CAPÍTULO 30

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VALERIA

El chico no se da por vencido y sigue corriendo. Consigue llegar a su misma altura y, medio sofocado de tanto correr y confundido aún por lo que acaba de pasar, empieza a hablar.

—No es lo que crees —dice agarrándola de un brazo, haciéndola girar y quedando cara a cara.

—No tengo que creer nada —responde con una sonrisa forzada, intentando transmitir tranquilidad, aunque el intento es en vano. No sabe cómo no se ha puesto a llorar ya, y en vez de eso está fingiendo que todo va bien mientras que en realidad todo está mal. Se siente rara, tan rara que quiere llorar para desahogarse.

—Sí —afirma Marcos, mientras que sus ojos marrones buscan algo, que ni siquiera él sabe qué es, en los de color miel.

—No —dice Valeria mientras intenta zafarse del agarre de él. Cuando lo consigue, pasa de largo de los ascensores y va hacia las escaleras.

    Empieza a bajar las escaleras de dos en dos, lo más rápido que puede. Nota cómo sus lágrimas empiezan a mojar sus sonrojadas mejillas. De repente, cuando llega a la planta donde se sitúa su camarote, Marcos aparece en frente de ella, ya que ha bajado bastante rápido y eso le ha dado ventaja.

—No la quería besar —asegura el chico mirándole con cara de súplica a su amiga.

—Pues eso no es lo que ha parecido —responde esta mientras intenta buscar qué palabras decir exactamente, para no derrumbarse—. Además, no me tienes que dar explicaciones —comenta con un tono suave.

—Pero lo quiero hacer. Quiero explicártelo —dice con el mismo gesto en la cara. No quiere que haya malentendidos, y menos cuando está empezando a sentir cosas por Valeria.

—¿Por qué? Si solo soy tu amiga —este comentario le ha dolido un poco al chico—. De verdad no pasa nada. Solo que no voy a comer con vosotros, pero no te preocupes —sigue hablando, secándose las lágrimas con el dorso de la mano. Tiene la voz dulce y la sonrisa forzada, presentes en su rostro.

Rodea al chico, y camina rápido hacia su habitación. En cuanto llega a la puerta, escucha unos pasos acercarse. Saca la tarjeta del camarote y entra en él, cerrando detrás de ella.

Pero la puerta no se cierra.

—¡Valeria! —espeta el joven que ha conseguido parar la puerta con su pie.

—¡¿Qué?! —dice perdiendo los nervios.

—Quiero hablar.

—¿Quieres hablar? Está bien, hablemos. —Se nota que ya no está intentando retener los sentimientos. Está empezando a perderlos de verdad—. ¿Qué te parece si empezamos por el hecho de que te has besado con Sandra? 

—Valeria... No ha sido así. —Dice mirando hacia abajo.

—¿Ah no? A mi me ha parecido eso.

—Ella me ha besado a mi —se intenta defender elevando su vista y el tono de voz.

—Da igual. Tu le has seguido. 

—Yo no he seguido nada.

—¿Y por qué has tardado tanto en separarte? —pregunta de brazos cruzados. 

El joven se queda en silencio sin saber qué responder. Quiere aclararlo todo pero Valeria no le deja expresarse bien.

—¿Sabes lo que más me fastidia? —dice la chica, llamando la atención de Marcos—. ¡Que he estado toda la maldita mañana pensando que estabas bien conmigo!

AMOR E INTERROGANTES [DISPONIBLE EN AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora