CAPÍTULO 48

172 10 2
                                    

Domingo 11 de julio

MARCOS

El último día de viaje se presenta, y hace que Marcos esté feliz. No precisamente porque sea la última excursión, o que hoy mismo tenga que despedirse de Valeria, sino porque su amiga y él van a hacer la excursión solos, y eso alegra mucho al joven. Ayer cuando acabaron de ver la película quedaron en que hoy irían juntos a Marsella en vez de con sus familias.

    Se levanta de la cama con una sonrisa de oreja a oreja. El día de ayer está repitiéndose en su cabeza como un disco rayado. Por fin pudo decirle lo que siente a Valeria, y es recíproco, lo que quiere decir que lo que sea que tengan ahora mismo puede salir adelante. Da gracias a Dios varias veces porque a Carolina se le haya ocurrido la idea de venir de viaje a este crucero, porque si no, estaría muy perdido.

    Se dirige hacia el armario y saca la ropa que se va a poner. En el móvil ha visto que va a hacer bastante calor, así que se decide por prendas que no le hagan pasar mucho calor. Mientras se dirige a la ducha, escucha el sonido de su teléfono, el cual avisa de que ha llegado un mensaje. Lo coge y ve que sus dos amigas están hablando por un grupo donde están los 3.

Sandra

¡Bonjour! ¿Preparados para Marsella? A mí me gustó mucho, seguro que a vosotros también.

Valeria

¡Buenos días! ¡Sí, con ganas de que llegue la excursión!

Ese mensaje hace que a Marcos le salga una sonrisa tonta.

Sandra

Me pregunto si queréis ir a desayunar. Que hoy es el último día.

Marcos

Por mi perfecto. ¿Valeria?

Valeria

De acuerdo, ¿en 30 minutos?

Todos están conforme, así que el joven se dirige al baño y se empieza a duchar. Piensa en cómo serán los próximos días. ¿Verá a Valeria? ¿Su amistad se romperá al volver a Barcelona? ¿Todo esto seguirá adelante? En su cabeza empiezan a colisionar preguntas con otras, haciendo que el joven tenga que pensar en otra cosa para no coger un dolor de cabeza.

    Sale de la ducha, se viste y coge la mochila que preparó ayer por la noche. Lleva de todo un poco para que no surjan imprevistos en la excursión. Algunas veces, haciendo estas cosas, se siente como su padre cuando él y sus hermanos eran más pequeños y le tenía que preparar todo. Sin embargo, al joven le gusta ser precavido y que no falte nada.

    Revisa la hora y ve que queda poco para que se reúna con sus amigas, así que sale de la habitación, aunque no pensaba encontrarse a su padre en frente de la puerta principal.

—Buenos días, hijo —saluda Javier. Hay algo en sus ojos que hace que parezca arrepentido por algo.

—Hola —dice simplemente, mientras se encamina hacia la puerta intentando esquivarlo.

—Tenemos que hablar —se cruza en el camino de su hijo—. Este viaje nos ha separado y no estoy orgulloso de ello —habla con un tono de voz rígido. Es el tono que pone cuando quiere aparentar seriedad, pero es él el que lo está pasando mal. Marcos le conoce tan bien cómo para saber qué quiere decir y hacer, pero el problema no es Javier, sino Carolina.

—Yo tampoco lo estoy, pero no es mi culpa. Yo solo digo verdades como templos.

Nunca ha estado tan distante con su padre, al menos desde que sus padres se divorciaron. La relación padre e hijo se convirtió en un tipo de amistad, el cual se ha dañado en este viaje. Aunque no lo parezca, a Marcos también le duele que se haya enfriado su amistad, pero cree que es lo normal después de que su padre no lo defendiera de su madrastra.

—No puedes ser tan duro con Carol —dice el padre mientras intenta acercarse a su hijo. Habla con el mismo tono, aunque cada vez se va debilitando más—. Y también tienes que entender que no puedo meterme en vuestras discusiones siempre. No puedo sacarte las castañas del fuego todos los días, tienes que empezar a saber cuidarte solo.

El joven alza las cejas y se cruza de brazos.

—No es que no me sepa cuidar solo, es que estás viendo cómo Carolina me dice de todo y tú ni te inmutas.

—Tampoco es para tanto.

—¿Así que la apoyas?

—No es eso, hijo...

—¡Es exactamente eso! Pero te digo una cosa, papá, un padre de verdad no dejaría que insultaran a su hijo.

—Carol nunca te ha insultado.

—Sí que lo ha hecho, en el momento que insulta a personas que quiero, ya me está insultando a mi. Sigo sin saber cómo puedes apoyarla a ella y no a mi. —dice dolido—. Mira, con todo el respeto, papá, no quiero seguir hablando.

—¿Y entonces cuándo hablaremos? No quiero que esto se alargue más.

—Cuando volvamos a casa. Quiero disfrutar mi último día aquí, y no me lo quiero pasar enfadado o discutiendo —responde un poco más suave—. Por cierto, no voy a la excursión con vosotros, Mario ya me ha dado mis papeles. Adiós —se despide y sale por la puerta antes de que su padre pueda reprocharle algo.

Y es cierto, habló ayer con su hermano mayor para que le diera todos los papeles necesarios para ir con Valeria a la excursión, se los pidió después del incidente, aunque es una cosa que prefiere no recordar.

    Se dirige hacia la cubierta del buffet y se sienta en una de las mesas de afuera. Se queda contemplando el mar por el cristal que tiene enfrente. Se pone a pensar y cae en la cuenta de que han sido probablemente los seis días más movidos de su vida. Ha hecho dos nuevas amigas, se ha dado cuenta de que sus problemas familiares son más de lo que él pensaba, y le ha empezado a gustar una chica. Sin contar, claro está, los momentos inolvidables que ha vivido con Valeria, y las charlas que ha tenido tanto con Valeria como con Sandra. Le dolería mucho el hecho de perder a alguna al volver a Barcelona.

Se replantea el hecho de preguntarle a Valeria qué son y qué quieren ser, porque él lo sabe, pero no está seguro de que ella también lo sepa o quiera. Aunque tiene claro que no se lo va a decir ni ahora ni en la excursión, no quiere poder fastidiar lo que queda de día con su pregunta. Quiere sacar el máximo provecho al día: hacer miles de fotos, visitar sitios, pasar momentos agradables con su amiga, y un largo etcétera el cual contiene solo cosas buenas. Quiere irse mañana del crucero sabiendo que al menos van a intentar sacar la amistad adelante cuando se vayan. Y sabe que al menos él sí que va a dar todo para que eso sea posible.

    Una sombra aparece por detrás y unos acogedores brazos le dan un abrazo por la espalda. Tan solo percibir la colonia de coco sabe de quién se trata. No son nada, solo amigos, aunque eso va un poco más allá, ya que llevan robándose besos desde ayer por la tarde.

—Buenos días —dice Valeria sentándose en la silla de al lado de su amigo.

—Hola —responde sonriente—. ¿Preparada para el último día? Te aseguro que será inolvidable —añade con una sonrisa pícara y guiñándole el ojo a su amiga. Ésta no tarda en sonrojarse.

    Después llega Sandra y el desayuno transcurre en treinta minutos hablando de que intentarán hablarse lo máximo posible cuando se separen, y que quedarán de nuevo para comer juntos los 3 este mismo día.

Se les hace la hora a Marcos y Valeria y se van hacia la sala donde fueron el día que tuvieron que hacer las colas para ir a Roma con Sandra. Hay bastante gente esparcida por el lugar, aunque no tanta en el grupo de los amigos. Se cruzan con las familias de ambos amigos, pero no hablan con estas, ya que están ocupados hablando hablando entre ellos, y Marcos tampoco tiene muchas ganas de cruzar palabra con su familia.

—————————

¡HOLAA! Espero que os haya gustado aunque sé que es un poco corto :)

Gracias por leer mi novela!

AMOR E INTERROGANTES [DISPONIBLE EN AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora