciosa ciudad? —Pregunta señalando con un dedo a la ventana y con un tono burlón.

—Qué remedio —contesta mientras se sienta en la cama. Frunce el ceño cuando se da cuenta de dónde está—. ¿Qué hago aquí? ¿Por qué no estoy en mi cama? ¿Y Alberto? —Pregunta cuando reacciona al no ver a su hermano.

—Viniste aquí por la noche porque tu hermano pequeño tenía miedo y yo me negué a dormir con él. —Tras esa frase Marcos pone los ojos en blanco—. ¡¿Qué?! ¡Da muchas patadas! —Se intenta excusar el mayor—. Bueno, eso, y ahora Alberto se ha ido con Carol y papá a desayunar. Así que mueve tu culo y vístete —ordena Mario dando palmadas para que su hermano reaccione.

El hermano mediano da un último suspiro de cansancio y procede a ir hacia su habitación y coger la ropa que se va a poner esa mañana. Según lo que le dijo ayer su padre, van a andar mucho así que decide ponerse unos pantalones cortos y negros de chándal y una camiseta blanca de manga corta. Después de asearse, sale del baño, coge su teléfono y se dirige hacia donde ha dejado a su hermano mayor la última vez que lo ha visto en la mañana.

—¿Nos vamos? —Pregunta este a Mario. El mayor asiente y ambos salen del camarote.

Se acercan a la sala de ascensores y se suben en uno. Mientras bajan hacia la zona del buffet para ir a desayunar, el ascensor es el único que les acompaña dentro de aquel cubículo, mientras Marcos chequea las redes sociales, su hermano no aguanta más y le pregunta.

—¿Preparado para la boda? —Su hermano deja de mirar su móvil, levanta la mirada hacia él y frunce el ceño.

—¿Preparado para la boda? —repite confundido. El hermano asiente—. Supongo —dice y se encoge de hombros.

AMOR E INTERROGANTES [DISPONIBLE EN AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora