CAPÍTULO 16

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MARCOS

Tardan unos segundos en volver a la superficie, pero cuando lo hacen, ambos se miran y estallan a carcajadas.

—Estás loca —dice Marcos con una sonrisa. No se esperaba que ella hiciese algo así, como tirarse a ella misma a la piscina en plena noche.

—Puede ser —confirma la joven con una sonrisa resplandeciente.

—Sabes que después de esto, no me puedo quedar de brazos cruzados, ¿verdad?

—¿Y qué vas a hacer?

Marcos se queda callado mirando los ojos de la chica. Por un momento se distrae y se pierde en ellos. La luz que les envuelve es poca, pero aún así, los ojos de Valeria tienen un punto brillante, cosa que al chico le encanta.

—¿Holaa? Tierra llamando a Marcos.

El chico sale del trance y se prepara para lo que tiene planeado hacer.

—Hola —dice con una sonrisa de satisfacción a la vez que agacha la cabeza de Valeria, haciendo que esta se sumerja en el agua. La chica lucha por salir de aquella ahogadilla, pero no sirve de nada, ya que hasta que Valeria no está debajo del agua por varios segundos largos, no vuelve a subirla.

En cuanto sale del agua, la joven inspira aire con fuerza.

—¡Estás loco!

«Por ti»

«Mierda, ¿que a sido eso? Marcos, la acabas de conocer.»

El chico sacude la cabeza para quitarse ese pensamiento de la cabeza y agacha la cabeza sin entender qué acaba de pensar, hasta que nota unas manos en su pecho. Alza la mirada y se encuentra a Valeria con las manos en el pecho de su amigo, intentándolo empujar, cosa que no consigue. Tras ver su cara de fastidio, Marcos estalla a carcajadas y la joven se molesta aún más.

—¿Qué haces? —pregunta aun riéndose.

—Quiero empujarte, ¿es que no lo ves?

—Que lo hayas hecho una vez no significa que lo consigas una segunda, Valeria.

La joven suelta un gruñido y salta encima del joven probando suerte para moverlo, pero lo único que consigue es que ambos estén a pocos centímetros de distancia y Valeria con las piernas al rededor de la cintura del chico.

Ambos se miran mutuamente durante unos segundos, miles de pensamientos pasan por la cabeza del joven, todos a mil por hora, hasta que Marcos cambia su expresión a una de horror. Ella al verle frunce el ceño.

—¿Qué pasa? —Pregunta sin saber por qué parece asustado.

—Nos tenemos que ir. El guardia de la piscina puede venir en cualquier momento y como nos pille nos podemos meter en un buen lío —dice mientras deja a Valeria sobre el bordillo de la piscina y él hace lo mismo de un pequeño salto. Al salir ambos de la piscina, Marcos le coge de imprevisto la mano a Valeria y empiezan a correr hacia la zona de ascensores.

Por el camino, se cruzan con varias familias que les miran bastante raro. No saben si es porque están chorreando agua por todo el cuerpo o porque están corriendo como unos locos.

Al llegar a los ascensores encuentran uno donde justamente acaba de salir una pareja de abuelos y sin dudarlo se encaminan hacia allí. Nada más entrar, Valeria pica a la planta número 11. Cuando se cierran las puertas se dan cuenta de que aún están sujetados de las manos y acaban con el agarre.

—¿A dónde vamos? —Pregunta Marcos jadeando del cansancio y apoyándose

—Yo a cambiarme, no pienso ir a ningún lado con la ropa mojada. —Se mira su vestido. Está transparente y pegado a su cuerpo. El intento de despegárselo de su torso es en vano—. Tú, no sé. Me puedes esperar afuera si quieres, no tardaré mucho. —El chico asiente como respuesta.

AMOR E INTERROGANTES [DISPONIBLE EN AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora