CAPÍTULO 44

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VALERIA

Sábado 10 de julio

Después de la charla con su amigo, siente que ya puede confiar en él cien por cien. Aunque parezca muy confiada, es lo que siente. No la ha juzgado y, es más, la ha intentado ayudar. Y eso es algo que agradece mucho.    

Se ha tenido que ir a su camarote porque Marta le ha mandado un mensaje diciéndole que Susana se encuentra mal, y que si puede llevar a Alba al Splash Academy. Al principio ha pasado por completo del mensaje, ya que aún sigue cabreada con su hermana mayor, pero ha pensado en que tampoco es culpa de Alba el berrinche que ha cogido. Así que ahora mismo se encuentra enfrente de la habitación 11026, esperando a que le abran la puerta.

—Hola —saluda Marta. Tiene el ceño fruncido al esperar la reacción de su hermana. No quiere que siga enfadada, ya que se arrepiente de todo lo que ha dicho. No eran formas de decirlo, y más sabiendo que Valeria es sensible.

—Hola —responde secamente—. ¿Dónde está Alba? —pregunta mientras mueve la cabeza, intentando ver algo a través de la puerta.

—Aquí —exclama una voz aguda. La hermana menor está al lado de la mayor. Valeria no sabe de dónde ha aparecido.

—Está bien, vámonos —dice la mediana, mientras coge a su hermana pequeña por el brazo. Quiere irse de allí lo antes posible, aunque una voz le impide irse.

—¿No vas a ver a mamá? —pregunta Marta, quien está cruzada de brazos y apoyada en el umbral de la puerta. Sabe que se ha de tener paciencia con Valeria cuando está enfadada. El hecho de disculparse ahora, no haría nada.

La mediana resopla débilmente. Se había olvidado de que su madre se encuentra mal. Está más concentrada en lo que le acaba de suceder que en lo que le han pedido mediante el mensaje. Deja a sus hermanas en la puerta y se adentra en la habitación.

Susana se halla tumbada en la cama, mirando la televisión, un canal que muestra una película un poco vieja comparada con el año en el que están.

Una débil sonrisa aparece en el rostro de la mujer cuando ve a su hija.

—¡Valeria! ¿Qué te ha pasado, cariño? ¿Por qué no has venido a la excursión? —pregunta esta, incorporándose en la cama, y con cierta preocupación.

—No te preocupes, ha sido una tontería —fuerza una sonrisa. No quiere preocupar a su madre con las peleas entre hermanas—. ¿Qué te pasa?

—A mí nada. Solo que he andado mucho en la excursión y ahora me duele la espalda —intenta no intranquilizar a su hija. Es algo que siempre ha hecho, intentar quitarle valor a las cosas malas que pasan. Como cuando de pequeñas se hacían una herida, o incluso en esos momentos donde la madre se encuentra mal, no comparte con nadie su verdadero dolor.

Valeria alza las cejas y se cruza de brazos.

—Ya, claro. ¿Entonces por qué Marta me ha dicho que llevara yo a Alba al Splash Academy, mientras que ella puede llevarla sin problema? O incluso tú.

—Porque es una exagerada. Y dice que se quiere quedar para procurar que no haga un mal gesto o que no me haga daño. Aparte de hacerme compañía.

—Bueno, en todo caso, tengo una pregunta. ¿Alba ya ha comido? Lo digo por si queréis que la lleve antes a comer algo, que yo no he comido y así podemos comer las dos juntas —pregunta mientras revisa la hora en el teléfono. Aún queda un rato para que cierre el buffet.

—Sí, sí que ha comido. Pero dudo mucho que no acepte un helado —dice Susana con un atisbo de sonrisa.

—Perfecto. Ya sabes, cualquier cosa envíame un mensaje —se despide la hija mediana, dándole un beso en la mejilla a su madre.

AMOR E INTERROGANTES [DISPONIBLE EN AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora